martes, 22 de febrero de 2011

Regresa Carmen Aristegui: pierde MVS




No es una solución digna, aunque Carmen Aristegui así la haya disfrazado. No lo es. Mucho menos en su misiva política, destinada a Joaquín Vargas y a nadie más. Bajo esas condiciones, la empresa MVS es una que o doblega las manos ante la presidencia o ante la periodista. ¿Cuál dignidad?

Los felices son esa facción de público que cree que Carmen Aristegui es como Juana de Arco, mártir y luchadora; moderna Josefa Ortiz de Domínguez peleando por nuestra libertad. Periodista de periodistas. Nada más alejado de la verdad.

Los felices son también el Peje, Fernández Noroña, Federico Arreola y aquel que sea que está detrás de ellos como peones en el juego de ajedrez que ya comenzó y que se llama 2012. Porque aquello de que en serio existan caudillos, a estas alturas de la realidad nacional, sólo se lo creen los mismos que creen que Osama Bin Laden derribó el World Trade Center.

Dice Carlos Ramírez, columnista de El Financiero, que el “affaire” acerca del supuesto alcoholismo de Felipe Calderón es un asunto de ligas menores. El periodista enfoca el asunto del regreso de Carmen Aristegui en una complicada trama de intereses e intrigas alrededor de un eventual debilitamiento de Televisa por parte de Carlos Slim (leer http://carlosramirez2.blogspot.com/).

¿Así que de ligas menores? ¡Pues yo soy de ligas menores! Un simple columnista de espectáculos. Me gusta... Además, para los espectáculos los cambios de programación en la radio y la televisión sí son nota...

“Ahorita mismo le hablamos a Los Pinos”

Antes que desapareciera el periódico Centro, sus editores me habían concedido la locura de escribir de lo que yo quisiera. Y alguna vez escribí de Carmen Aristegui. No pude creer entonces su entreguismo a López Obrador, como hoy no puedo creer su entreguismo a Fernández Noroña. En ese entonces, la mujer entrevistó al Peje y le preguntó que si estaría dispuesto a debatir con el presidente Calderón. AMLO dijo que sí, y ella se puso a decir locuras como “en este momento llamamos a Los Pinos para decir que aceptas”. Estaba emocionada, como si a alguien en Los Pinos le interesara debatir con el Peje (como si fuera una propuesta real, y como si el mismo Peje se la creyera). Por la tarde, el PRD publicó en su página de internet: “Acepta AMLO debatir con el Pelele”. Técnicas de combate pseudoperiodístico idénticas a las del Doctor Simi. Tu expones, planteas, contrarrestas, insultas, encumbras y decides. Si no están contigo, están contra ti. Y lo que digas es ley.

Carmen Aristegui hizo un discurso bien bonito en su conferencia de prensa, acerca de libertad de expresión, competencias desleales y periodismo de vanguardia... Pero me centraré sólo en una parte: ella dice que tenemos derecho a saber si el presidente es alcohólico o no. Igual que Clinton con Monica Lewinsky.

Pues no lo creo. Al menos, no con una manta de Fernández Noroña como única prueba.

Ojo: no estoy diciendo que no tengamos derecho a saber. Estoy diciendo que no hay ninguna razón para que preguntemos. El hombre nunca ha llegado tarde o ebrio a una cita; no lo hemos visto pidiendo birria bien picosa en una junta a las siete de la mañana, no ha hecho declaraciones ominosas mientras arrastra las palabras, no se sabe que la gente opine que siempre tiene aliento alcohólico...

Deberé, tal vez, decirle a Carmen Artistegui que alcohólico no es el que bebe mucho, sino el que tiene problemas cada vez que bebe. No veo eso en Calderón.

Tampoco estoy diciendo que Calderón no se enoje cuando se habla de él de manera desfavorable. No sólo eso: es obvio. O si no es así, ¿por qué después de la pachanga del sexenio de Fox en el que nos burlábamos de él en todos los medios, a todas las horas, de pronto nadie toca a Felipe? No hay que ser un genio para descifrarlo; con Calderón regresó a México la vieja práctica de pegarle a todos menos al presidente.

