martes, 26 de octubre de 2010

Y ahora, es momento para el teatro

Una de las industrias que está comprendiendo mejor a sus consumidores es el teatro comercial de México.

Se reorganizaron, invirtieron, encontraron la manera de atraer a la gente y están resurgiendo con teatros llenos. A continuación, los elementos que están consiguiendo este pequeño milagro.

1) Temporadas cortas, sin engaños. Dicen doce semanas y son doce semanas. Han desacostumbrado al público de aquella mala práctica de mentirles con el “últimas semanas” que se prolongan hasta el infinito. Los productores se dieron cuenta que es mucho mejor hacer tres meses a teatro lleno, que abrir un montaje y esperar a que la gente levante sus cansados glúteos de la sobremesa pensando que “la próxima semana, tal vez” se animen a ir.

2) Venta anticipada. Le ponen fecha de preestreno, fecha de estreno, y día en que salen a la venta los boletos, hasta con un mes de anticipación.

3) Elencos estelares. Giménez-Cacho, Yazpik, Bruno Bichir, Bárbara Mori, Plutarco Haza... Incluso en temporadas cortas, es redituable montar La Güera Rodríguez con un elenco enorme (incluyendo a Murray, Chantal y Bonavides), siempre y cuando el teatro esté lleno.

4) Publicidad atractiva. Por fin el teatro entendió que está compitiendo con el cine. Los nuevos anuncios de la cartelera de teatro están haciendo un marketing efectivo en ese sentido. Mucho del diseño parece estar anunciando una película. No hay pecado en ello.

5) Licencias exitosas. Gerardo Quiroz compra Sin Tetas no Hay Paraíso (va para el Independencia); Ortiz de Pinedo le arrebata al cine Cuando los Hermanos se Encuentran (para el Diego Rivera). Gilbert y Compeán prefieren un clásico neoyorquino como God of Wrath (Un Dios Salvaje)...

6) Nuevos teatros. Alguien abre uno nuevo en Interlomas, dentro de un centro comercial. El Deportivo Chapultepec ya tiene el suyo; Héctor Suárez ha encontrado su nicho en Santa Fe...

7) Los teatros con público “para intelectuales” son abordados por los productores privados. ¿O por qué creen que el Helénico celebra cada nuevo proyecto de Ortiz de Pinedo?

8) Nuevos días, nuevos horarios. Las funciones de la 1 de la tarde para adultos en domingo le funcionan tanto al Teatro El Milagro (con Joaquín Cosío y Silverio Palacios en Emigrados) como al Aldama (con Timbiriche, el Musical). Margarita Sanz tiene los martes en el Helénico; Roberto Sosa los miércoles. Antonio Calvo abre desde el martes el Julio Prieto (con Bullying, de Adriano Numa).

Sumen estos elementos y verán que algo está sucediendo en el teatro mexicano. Todo el mundo habla de crisis, de violencia... Pero la maquinaria del entretenimiento más significativo e importante de una sociedad civilizada (el teatro) anda y parece estar cobrando más y más fuerza.

COLOFÓN PARA EL MUNDO QUE EMPIEZA. Y esto no es todo. Los del PRD (simpático partido político que tenía un loco como candidato, ¿se acuerdan?) festejan la aprobación de hasta 50 millones en incentivos fiscales deducibles de impuestos para personas y empresas que quieran sumarse al teatro. Por si faltaba algo.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com
Twitter: @KermitFranco
Email: rfranco@callemexico.com

lunes, 11 de octubre de 2010

Biutiful: renace mi fe en el cine

Primero los calificativos. Hermosa, profunda, brillante, emotiva. El triunfo de una generación que sólo por haber llegado a este nivel de entrega justifica toda su existencia. Obra maestra.

