martes, 28 de diciembre de 2010

"Tron, el legado": el futuro dentro del futuro, dentro del futuro...




Largas filas afuera de los cines. Familias enteras arrastradas por sus hijos para ver la segunda parte de una película que nunca fue tan buena para ser un clásico, ni tan mala para ser de culto.

Tron es un misterio. Surgió cuando la gente acababa de descubrir las infinitas posibilidades de la realidad virtual. Estamos hablando de apenas unos años después de la comercialización de las primeras consolas de videojuegos para las casas, que en México se llamaron NesaPong.

Sí, era una novedad. Uno podía ir a la casa con este circuito impreso en una carcaza de plástico ABS (acrilo nitrilo butadieno estireno para los cuates), que tenía dos perillas, bloquear la señal de la televisión en el canal 3 o 4, para sustituir la antena por un juego con dos raquetas y una pelotita virtuales.

Ingenuos de nosotros, pensamos que todo terminaría ahí. Pero ellos (esa especie de gobierno secreto casi extraterrestre que siempre va un paso más allá) apenas estaban comenzando. Hoy, unos treinta años después, escribo esto en una pantalla portátil, mientras a un lado mi ahijado de 13 años juega Call of Duty Black Ops en una consola XBOX, amarrado a una diadema y un control. Él platica con sus amigos. Yo platico con ustedes. Además, he decidido voluntariamente no publicar esta columna en papel, sino entregarla exclusivamente por internet. El futuro es real.

Esa es precisamente la teoría de Kevin Flynn, el personaje de Jeff Bridges en Tron; que la "Matrix" existe, que hay un portal entre los mundos real y virtual. Y que puede ser cruzado. Él lo llamaba "destino".

Todo iba bien, hasta que los programas cobraron vida. Ustedes saben, esa vieja teoría de la ciencia ficción que cristalizó en el Yo, Robot, de Isaac Asimov: la inteligencia artificial. Ese instante en el que la materia cobra conciencia. Ese brinco que nos sucedió a los seres humanos y que -¿por qué no?- podría sucederle al metal o al silicón. Ahí comienza, casi siempre, la suposición de que nuestras creaciones se rebelarán. La máquina contra su dios, el ser humano. De Terminator a Blade Runner, ustedes conocen las hipótesis.

Lo chistoso es que este pensamiento es mil veces más elaborado que el guión de Tron y, sin embargo, la película conserva una fascinación muy especial alrededor de esta teoría. En los años ochenta, Kevin Flynn logra, en efecto, cruzar el portal. En el 2010, sigue extraviado adentro, escondiéndose de sus propias creaciones, atrapado para siempre en el mundo que él creó.

Todo fue culpa de unos carritos...

Les digo, todo estaba bien con las raquetas y la pelotita virtual. Pero, ¡ah no! Tenían que llevarlo más lejos. Crearon un videojuego en el que cada persona manejaba un carrito, que iba dejando tras de sí una estela luminosa. Esa cauda era sólida para el contrincante, de modo que si no se ponía vivo al dar vuelta, se estrellaba contra la pared virtual que había construido el otro.

Ese fue un gran salto en los juegos de video. Había, por fin, una posible trama. No era difícil imaginar a dos conductores jugándose la vida en una arena virtual, y había que admitir que a nadie le gustaría ir manejando. Ese es el portal que imaginaron los creadores de Tron: ¿Qué sucedería si alguien pudiera realmente jugársela de esa manera? ¿Qué clase de guerrero loco se arriesgaría? ¿Y cuánta idolatría lograría alguien que pudiera sobrevivir a tan brutal competencia? No olvidemos que pertenecemos a la misma raza que en tiempos del Imperio Romano pagaba por ver a personas matarse. No olvidemos que el subtítulo de la Tron original, de 1982, era "El Gladiador Electrónico".

