domingo, 28 de agosto de 2011

Terror en el estadio: la patética trama del poder






Soltar plomazos afuera de un estadio lleno es un acto de terrorismo. Los que saben de armas, saben también que mientras más fuerte "truene el cuete", mayores oportunidades de éxito.

El volumen de los balazos es directamente proporcional al tamaño de la psicosis, que en este caso es el verdadero enemigo. A ver quién es el valiente que después de haber estado el sábado en el Estadio Corona de Torreón, vuelve al próximo partido.

Listo. Misión cumplida, mensaje entregado: te baleamos el estadio y por ahí no se vuelven a parar ni las moscas. Y la gente, que valora más su "seguridad" que su libertad, va a hacer caso de la exigencia de los que dispararon y va a dejar vacío uno de los tres estadios más bonitos de México. Porque para pasar de la comodidad chelera al pánico, la "masa" no requiere más que el susto.

Ahora, los efectos devastadores. Toda vez aterrorizada, la masa busca autoridad. Y encuentra, o bien esa autoridad o su ausencia. Ahí es donde arranca la verdadera cosecha del acto, la ganancia de pescadores. Quien haya revuelto el río es lo de menos, lo básico son estos resultados.

1) Puertas abiertas al estado de emergencia. El terror es una de las herramientas preferidas de los dictadores. Abre la puerta para el control de todas las personas que circulan por las calles; le da poderes absolutos a los gobernantes para "recuperar el control". Es como en los operativos en los que cayó "El Compayito": cateos indiscriminados, puertas rotas, allanamientos, y apenas una mala disculpa o la promesa de que alguien pagará los daños. Pero hay una justificación "moral", un objetivo "superior": reestablecer el orden.

Por ejemplo, con el 11-S los gringos ganaron carta blanca para invadir países, hacer negocios y guerras y, sobre todo, para hacer pasar la "Ley USA PATRIOT", con la cual pueden interceptar teléfonos, cuentas de banco, correos personales... Lo que sea, bajo el pretexto de "luchar contra el terrorismo".

En España, el 11-M fue la puntilla para el PP y la puerta abierta para el regreso del PSOE: su momento no pudo ser mejor para influir directamente en la balanza del poder en la Península. ¡Tres días antes de las elecciones! Entonces, ¿para quién trabajaban los terroristas?

En México, todo acto como el del sábado en Torreón, ha sido una justificación para "intensificar la guerra". No importa quiénes o cómo lo hagan, es la muestra de que lo que hace el gobierno está bien, y punto. O por lo menos eso es lo que dice el gobierno.

2) La violencia extermina sus propios objetivos. La idea es ganar poder y dinero, pero al final nadie gana nada. La economía se derrumba, los negocios cierran y dejan de producir las ganancias necesarias hasta para ser extorsionados y los políticos no saben si sus leales son leales. El sistema de la corrupción se autoconsume en una explosión de rabia y muere el objetivo principal: ganar.

Pero nadie piensa en eso cuando carga las armas, le echa gasolina a las camionetas y se lanza a balear un estadio. La idea es otra; hay una línea de comando, una instrucción y dinero de por medio. Y ya. No hay ideología que sobreviva al terror, ni ley que justifique estar a su favor o en su contra.

Esta misma semana, de hecho, van dos: la cancelación del concierto de Alejandra Guzmán y Moderatto en Acapulco, y el ataque contra el estadio de los Santos en Torreón. Nos están baleando el entretenimiento.

Bonito estadio, por cierto. Y bonita gente. Aún recuerdo la semifinal de la Sub 17 contra Alemania y los camiones de soldados afuera. O al señor que me saludó cuando salí de comer del restaurante La Majada al día siguiente. Llevaba una camioneta blanca y un arma gigantesca, pero no traía placa policial ni uniforme. Quién sabe para quien trabajaba. Y me acuerdo de la frase de uno de los locales que me dió la bienvenida a La Comarca: "esto se va a acabar cuando se vayan esos que llegaron". Pero eso no se ve cerca.

Antes, habría insistido en que los habitantes de La Comarca no cayeran en el miedo y siguieran llenando "la casa del dolor ajeno", pero hoy no sé qué decirles. No puedo decir que confiemos en la autoridad, ni mucho menos recomendar que nos armemos. De hecho, lo único que espero es que aún no sea demasiado tarde para Torreón. Porque si lo es, entonces es tarde para todos.

Colofón para el mundo que empieza. Les recomiendo Peter Pan, el musical en los Teatros Telmex. Por fin, un montaje en el que Garfio es el niño y Pan el villano egoísta, como en el original. Por otro lado les recomiendo Incendios, en el Foro Shakespeare. Los boletos vuelan y hay muy pocos lugares para verla; así que antes que se arrepientan ante los comentarios de sus amigos que ya la vieron, aseguren sus lugares. Los boletos de ambas (lo lamento) se venden en el horrible sistema TicketMaster.