Tampoco estoy en contra de que Carmen Aristegui pida que se respete la opinión de los periodistas, y mucho menos en contra de que en este país o en cualquier otro, se critique a las personas en puestos públicos -especialmente los gubernamentales- hasta la saciedad y con total y frontal apertura.

En lo que estoy en desacuerdo es en que Carmen Aristegui mienta.

Porque ella, en tercera persona, se lava de toda responsabilidad en el caso, cuando esto no es cierto. Sí, le dió legitimidad a la manta de Fernández Noroña, sin cuestionarla. Eso es faccioso. Es política, no periodismo.

Sí, le exigió una explicación a la presidencia cuando tenía que exigirle pruebas a la parte acusadora. En pequeño, pero ejerció la ley igual que en un juzgado mexicano (vean la película “Presunto Culpable”): con la pura acusación, exigió que la parte acusada demostrara su inocencia. ¿Ya se dieron cuenta de eso? Para Carmen Artistegui, tratándose de la facción de poder que no le agrada, todos son culpables a menos que demuestren su inocencia.

“La periodista”, como ella se refiere a sí misma, en tercera persona, jamás cuestionó la calidad moral del acusador. Y cuando se presentó a dar su versión de los hechos y ofrecer una salida “digna”, se dibujó como esta Juana de Arco que algunos creen que es.

Mi explicación de todo esto es...

La tontería. Esa también existe. La facción AMLO-Noroña-Aristegui le tendió una trampa a sus adversarios y ellos mordieron el anzuelo. Los de esa facción festejan porque polarizaron, no porque les interese realmente el país.

O como faxeó Salinas de Gortari cuando mataron a Colosio: “nada de lo que ha ocurrido en México es ajeno a la tremenda lucha por el poder”. Es más, atendiendo a ese dicho, creo que ni él es ajeno a todo esto.

Aristegui regresa. El más golpeado con esto fue MVS. Lo lamento, sobre todo por el enorme cariño que le tengo a la familia Vargas. Mientras tanto, apunten este round a favor del Peje.

Colofón para el mundo que empieza. La próxima semana son los Óscares. Magras son las oportunidades para “Biutiful”. Sin embargo, como que ya se la deben a González-Iñárritu. A ver si el Negro hace historia. Contengan la respiración...

Columna publicada originalmente en: http://www.callemexico.com
Twitter: @KermitFranco
Email: rfranco@callemexico.com





jueves, 17 de febrero de 2011

¿Quién inventó a Laura Bozzo..? ¡Que pase el desgraciado!







Conozcan a Phil Donahue.

Este viejito con cara de sacerdote es indirectamente responsable de que la televisión mexicana esté una vez más en manos de Roberto Romagnoli, Laura Bozzo, Federico Wilkins y Rocío Sánchez Azuara.

Todo comenzó un 6 de noviembre de 1967, en un canal local de Dayton, Ohio, cuando nació el Phil Donahue Show, cigoto de uno de los formatos más exitosos de la televisión: "el talk show de tabloide".

Donahue comenzó a cristalizar la profecía de Andy Warhol, "en el futuro todo el mundo tendrá cinco minutos de fama". El hombre entendió que era hora de poner a cuadro a las personas comunes, con historias comunes.

No creo que Phil Donahue supiera entonces lo que provocaría. Tres años más tarde, su programa se había expandido gracias a que varias cadenas comenzaron a comprarlo de manera sindicada, y más tarde fue llevado a la televisión nacional en EU.

El show duró 26 años al aire. Se dice que terminó cuando varias estaciones decidieron bloquearlo porque no estaban de acuerdo con la opinión de Donahue acerca de la Guerra del Golfo. El show -que de Dayton se había mudado a Chicago y de ahí a Nueva York- nunca se recuperó.

Pero no se fue sin dejar huella. Gracias a Donahue aparecieron Geraldo, Sally Jesse Raphael, Jerry Springer y la reina del género, Oprah Winfrey. Y en línea directa Cristina Saralegui, Marta Susana... Laura Bozzo y Rocío Sánchez Azuara.