El portal, de hecho, existe. Y es precisamente ese, la imaginación. Tal vez por eso Tron es fascinante, a pesar de su ingenuidad, de lo básico de su anécdota, o del indiscutible hecho de que su popularidad está basada en sus efectos visuales y de sonido. De hecho, así está anunciada en formato IMAX 3D en Estados Unidos, como "la experiencia", porque es lo más cercano a una atracción al estilo de los Estudios Universal, pero de dos horas de duración y en un cine.

Además, de nuevo, haciéndole honor a su origen, la película "conecta" con la audiencia. Es adorable la secuencia en la que el padre que lleva casi 30 años encerrado le pregunta a su hijo cómo está el mundo. Y él le dice que todos están conectados por Wi-Fi. Kevin Flynn pregunta: "¿Wi-Fi?", y cuando su hijo le explica, sonríe con un atmósfera íntima de triunfo y derrota a la vez.

Tal vez eso hace entrañable a Tron desde hace casi tres décadas: su personaje central es un perdedor, siempre. Es alguien que, como todos nosotros, se hace un esquema de "la meta final" y desde ahí explica el mundo entero, pero -como nosotros- fracasa ante las preguntas definitivas. Alguien que, como todos, tiene que encontrar refugio en las cosas más sencillas para no enloquecer o perder la esperanza.

Un personaje que vive media vida real y media vida virtual. Como nosotros. En eso, los creadores de la película original triunfaron: la premisa era correcta y hoy en día el tema está más vivo que nunca. La profecía se cumplió. El portal ha sido cruzado. Estamos viendo a Tron desde adentro de su mundo aterrador.

Y sí: los efectos están fregones. Pueden ustedes ir a ver la película taquillera de la Navidad muy a gusto y no los va a defraudar.

Hugh Heffner: ¿en serio a los 84 hay sexo?

Crystal Harris, de 24 años, es la nueva prometida de Hugh Heffner, de 84. El magnate, dueño de Playboy, lo anunció por Twitter.

Yo me pregunto lo mismo que ustedes, no se hagan: ¿A Hugh todavía se le para?

Perdón, pero es que decir "¿tendrá erecciones?" no suena tan sabroso. Además es la pregunta de preguntas. ¿Tendrá lo que se requiere para atender a este bombonazo, o a final de cuentas será al mismo tiempo la leyenda más grande del machismo y el más grande cornudo?

Hago mi apuesta: sí se le para. Y bien. No tanto como para atender a la chamaca todo lo que ella necesita, pero suficiente como para competirle a dos que tres hombres mucho más jóvenes. Y ella le es fiel, no sólo por el dinero, sino porque le cae bien y hasta lo quiere. Y si no es así... ¡No olvidemos que Hugh tiene unos abogadazos! Ah, cómo me cae bien el muchacho. Hugh Heffner da enormes esperanzas para el futuro...

Colofón para el mundo que empieza. Esta es la última columna del 2010. Nos leemos el año entrante y les recuerdo que en el 2012 es el Fin del Mundo. Vayan poniendo sus barbas a remojar. Muy feliz 2011.


martes, 21 de diciembre de 2010

"Viva México, cabrones": Roger Waters

A nadie se le había ocurrido. A Roger Waters sí. Como si necesitara quedar bien con nosotros, abrió su primer concierto de la gira The Wall Live en el Palacio de los Deportes con esa frase futbolera que tanto nos une.

Debe gustarle venir. Mucho. Es su tercera gira aquí, y la Ciudad de México es la única parada en América Latina de The Wall. Después de esto comienzan las fechas en Europa.

Así que "Viva México, cabrones". Y no sólo eso. También su declaración de que el español es un idioma que "todos deberíamos hablar", su promesa de hablarlo en su próxima visita, y la modificación que le hizo a su producción en nuestro honor: ante la pregunta legendaria de la canción "Mother", "Mamá, ¿debo confiar en el gobierno?", en la enorme pared se leyó la frase "Ni madres guey". Esta traducción no literal de la respuesta original de Roger Waters, "No Fucking Way", certifica el siguiente hecho inexorable:

El Palacio de los Deportes es ahora un monstruo sagrado del rock.