¿Suficiente? Porque la tentación es la de seguir y no describir nada más de Biutiful, la película con la que Alejandro González-Iñárritu nos ha callado la boca a todos aquellos que pensábamos que lo suyo era sólo la imagen y que las historias le eran un pretexto desde que de alguna manera fue encumbrado en Hollywood. Babel parecía darnos la razón a los pesimistas y críticos de todo. Pero Biutiful está ahí para que nos pongamos al servicio, meramente, de su difusión.

Dijo González-Iñárritu cuando presentó Amores Perros que él no hacía películas para que las vieran solamente sus amigos; que su intención siempre fue llegar al mayor número posible de personas. Asunto cumplido. Pero en el caso de Biutiful, tal vez lo mejor que podamos hacer las personas de medios es cooperar con la causa, y ya. No intentar reseñar y mucho menos criticar. No revelar nada de lo que la gente verá.

Eso intento con esta no-reseña. Los periodistas, ya lo dijo José Ramón Fernández, tenemos una sola moneda de cambio: la credibilidad. Pero los que además hacemos crítica de cine tenemos la subjetividad. La gente elige a sus reseñistas. A veces van a ver la película que alabamos y a veces la que criticamos. A final de cuentas, las películas las fabrican los espectadores en sus cabezas. A través de la empatía o el odio hacia el reseñista, la gente simplemente (a veces) elige.

En este caso, si en algo les he sido creíble a ustedes, mis queridos lectores, sólo les digo: vayan a ver Biutiful. Y ya sea que salgan de la sala con una sensación de angustia o de llanto, o una gran alegría, no saldrán defraudados.

Biutiful es un puesto de observación. El cineasta se sitúa en el centro de Uxbal (Bardem), un hombre común que está a punto de vivir lo más importante de su historia personal. Desde ahí, se asoma no sólo al mundo entero, sino al drama mismo de la existencia. Así de fuerte. Tal vez por eso, ahora sí logra incluir todas sus obsesiones - la globalización, la sincronicidad, las historias entrelazadas, el caos, el cosmos, las causas y los efectos, el instante después de la muerte- sin que éstas sean las premisas. Ahora el cineasta está en lo correcto: Uxbal es el punto desde el cual observamos esas cosas, no al revés. Ya no es el adoctrinante González-Iñárritu. Ahora es el cineasta.

Si a eso le sumamos la maestría de Bardem y su rendición de este personaje extremo, el extraordinario casting, la lucidez (sí, lucidez) de la cámara del director, y el compromiso absoluto con la creación que emana de esta película, el resultado es alucinante, hermoso, brillante.

Pero… Ah, caray. Ya la estoy reseñando. No. Hasta ahí. Vayan a verla. Punto. Sólo una aclaración: la generación a la que me refiero es la de Martín Hernández en el diseño de sonido, Lynn Fainchtein en la investigación musical, Brigitte Broch en el diseño de producción, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón como productores asociados, el fotógrafo Rodrigo Prieto...


El camino de regreso a los óscares


El 22 de octubre se estrena Biutiful en México, y ya ha sido enviada por la Academia Mexicana para tratar de ser nominada al Oscar a Mejor Película en Lengua Extranjera. Además, en diciembre se estrena comercialmente en Estados Unidos, justo a tiempo para ser nominada a los otros Óscares. González-Iñárritu le ve posibilidades de ser nominada. Yo le veo muchísimas. Bardem tiene ya la Palma de Oro para Mejor Actor en Cannes y no dudo que esté sentado una vez más entre los contendientes en el teatro Kodak. La película lo merece, por mucho. Y trae detrás la fuerza que por derecho propio ha construido su autor.

Más allá de los nacionalismos, la película es enorme. No puedo evitar, sin embargo, sentir orgullo de compatriota por González-Iñárritu. El amor filial es así: cuando criticas, criticas en hipérbole. Cuando adoras, te enamoras. Esto que estoy diciendo no es objetivo, pero… ¿qué lo es? Lo bello no es objetivo, está en el ojo de quien lo mira. Biutiful para mi es precisamente eso. Todo lo demás está en manos de ustedes.