Columna publicada originalmente en: http://www.callemexico.com

Twitter: @KermitFranco

Email: rfranco@callemexico.com



martes, 16 de agosto de 2011

Soldadera: ¿era humano Zapata?


Odio a Emiliano Zapata. Mejor dicho, odiaba. Porque Miguel Sabido acaba de hacerme creer que detrás de ese pretexto eterno de la pseudoizquierda mexicana hubo una persona.

Si fuera el portero del equipo enemigo, ése al que la turba le grita “eeeeeee... ¡Puto!”, me ofendería mucho más que me gritaran “eeeeeee... ¡Zapatista!” Por diversas razones, asocio a los “zapatistas” con lo más retrógrada de México. Gente que se pone el título no porque siga un ideal, sino porque no tiene ninguno. Gente que tiene nostalgia centenaria por un universo en el que todos trabajan, incluyendo los campesinos, menos ellos. “Zapatista” me suena a “oportunista”.

Zapata me era transparente. Jamás lo había notado claramente. Pero el sábado fui al Museo Universitario del Chopo (Enrique Martínez 10, Santa María la Ribera), a ver Soldadera, monólogo con el que Martha Zavaleta celebra sus 25 años de actriz, dirigida por Miguel Sabido, en éste, el texto final de un mural de siete obras históricas acerca de las Leyes de Indias. Con este monólogo -dice Sabido- se retira del tema y lo entrega para estas obras sigan siendo montadas en las escuelas.

Recientemente he visto dos: El Juicio de Hidalgo y Soldadera. En ambas, Sabido ha logrado mostrarme los lados desconocidos de los personajes y sus actores. En “Hidalgo” mostró a un Jorge Ortiz de Pinedo completamente diferente al de la televisión. Está por demás decir que en “Soldadera” hace lo propio con Martha Zavaleta.

Pero sobre todo lo logra con los héroes de la Patria. Muestra lados que en ninguna escuela, o ninguna teoría histórica, quedan tan claros. Tal vez sean licencias del autor, tal vez no. Lo cierto es que siempre parecería que Sabido estuvo ahí, metido en sus alcobas, sus oficinas. En el caso de Hidalgo, aún me sorprende su teoría acerca de la negativa del héroe de avanzar desde el Cerro de las Campanas hacia la Ciudad de México. Pero me parece muy lógica: no tuvo el permiso de los jerarcas indígenas. Ahora, en Soldadera, Emiliano Zapata se vuelve “Milo”, definido por la soldadera de esta manera: “qué ojos tenía ese hijo de la chingada”.

Surge una cierta simpatía. Por Zapata, sí. Una sensación de que no tenía mayores opciones que tratar de terminar la labor emprendida por Miguel Hidalgo contra las Leyes de Indias del siglo XVII, que -de acuerdo a Sabido- crearon dos países dentro de uno, el de los indígenas y el de la “gente de razón”. Los resabios de esa legislación siguen vigentes en usos y costumbres hasta hoy, y unen históricamente a los personajes de la Independencia y la Revolución.

¿Será posible que Sabido le haya pegado al común denominador que engloba, con 100 años de distancia, nuestras dos guerras internas más importantes? ¿Todo lo que aprendí en la escuela hasta hoy lo necesitaba para explicarme que el problema completo radica en la fundación misma de México?

Puede ser. Tan es así, que saliendo del teatro me fui a echarle un ojo a las Leyes de Indias. Son horrendas, pero explican mucho, incluso la necesidad de que hayan surgido para poner orden en una República infundada. Tal vez, sin estas leyes, tampoco habría país. Así que sí: la soldadera, Hidalgo, Zapata, deben ser vistos “a lo Sabido”: como resultantes de un sistema, no tanto como motores totémicos de una historia que se mueve sola y que como gran marea, arrastra consigo cada gota de agua. Una de ellas es la soldadera, que al contarnos su vida, lleva nuestras mentes por las calles, los trenes, los campos de batalla, las haciendas incendiadas... Nos explica la barbarie sobre la que está sustentada nuestra “hermosa” Nación.

Sabido no complace ni se autocomplace. No hace diferencias reales entre Díaz, Madero, Huerta, Obregón o Calles. No pone las cosas en contextos moralistas que nublan hasta la visión más empecinada en encontrar la verdad. Mejor convierte a Hidalgo en un subordinado de la ley de los indígenas y a Zapata en un hijo de la chingada de bonitos ojos. Pero con un corazón que le late. Con razones fundadas. Y en medio de esa visión, parece que por fin alguien explica qué tienen que ver esas personas con nosotros, con el hecho de leer el periódico, pagar impuestos, o salir a trabajar, en este 2011.