Ocurrió. Tomó casi 20 años desde la presentación de INXS. Pero ocurrió. La presencia de Roger Waters y The Wall es la culminación del sueño de generaciones de rockeros mexicanos que antes iban a dar portazo y tirar chelas a la pantalla del Cine Metropolitan porque a algún valiente se le ocurrió proyectar ahí "The Kids Are Alright", de The Who.

El Palacio de los Deportes ha visto pasar a Jimmy Page y Robert Plant, a Paul McCartney, a Deep Purple y a Kiss. Pero ahora es uno de esos inmuebles legendarios que ha tenido el show original de The Wall. Y no solo eso: es The Wall a la mexicana, cortesía de Roger Waters.



"México, México"

No es gratuita la analogía con el futbol. ¿Se acuerdan de los primeros conciertos en México, cuando el público gritaba a la menor provocación "México, México", como si jugara la Selección Nacional? Pues Roger Waters revivió ese grito cuando se echó a la espalda una bandera tricolor que le aventó alguien del público. Es más: Roger la pidió. Y después dijo:

"Esos encendedores que prenden y apagan al ritmo de la música, es algo que no he visto en ninguna otra parte del mundo; la vez pasada lo hicieron mientras cantábamos 'Flickering Flame', es fantástico."

Ahí me acordé; eso mismo le escuché decir a Paul McCartney. "Sólo en México", dijo el exBeatle al pedir que la gente lo volviera a hacer el año pasado en el Foro Sol.

Así que es oficial. Lo de los encendedores es y será con el tiempo la aportación de México a la historia del rock. Y aquí regresa el futbol: lo más seguro es que nadie nos lo reconozca, porque ya nos volamos la ola, que se hizo popular y masiva en 1981 en un juego de Ligas Mayores en Oakland, pero se internacionalizó en el Mundial de México '86.

Última analogía futbolera: el Palacio de los Deportes se convirtió en un monstruo sagrado del rock con The Wall; igualito que el Azteca con la triple coronación de Brasil en 1970, o con el Gol del Siglo, de Diego Maradona ante Inglaterra en 1986.


La reseña colectiva, en la red

¿Quieren más reseñas, comentarios o fotos de The Wall en México? Sólo naveguen la red. La reacción ha sido instantánea y brutal: hay todo tipo de fotos, en todos los ángulos posibles, tomadas por los asistentes. E historias, salpicadas por sus autores directamente en los Facebooks y los Twitters.

Del concierto, habiéndolo reseñado en este mismo espacio hace algunas semanas, sólo diré: es The Wall. Y las palabras sobran. Nada es suficiente para describirlo.

Lo que sí me queda es esto: viví lo suficiente para ver al rock convertido en una realidad en mi país. Y para ver a Roger Waters abrir The Wall con un "Viva México, cabrones". Ahora vayamos por más. Vivamos para hacer de México ese lugar con el que todos hemos soñado. Si Roger Waters cree en nosotros, es que podemos. Venga entonces, me sumo a la celebración. Viva México, cabrones.

Colofón para el mundo que empieza. El Palacio de los Deportes no sólo puede sonar bien, sino perfecto. Deep Purple, Paul McCartney y ahora Roger Waters son la prueba de que todo depende del ingeniero de sonido. The Wall, en mi experiencia, sonó mejor en México que en Dallas y Las Vegas. Ahí nos lo deja Roger de tarea.

Un pequeño regalito postfechado. El domingo, Roger Waters sorprendió a todos al preguntar si era cumpleaños de alguien en la audiencia. Hubo manos que se levantaron de inmediato. Lo que sigue (abran el video y escuchen) es sólo otra muestra más de que, como dice el título de esta columna, el mundo ya se acabó.



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martes, 14 de diciembre de 2010

Spiderman en Broadway: el tren se descarrila...

Nueva York.- Las nubes negras que amenazaban exterminar el musical Spiderman: Turn off The Dark no sólo no han desaparecido, sino que se hacen más y más negras.