Colofón para el mundo que empieza. Parte 1. Que Tiziano Ferro es gay. Ah. A ver cuándo se salen del clóset todos los jotengues disfrazados de albureros que se la han pasado haciendo chistes de bigotes, fierros y demás obsesiones con el pene, que por lo visto les encanta. Por otra parte, Tiziano es gay. ¿Y? Como que a nadie le importó. No pensé que a la gente le dejaran de importar tan rápido estas “noticias”. A la otra estos neohéroes de la homosexualidad nos van a deleitar con algún escandalito de basurero en el que le pusieron el cuerno a sus parejas con unas muchachas. ¿Lo dudan? Yo no.


Colofón para el mundo que empieza. Parte 2. Aguas… Esta cosa llamada Festival Olímpico Bicentenario tuvo toda la marca de fábrica de una celebración porfirista. Así estaban en 1910. Lean otra vez México Bárbaro y acuérdense: Reforma también fue hace 100 años el escenario de estas payasadas, impunidades y exageraciones del gobierno imperial de entonces. Después les reventó todo. ¿A qué juegan, mis queridos empleados (nosotros pagamos sus sueldos) de los gobiernos de este país? ¿Ya enloquecieron? ¿Otra vez?


Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

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miércoles, 6 de octubre de 2010

40, El Musical: "Capitán, volvimos a tocar fondo

Barcelona.- No sé a qué le aplauden. Tal vez los españoles sean parte de un complot para acabar con el buen gusto, o simplemente ya se les acabó después que programas como "Vuélveme Loca" o "Corazón, corazón" les secaron el cerebro.

Lo entiendo menos de la ciudad de Gaudí; del país de Picasso y Velázquez. No entiendo como en la pelea entre Góngora y Quevedo no haya ganado nadie y no haya quedado ni el concepto ni la forma.

O tal vez sea solamente cuestión de idiosincracia: los que hablamos español creemos que nos gustan las comedias musicales y creemos que sabemos lo que son. Nos imaginamos pobremente que tienen que ver con el canto, la música y las emociones baratas, pero simplemente no les entendemos. Me queda claro en el caso de México: los "grandes productores" de comedias musicales no hablan inglés y, por lo tanto, no le entienden a la obra cuando la ven. Por eso, cuando la "adaptan" les queda como les queda y logran que los clásicos del género queden reducidos a montajes que celebran si logran llegar a 150 funciones.

Lo peor no es eso. Lo peor es que la aparición del musical Mamma Mia vino a empeorar las cosas. No sólo abrió la puerta para una generación entera de pésimas comedias musicales, sino que hizo creer a los productores hispanoparlantes que bastaba desempolvar el catálogo y pegarlo en un mal libreto para "crear" una "comedia musical".

Después de Mamma Mia nada ha sido realmente bueno. Los experimentos van de horror en horror y en esa galería de la perdición podemos empaquetar desde Hoy no me puedo levantar con música de Mecano, hasta Mentiras, con un champurrado de canciones de los años 80.

Lo malo es que son un éxito. Tienen no sólo público, sino mucho. Y duran hasta años en las carteleras. Me explico ahora... ¿qué tan malas son estas obras?

Cuéntame un cuento abuelita... O mejor no.

Se supone que el teatro es un género narrativo. Hay una historia escenificada. Pero en estos "musicales" no la hay. Lo que sí hay son elementos primordiales que los productores encajan, entrometidos en las canciones, para que la gente muerda un anzuelo. Y la gente lo hace, más por tener cerebro de pescado que por otra cosa. Estos elementos son:

Un gay que se revela como gay, o una escena lésbica gratuita.
Una boda.
Una escena de celos.
Una fiesta.
Una persecución.
Una infidelidad.
Una escena onírica.
Una borrachera.
Un bar.
Un señor mayor medio chistoso.
Un funeral.
Uno o varios nerds traumatizados por alguna circunstancia de la vida.
Una colección de hits de radio.