De Martha Zavaleta, sólo puedo agradecerle que sea ese tamaño de actriz, y que me haya llevado a viajar por tantos estados de ánimo sin que me diera cuenta. Cuando recobré conciencia, eso sí, algo había cambiado en mi. Había viajado a bordo de un tren. Uno que, por fin, hace sentido.

Por cierto, sólo va a haber ocho funciones. Quedan seis. Las celebro. Hubiera sido mucho peor que nunca hubiesen ocurrido. No se la pierdan.

Soldadera, Monólogo de Martha Zavaleta.
Autor y Dirección : Miguel Sabido.
Foro del dinosaurio Juan José Gurrola.

Viernes 19 y 26 de agosto, 20:00 hrs.

Sábados 20 y 27 de agosto, 19:00 hrs.

Domingos 21 y 28 de agosto, 18:00 hrs.

Localidad general $100.00
Estudiantes con credencial vigente, maestros, UNAM e INAPAM, $80.00.
http://www.chopo.unam.mx/teatro.html

Colofón para el mundo que empieza. Vayan preparando el puente aéreo. Como miles de mexicanos, estoy pensando ir a la final del Mundial Sub-20 en Bogotá. Y ahora que me entero que esa ciudad está a cuatro horas y media de esta ciudad, menos que ir a Nueva York, pienso: ¿y si aprovechamos que el dólar está a punto de irse a la basura, le ponemos impuesto a todas las drogas naturales igual que los holandeses y abrimos un mercado común con América Latina? Podríamos comenzar con América Central hasta Colombia, a ver qué pasa. Eso sí, Venezuela no entra hasta que no se largue el cerdo canceroso que los gobierna. ¿Sería imposible? Hombre, lo mismo decían de dos equipos mexicanos entre los cuatro mejores de dos mundiales en el mismo verano... Cosa de permitir.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

Twitter: @KermitFranco

Email: rfranco@callemexico.com

martes, 9 de agosto de 2011

TicketMaster: pésimo servicio, siempre





¿Soy yo solamente o ustedes comparten mi sentimiento de desesperación y enojo con TicketMaster?

Soy un usuario regular. Les compro porque no tengo opción; no hay competencia. Si la hubiera no dudaría ni por un instante en mandarlos por donde vinieron y jamás volvería a usar sus servicios.

Me recuerdan al Telmex de antes de la privatización. O a los cines de Operadora Cotsa. Somos usuarios cautivos de un monstruo torpe, amorfo y decadente. La imagen de TicketMaster ante nosotros, sus usuarios, es la de un animal gordo, inútil y lleno de gases.

No puedes obtener información, tardan años en contestar, a veces no hay ni mapas de los inmuebles en los puntos remotos, el personal de atención al usuario está mal capacitado. La lista de quejas es interminable.

Usen ustedes el espacio de comentarios y cuéntenos sus experiencias. Por lo menos podemos quejarnos juntos, porque en TicketMaster nadie nos va a escuchar. Lo digo con conocimiento de causa y debo contarles una historia para explicar por qué. Si ustedes tuvieran acceso a la directora general de TicketMaster, ¿qué le dirían? Y mejor aún, ¿creen que se resolvería algo? Les aseguro, sin temor a equivocarme, que no.

La historia que jamás debió ser publicada

El viernes pasé 40 minutos esperando una respuesta del centro de atención a clientes de TicketMaster, en el 5325-9000. Quería saber cuándo podía recoger unos boletos que no pudieron ser entregados por mensajería. Las dos llamadas de mi celular son comprobables. El precio va por mi cuenta. No sólo pagué por los boletos y el "servicio". Pagué las llamadas que nunca fueron contestadas.

¿Por qué? De acuerdo a Lorenza Baz, directora de TicketMaster, porque "el anuncio de Justin Bieber les saturó las lineas". Este es mi límite. Es hora de comentar que hace más de 10 años, Alejandro Soberón Kuri, presidente del consejo de CIE (que engloba TicketMaster), me hizo una propuesta.

Trabajaba para El Economista y llevaba varias publicaciones criticando el servicio de TicketMaster. Soberón me pidió que no lo hiciera más, a cambio de reunir al consejo de la empresa y su directora, Lorenza Baz, para comentarles directamente mis quejas. El objetivo: mejorar el servicio.

Soberón me propuso que en lugar de reventarlos a periodicazos, les ayudara a resolver el problema. Acepté. A final de cuentas, los dos buscábamos lo mismo: el beneficio de los usuarios (y mis lectores).