Vi un previo. Lo aclaro. La obra no ha sido estrenada oficialmente. Pero eso no evita que los nubarrones sean visibles. A leguas se nota el mar embravecido que tendrá que atravesar en las semanas que vienen. Voy por partes.

1) No es un espectáculo para Broadway. Antes de comenzar la función, uno de los productores ejecutivos sube a escena y advierte: "tuvimos que remodelar el teatro y es el único en el mundo donde podemos correr la obra". Es cierto. Para este tipo de shows hay que crear el teatro, como en los casos de Ka y Love, del Cirque du Soleil en Las Vegas. O como en el espectáculo Terminator 3D en los Estudios Universal. Un teatro normal no tiene tres consolas de audio, ni tres stage managers a los costados y al centro, ni esa iluminación. Lo único que les faltó fue que las butacas vibraran y tal vez hasta lo pensaron. O que tuvieran bocinas individuales como en el teatro del MGM en Las Vegas. Por eso están afinando y ensayando en Nueva York. Pero se están exponiendo a más críticas de las necesarias.

El esfuerzo no elimina el factor principal: no es una obra para Broadway. Es para Las Vegas. Traerla a Nueva York implicó enormes costos adicionales, porque ninguno de sus teatros estaba preparada para recibirla.

2) Está fuera de target de audiencia. Esta podría ser la espada de descabello, el tiro de gracia. Está dirigida a los niños y los adolescentes. Y ninguno de ellos tiene para pagar los 142 dólares que vale el boleto. ¿Los papás van a llevar a sus hijos a un espectáculo nocturno, en Nueva York, cuando en realidad quieren ver Wicked? Más aún, ¿lo harán cuando nadie pensó en ellos? Un adulto ve este montaje con la misma aburrición que el papá que lleva a sus chamacos a ver Barney al Metropolitan. Pero eso sucede en México a las 11:30 AM, no en Nueva York a las ocho.

3) La prensa la va a demoler. Los críticos del Times y del Post se están relamiendo los bigotes para pasarla por las armas después del 11 de enero, cuando se estrene. Son personas que tienen de su lado el mayor argumento: hay que defender la tradición y el nombre de Broadway. Y no hay nada que odien más que un espectáculo que los acerque a California o Las Vegas. Spiderman hace exactamente eso: no es una obra de teatro, es un show casi sin guión, disfrazado de comedia musical.

4) Los amantes del personaje los van a hacer pedazos. Este no es El Hombre Araña. Peter Parker parece Yurem: es un niño tarado, no el adolescente atribulado. Nunca queda clara la responsabilidad que tuvo en la muerte de su tío Ben. El Duende Verde parece a) iguana, b) monstruo de Viaje al Fondo del Mar. Carnage, Electro y los demás villanos están terriblemente realizados. Esas botargas son una vergüenza para la franquicia y no entiendo cómo Marvel las aprobó. Hay dinero por todas partes, espectaculares secuencias de video... Pero están terribles. No exagero cuando les digo que eran mucho mejores las del Spiderman de Alejandro Gou en el Teatro Metropolitan. Y la puntilla... "Arachne".

5) El guión. Dios mío. Arachne. Este punto es estructural y ya no tiene remedio, no a menos de un mes del estreno. Aquí sí parece que los escritores le jalaron durísimo a la mota y nadie los detuvo a tiempo. Arachne... Uff... Se trata de un mito grecolatino en el que una mortal quiso ponerse al tu por tu con la diosa Minerva (Athenea para los griegos) y le ganó. La mujer tejía hermosas telas, capaces de mostrar historias con tal belleza, que la gente pensaba que sus talentos venían directamente de la diosa. Pero la mujer lo negaba. Entonces Minerva la retó... Y perdió. De coraje, le destruyó su tela y la llenó de tanta culpa que ella se suicidó. Minerva la regresó a la vida en forma de araña.