Eso tienen en común todos estos "musicales". Mamma Mia no pertenece a ellos; ahí si hay historia, desarrollo de personajes, y una colocación impecable de las canciones al servicio del género. Pero los productores y el público de España y América Latina no lo entendieron jamás. Son nacos, pues. Fanáticos inconscientes de lo kitsch. Comparar estos productos con el original de Abba es como comparar la réplica del David de Miguel Ángel en el tablero de un Ruta100 con el original en Florencia.

Entre estas obras se encuentran Hoy no me puedo levantar, Mentiras y ahora 40 el musical, basado en las canciones que han sido éxitos en la estación de radio Los 40 Principales, de España. Lo que describo es lo que hay: diálogos inanes, situaciones que pasan por ninguna razón, personajes apenas dibujados como pretexto para hilar una situación karaoke interminable que dura casi tres horas, y un público... Feliz. Sí, feliz.

¿Por qué? Sepa el Demonio. Tal vez sea él, de hecho, quien esté detrás de todo esto. De hecho, muy a la destapada que se cargan ahora en España, a la obra entran niños para oír hablar de culos, condones y pijas, con un desparpajo que sólo se entiende como contraparte perfecta (aunque no más profunda) al país de Francisco Franco y las películas de la Niña Marisol. Tal vez sólo en un país en el que los ultraconservadores mandaron matar tantos republicanos en nombre de Cristo Rey, se entienda poner a un sacerdote vestido de obispo abrirse la sotana para bailar en tanga al ritmo de una canción de Raphael, en una "comedia" para toda la familia.

Pero la ultraliberalidad tampoco hace mejor el producto. En sus hechuras estrictas, 40 el musical es basura. Aunque tiene un detalle muy interesante para México.

Gerardo González: ¿Quién lo iba a imaginar?

El actor mexicano Gerardo González se lleva los más grandes aplausos del montaje. Tal vez ustedes lo recuerden en sus primeros años de televisión como "Porkirio", en la nunca olvidada serie Cachún Cachún Ra Ra. O tal vez de alguno de los muchos musicales en los que actuó para Ocesa y Morris Gilbert. El Fantasma de la Ópera, El Full Monty, etc. Pues Ángel Suárez, productor ejecutivo de este montaje y de Hoy no me puedo levantar, se lo llevó a Madrid para estrenar 40 el musical, y al año decidió radicarlo en Barcelona para que levantara ahí la temporada que se estrenó apenas el pasado 9 de septiembre.

Y digo "levantara" porque eso hace. El público sencillamente lo ama. Desde que aparece hasta los aplausos finales, le festejan cada cosa que hace, ríen, se emocionan, se conmueven. Parecería ser cierto aquello de que nadie es profeta en su tierra, porque allá, en Barcelona, Gerardo es, sencillamente, una estrella.

Justificado está, por lo visto, el gran sueldo, el piso con vista al mar de La Barceloneta, y las ofertas para que se quede como director residente del musical y estrene, además, el próximo proyecto de la compañía; un musical basado en las canciones de Joaquín Sabina.

Ni más, ni menos. Entre líneas, fuera de reportaje, Gerardo González comenta su suerte igualito que aquellos que de pronto, en vida y sin esperarlo, fueron al fin reconocidos por su talento. Así las cosas. A nivel artístico, hoy por hoy, es el mexicano que más triunfa en España.

Colofón para el mundo que empieza. Mucho mejor la preventa para fans de U2 en el segundo concierto. Esta vez, Ocesa no cometió la tontería de vender la membresía para que todo mundo pudiera ocupar su sitio de Internet y que los boletos se fueran rápidamente por el caño. Tal vez, sólo tal vez, la presión de la realidad los despertó un poco de su soberbia. La venta condicionada con Banamex termina hoy. Sigue siendo una práctica ilegal. Tal vez algún día operen las leyes en este país. Hoy no.

Columna publicada originalmente en www.callemexico.com
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