En aquel entonces, Soberón llegó puntual, a las 9 AM, y el consejo de TicketMaster me escuchó. Haya sido o no por esa reunión (no puedo adjudicarme ningún crédito) el servicio mejoró: al final, se usó la misma interfase de internet que en el resto del mundo, se acabaron las colas en los pasillos de los MixUp, y mejoró la estandarización en la capacitación de los operadores en distintos puntos de venta.

Pero surgieron nuevos problemas. Es lógico: si expandes una operación de ese tamaño, las necesidades de soluciones van a crecer exponencialmente. Es como tener una cola de un millón de personas esperando su lugar en la fila. Lo que no cambió fue la capacidad de la directora para prever esas necesidades. ¿Vas a tener un gran evento? ¿Vas a anunciar a Justin Bieber? Por lo menos debes tener un sistema de atención para el resto de los clientes a los que ese evento no les interesa. Nada justifica cargar la cuenta sobre los usuarios finales, mucho menos si cobras por el servicio.

La gente a la que no le importa Pearl Jam o Justin Bieber... ¿Debe pagar porque TicketMaster está ocupado con ellos? La política parece ser: cuando ocurre algo que nos importa a nosotros, todos los demás se amuelan. Teatros pequeños, eventos deportivos... Todo se va al caño porque TicketMaster no está para ustedes.

Hay muchas prácticas desleales en TicketMaster. Entre las que me han afectado como usuario recientemente se incluyen: abrir la venta de los boletos de U2 a todo el público en la preventa para fans, la evidente especulación de lo boletos de la final Pumas-Morelia en CU, y la asquerosa práctica de tender una trampa electrónica que hace que a muchos consumidores nos atoren con la Guía TicketMaster (un mamotreto inútil que nadie compraría de otra manera) y un "seguro" de boleto. Me incluyo entre los que han caído en esa trampa. Si ustedes no se fijan, y no "des-seleccionan" esa opción de compra, les venden esas porquerías que ustedes no quieren.

Por otro lado, continúa la flagrante e ilegal práctica de seguir haciendo "preventas", que violan varias leyes de la Profeco y hasta la Constitución.

Pero más allá de eso: olvídense de llamar al centro de atención a clientes para pedir un reembolso, o siquiera una explicación: nadie contesta.

¿Quién es responsable?

Lamento personalizar esta columna. Es un escalón de muchísimo fondo, pero no tengo opción: muchos de los problemas de TicketMaster se deben a la pobre visión y falta de asertividad de su directora, Lorenza Baz.

TicketMaster es un buen sistema, pero requiere una operación que esté por encima de su operación. El nivel de mantenimiento y actualización que necesita requiere una dirección precisa, visionaria, no reactiva. Lo peor que puede sucederle a un sistema que maneja tal tráfico de operaciones, es que su directivo principal "reaccione" a los desastres, o "pretexte" las explicaciones por las cuales el servicio es deficiente. Se necesita alguien con una mirada precisa, enfocada, que no permita laxitud.

No hay espacio para tantos errores en un sistema que cobra cargos por servicio en casi todas las operaciones de boletaje que se efectúan en este país. Lorenza Baz es responsable de esas operaciones desde hace más de una década, lo que implica que ha tenido todas las oportunidades de resolverlas. O de que esta columna jamás hubiera sido escrita. Eso implicaría el éxito de la "operación Soberón", para mejorar TicketMaster en beneficio de los usuarios. Hoy declaro que hemos fallado. El servicio de TicketMaster en México es patético.

Por cierto, el viernes se lo dije a su directora con esas palabras. Pero ya no espero que mejore nada.

El viernes decidí cerrar la línea abierta con Lorenza Baz. Hasta aquí llego. No puedo seguir llamándola para comentarle el suplicio de usar TicketMaster, porque no sirve de nada. Ella no puede con el paquete. Punto. Y las condiciones de uso del sistema empeoran geométricamente ante su complacencia.

Me duele llegar a este punto y estoy seguro (ella lo sabe) que he hecho todo lo que está en mis manos para evitarlo. Pero no hay más: Lorenza Baz no ha hecho su trabajo. TicketMaster es deplorable en su servicio, su operación y su atención a clientes. Es necesario nombrar una nueva directora, o director. Eso, o que TicketMaster siga siendo el dolor de cabeza cotidiano de sus millones de usuarios.

Colofón para el mundo que empieza. Es hermoso cuando la política y la farándula aceptan su verdadera vocación y se dan el "sí". Felices todos, la Gali, Fer, Manuelito e Ivonne, tan estelares como siempre. ¡Que vuele el arroz y se destape la champaña! Cómo me encantan estas pequeñas monarquías.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

Twitter: @KermitFranco

Email: rfranco@callemexico.com