Sí, esta es la historia central del musical del Hombre Araña: la relación entre Peter Parker y Arachne. Caray. ¡El guión está tan equivocado, que el personaje central es ella, no él! ¡Y nadie se ha dado cuenta que en ese punto radica la espantosa aburrición de todo el segundo acto!

¡Paren! ¡Es un error! Hagan más vuelos con sus increíbles aparatos, más secuencias de batallas, vuelvan a hacer las coreografías de peleas, pero por favor, eliminen ese personaje y demanden a los guionistas. ¿Quién les hizo la historia? Quien haya sido, los está matando.

Hay por lo menos cuatro números para Arachne, y de ellos dos son definitivos, ¡incluyendo el final! Este es el gran drama de Spiderman en Broadway: todos los vuelos están en el Acto 1, y el 2 parece un pretexto para darle teatralidad a un espectáculo infantil. ¿Lo mejor que se les ocurrió fue este invento clasicoide de darle todo el peso a un personaje mítico griego? Por Dios, cámbienlo antes que sea demasiado tarde.

México, presente




Los hermanos Billy y Fernando Rovzar, productores de cine, se aventuraron a meterle dinero a esta producción y sus nombres aparecen, flamantes, al lado de los demás inversionistas, que incluyen al legendario manager de U2, Paul McGuiness. Es seguramente una inversión mexicana histórica en el entretenimiento, y las razones detrás no son solamente monetarias. Como dice su perfil en el Playbill de la obra, Fernando Rovzar creció siendo fan de U2 y del Hombre Araña.

Además, según el mismo Playbill, Fernando piensa participar también en un montaje de la obra Noises Off, que se hizo legendaria con Carol Burnett.

Es muy impresionante y satisfactorio ver que hay inversionistas de ese tamaño en México. Esta es una apuesta grande. A nivel de productores de teatro, los Rovzar son nuestro Chicharito Hernández. Ahora ojalá se conviertan en nuestros Hugo Sánchez. Con aprecio, les deseo mucha mierda (expresión teatral que quiere decir que haya mucho público; se dice que es francesa y se refiere a las heces que dejaban los caballos que llevaban muchas carretas a los más grandes éxitos de los teatros de París).

Dos detalles más del Araña...

6) La producción. Cara, espectacular... Innecesariamente complicada. Si siguen así, van a tener que contratar paramédicos para cada función. Al menos uno de los arañas se va a lesionar feo.

Vi un previo. En esta ocasión no cuento los errores técnicos. Concedo, por supuesto. Y comento: lo mejor son las perspectivas a ningún punto de fuga que pretenden convertir las dos dimensiones del cómic en tres y visceversa. Por ahí va bien la cosa. Por supuesto, no duden que además verán algunas de las secuencias más impresionantes de escenografía y efectos en la historia del entretenimiento.

7) La música. No es la primera vez que Bono y The Edge le entran al mundo de los superhéroes. Antes lo hicieron con "Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me" para la película Batman Forever. En esta ocasión no hay mucho qué decir: el "score" y las canciones no son emocionantes. Tal vez si las cantara Bono...

El 11 de enero se estrena oficialmente Spiderman: Turn Off The Dark en el Foxwoods Theatre, en la Calle 42, entre la Séptima y la Sexta Avenida, en Nueva York. Boletos en www.ticketmaster.com.

COLOFÓN PARA EL MUNDO QUE EMPIEZA. Sábado, domingo y martes. Sí, los que vienen. Roger Waters hace The Wall Live en el Palacio de los Deportes. Tengo reportes de que el que haya tenido oportunidad de verlo y se lo pierda llevará una marca negativa para su Juicio Final. Ya saben. Allá ustedes.

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jueves, 9 de diciembre de 2010

Cristian Castro: la estafeta de José José ha sido entregada

¿Quién lo hubiera pensado? José José eligió sucesor y es Cristian Castro.

La jugada del hijo de Verónica ha sido magistral. Se le adelantó al mundo entero y se pasó por el Arco del Triunfo a todos los que soñaron estar en esos zapatos. En el video promocional del primer sencillo de su nuevo disco, "Viva el Príncipe", José pasa por Christian a su cuarto, le arregla la corbata como si fuera su padre, y le da el micrófono.