Al final, todo da vuelta...

Roger Waters y Pink Floyd lo dicen en su canción Us And Them, del Dark Side of the Moon, al final, todo da la vuelta.

Hace más de una década ocurrió la explosión y el escándalo de los "trash talk shows" en México (así se les cataloga en las escuelas de comunicación gringas). Un argentino llamado Roberto Romagnoli abrió fuego con Cosas de la Vida, un esperpento que abordaba temas plagados de sexualidad y bajas pasiones, que puso a temblar a los anunciantes, a las buenas conciencias, y a la competencia.

Televisa contraatacó con Hasta en las mejores familias, otro esperpento que iba aún más lejos en la presentación persistente de señoras golpeadas, madres abandonadas, embarazos adolescentes y personas con problemas de alcoholismo.

Los dos shows estuvieron bajo fuego, principalmente por las regulaciones gubernamentales, la presión de los anunciantes y la revelación, por la prensa, de la falsedad de los comparecientes.

Personalmente publiqué entonces, en el Periódico El Economista y en MVS Radio, las notas acerca de la prefabricación de los shows. En el de Televisa aparecían extras de la sección 11 del Sitatyr y en el de TV Azteca personas contratadas en el mercado Melchor Múzquiz de la Ciudad de México. Ante las presiones, eventualmente, los dos salieron del aire.

La fama, más cerca que nunca

La fórmula de Donahue, 44 años después de su creación, funciona. Los shows de Rocío Sánchez Azuara y Laura Bozzo (una vez más supervisados y/o producidos por Romagnoli y Wilkins) tienen niveles de audiencia impresionantes. Nada los detiene ya, porque la gente se ha acostumbrado a verlos, aquello llamado "la moral" ha cedido y forman de nuevo parte del ambiente. Lejos, muy lejos están del nivel de entretenimiento de Oprah Winfrey, cuyo show está mejor que nunca ahora que lo distribuye en forma independiente, pero a nadie le importa: los millones de pesos y televidentes danzan todos los días por la tarde en México y no les estorba ni siquiera la prensa, que ya publicó de nuevo la presencia de falsos panelistas, sin ninguna consecuencia. Ya nadie se espanta si lo ahí presentado es real o no. Es mero entretenimiento.

Mucha agua ha corrido desde que Phil Donahue presentó en su primer show a Madalyn Murray O'Hair, una ateísta que quería difundir su doctrina. Pero yo quería presentarles al autor de este desaguisado. Ahora sí, para librarse de la responsabilidad que ustedes tienen para que estos shows existan, ya tienen a quién señalar. (Porque los están viendo, no se hagan, si no... ¿de dónde tanto rating?)

Les entrego a Phil Donahue. Apunten hacia su foto la próxima vez que alguien les pregunte a quién se le ocurrió crear estos shows.

Colofón para el mundo que empieza. Odio los Grammys. Si hay una entrega de premios imbécil, inútil, institucional, dudosa y entreguista, ésta es. Ayer fueron. Búsquense otro medio para enterarse quiénes ganaron y abúrranse allá. Aquí no. De nada.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com
Twitter: @KermitFranco
Email: rfranco@callemexico.com






martes, 8 de febrero de 2011

Gianmarco "en tiempo real": el futuro está en sus manos


Creo que ni siquiera el cantante y compositor peruano Gianmarco Zignano sabe lo que está haciendo.

Él canta. Es lo suyo. Pero la manera en que lo hace es un signo de los tiempos. Su amalgama contiene el potencial para arrastrar no sólo masas, sino a la industria en su totalidad. A Gianmarco lo van a seguir y en menos de cinco años habrá muchos haciendo lo mismo.

Pero, a todo esto... ¿qué está haciendo Gianmarco? En palabras simples, está jugando a la orquesta de un solo hombre. ¿Se acuerdan de Dick Van Dyke en Mary Poppins? Hacía de un tipo con un acordeón que controlaba los platillos con los pies y la armónica colgada con algo parecido a una prótesis en el cuello. Un personaje pintoresco.

Pero Gianmarco no va por las calles haciendo su acto y pidiendo dinero. Ni tiene que bailar para centuplicarse. Tiene la tecnología japonesa de pedales que encienden equipos digitales para grabar, en vivo, los coros y las secuencias que lo acompañan. En pocas palabras: Gianmarco hace un ritmo tonal con la guitarra, pisa un pedal, lo graba, pisa otro y lo hace sonar en secuencia. Ese "loop" continúa, Gianmarco graba otro, lo hace sonar, graba una voz, otra, otra... y le da vida a una canción.

Él mismo dice que ahora hay concursos de esto; chamacos por todas partes del mundo haciendo música secuenciada en vivo, en un ejercicio al que Gianmarco llama "en tiempo real". Pero en México no lo habíamos visto. Y con esta maestría, mucho menos.

La balada en tiempos de Facebook


(Pequeño paréntesis: Gianmarco acaba de romper las reglas de la industria. Primero sacó el DVD. Se llama En tiempo real. El disco lo está grabando en México desde la semana pasada, y presentó este concepto en vivo en el Voilá, en dos funciones, el viernes pasado.)

Gianmarco va a ser un éxito. Pero enorme. No me refiero al que ya es. Me refiero al tipo de éxito que tienen Juanes o Alejandro Sanz. Es cuestión de tiempo y constancia, de buena mercadotecnia. Pero nada más.

Gianmarco le pega a todos los gustos. A los que quieren bailar ballenato; a los que quieren oír baladas, rythm & blues, a los que les gusta el pop y hasta la trova. No reconoce fronteras y no tiene complejos a la hora de elaborar una canción usando cualquier elemento, de cualquier género, para que suene entrañable.

Es un mundo diferente. Pero a todos les sigue gustando una buena tonada. Para eso ha llegado Gianmarco; para explicar cómo se hace música en el siglo XXI; cómo se usan las nuevas tecnologías y se combaten los costos de tener grandes orquestas con grandes nóminas. Para ello, por supuesto, se requiere además un talento de verdad. Y Gianmarco es uno de esos. Tengo la impresión de que si le sacaran un diente, ese diente sonaría bonito. Así de fuerte es su don.

¿Lo dudan? ¿Para qué? Gianmarco, "en tiempo real", está a la venta. Compruébenlo ustedes mismos.

Colofón para el mundo que empieza. Lo suponía. Los Black Eyed Peas eran mejor show para un Super Bowl que los grandes rockeros. Y lo fueron. Supongo que era cuestión de tener buen ritmo. No es que sean mejores, es que son más adecuados. Estuvo bueno.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com
Twitter: @KermitFranco
Email: rfranco@callemexico.com

martes, 1 de febrero de 2011

This Is Not A Movie: ...no, pues no


No sé ni cómo empezar a describir la nueva película de Olallo Rubio. Las noticias no son buenas. Y créanme; me hubiera gustado que lo fueran. Pero no. This Is Not A Movie, estrenada comercialmente el viernes en México, no llega ni siquiera a ser tan mala para ser buena.

Pertenece al género de películas indescriptibles. Como las de Ed Wood, un hombre con una visión tan personal y ñoña de la realidad, que sólo pudo ser tomado en serio cuando se hizo una película acerca de él. No hay genialidad en Wood y no la hay en Rubio. Hay tristeza, hay un tapón creativo, un estreñimiento que no sabemos si es provocado por asuntos emocionales o por la evidente carencia de educación del autor. Creo que tuve discusiones con la profundidad del discurso de Olallo en la secundaria. Pero ya no, por supuesto. No es creíble que una persona de su edad tenga tan escasos conocimientos de historia, sociedad o la vida misma, como para seguir esgrimiendo argumentos de niña de secundaria Montessori.

Esperaba otra cosa. Conocí a Olallo después del desastre de película llamada ¿Y tú cuánto cuestas? y deseé que le fuera mejor. Realmente. El hombre es honesto en su pasión por hacer películas y su deseo lo ha llevado muy lejos. Tiene ahora un par de horas de celuloide filmado con Edward Furlong y Peter Coyote en los papeles principales. Tiene una estupenda banda sonora hecha por Slash y tiene un gran ingeniero de sonido. Nada más.

No tiene nada. Creí por un momento que precisamente esa era su apuesta. Muy arriesgada, me dije. Una película que efectivamente no lo sea; que se acuse de sus propios defectos a cada segundo. Que acepte, como acepta, haberse fusilado cientos de otras películas sin ton ni son. Lo hace: justo cuando estamos pensando en Leaving Las Vegas, la menciona. Y menciona Matrix y usa a Hal, el robot de 2001, de Kubrick... Y fracasa. Porque no era cierto; no había riesgo ni contraparte. No había idea, no había guión y, efectivamente, no hay película.

La realidad: el infierno de Olallo Rubio

Rubio no tiene ni idea de lo que está viendo. Por eso no tiene idea de lo que está filmando. Sin embargo, es bueno para las imágenes y los efectos visuales y de sonido. Eso lo convierte en lo que realmente es: un buen director de comerciales. Ustedes saben, aquello de narrar una historia en 20 segundos...

Esta es, de hecho, la peor pesadilla de Olallo; caer en un sistema que él cree estar criticando. Pero si hasta los pintores más alternativos e innovadores tuvieron primero que aprender a dibujar académicamente (esto no es broma), así Olallo primero debería disciplinarse a contar historias con imágenes, antes de intentar ser un genio. Olallo debería filmar comerciales, guiones ajenos, pero con mucho rigor formal. Simple y sencillamente, él no cree que eso sirva para nada, e incluso se atreve a gritarlo en su película como si ello lo exonerara del atentado contra los espectadores que está cometiendo. No. No se puede menospreciar lo establecido cuando cualquier capítulo de cualquier serie infantil supera tu narrativa. Tal es el caso de Olallo. This Is Not A Movie es una repetición de las mismas tonterías que escupió en ¿Y tu cuánto cuestas?, sólo que esta vez disfrazadas de historia.

No me extraña que Olallo escriba tan mal (sus columnas de periódico son terribles), y tampoco me extraña que tenga dos temas de conversación repetidos hasta el infinito. Como tampoco me extraña que sea admirador del Subcomandante Marcos. Es un hombre al que le falta calle, le falta vida y le falta experiencia. Es un niño viendo el mundo desde una ventana pequeñita, creyendo que lo entiende.

Tal vez así sea mejor. Tal vez Olallo no soporte enfrentarse al mundo, al amor, al desamor, a la miseria o a la luz. Tal vez este vampirismo adolescente que lo hace ser el ídolo de miles de chavitos sea mejor, porque ahí está seguro. Ahí nadie lo alcanza. Ahí es Olallo, esa especie de combat-radio-dj y ahora combat-filmmaker al que personas como yo (según sus admiradores vendidos a Televisa y quién sabe qué mas idioteces) no podemos tocar ni con el pétalo de una rosa. Pamplinas. La película es simplemente infumable. Aunque ojo: ahí, atrás del niño imbécil, hay un cineasta. Lo puedo ver. Pero no va a surgir hasta que Olallo no se entregue a la vida y se le bote el tapón emocional que le impide dejar su zona de comfort. Él sabe a qué me refiero. Es un cineasta en potencia, completamente estreñido, sin valor para salir de un discurso absurdo, barato, iletrado e infantil. Ya basta Olallo. Mejor ve El Cisne Negro y toma para ti las recomendaciones que el personaje de Vincent Cassel le dice al personaje de Natalie Portman. O como dijera Lou Reed: “Take a Walk on the Wild Side”. Después hablamos.

Colofón para el mundo que empieza. A Kalimba le va a ir muy bien. Su carrera no sólo no está acabada, sino que acaba de comenzar. Eso sí: tiene que dejar de chupar. Si lo hace, no lo va a parar nadie, hasta la cima.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

Twitter: @KermitFranco
Email: rfranco@callemexico.com