¡Le da el micrófono! Y no estamos hablando de cualquier cosa. Equivale al momento en el que Ultraman bajó del planeta Nebula M78 y le dio la cápsula de poder a Ayata. Es como cuando John Lennon declaró que la estafeta del rock británico le pertenecía a un chamaco llamado Elton John. Es un momento histórico.

¿Y por qué así, por qué ahora y por qué a Cristian? Simple; porque este cantante entiende perfectamente donde se está metiendo y supo abrir las puertas con todas las llaves correctas.

Primera llave: Rafael Pérez-Botija. "Lo des-retiré", me dijo Cristian. Y no sólo eso, lo puso a arreglar y producir nuevamente algunos de los mejores temas de José José. El hecho de ir a buscar a este hombre a España era evidente, pero nadie antes lo hizo. Cristian sabía dónde buscar.

Segunda llave: el respeto de las jerarquías. Cristian no está compitiendo contra José José, muy por el contrario, lo está mencionando en cada ocasion, alabándolo una y otra vez, repitiendo que “nunca jamás” habrá otro cantante como él. Está ganándose el derecho de piso en base al respeto.

Tercera llave: entiende las canciones mejor que nadie. Hay quien piensa que Cristian está imitando al Príncipe. No. Cristian está haciendo las canciones exactamente como son, parte por parte y tono por tono. Está en lo más difícil: caminando sobre los pasos del original con precisión, pero sin imitarlo. Esto, además, le asegura que el público lo va a querer oir.

Cuarta llave: la orquesta correcta, la imagen correcta. Véanlo en vivo. Es un espectáculo irresistible.

Hay nostalgia por tener un cantante que pueda abordar este repertorio, ahora que las capacidades pulmonares de José José no se lo permiten. Esta necesidad ha durado ya años, y por eso mismo Cristian va a tener muchísimo éxito. Lo van a contratar para cientos de shows privados en México, América Latina, EU y hasta España. Con esta idea el hijo de Verónica pegó de hit, le salió jonrón y la sacó del estadio. Que todos los que aspiraron por los favores del Príncipe se queden sentados: él ya eligió sucesor. ¿Quién lo iba a imaginar?

El Juicio de Hidalgo: teorías aterradoramente lógicas

Miguel Sabido me mostró la version de los acontecimientos torales en la vida de Miguel Hidalgo, por primera vez, en forma creíble. Sí, la obra El Juicio de Hidalgo tiene ese estilo de Miguel Sabido que recuerda a las pastorelas y los proyectos didácticos que hizo para televisión, pero tiene la primera versión que me suena lógica acerca de la decision de Hidalgo para no dar la última estocada a los realistas desde el Cerro de las Cruces. Y tiene una teoría muy creíble de la verdadera naturaleza de la relación entre Hidalgo y Allende. ¿Será que, al fin, Miguel Sabido le pegó al clavo y desentrañó el hilo de la madeja que nos llevará a saber un poco mejor quiénes somos? El Juicio de Hidalgo está en cartelera.

Colofón para el mundo que empieza. Sigo creyendo en el Teletón. Me parece un proyecto útil, necesario y transparente. Así declaro y por ello celebro ya más de una década de apoyarlos. Pues bien, ahora que se abrirá un CRIT en la Ciudad de México, háganme caso: visítenlo. Una sola caminata por ese lugar y no van a poder dudar más de algo tan bien hecho. Por lo pronto, el proyecto avanza y eso es lo que importa.

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sábado, 4 de diciembre de 2010

El escepticismo es una discapacidad

La frase es de Joaquín López-Dóriga. Me la dijo el año pasado en la cabina de radio del Teletón, aquí, en San Ángel.

Lo es. La prueba es que no conozco una sola persona que golpee al Teletón, que haya visitado un CRIT. Van de la mano. La ignorancia y el golpeo. De hecho, para sostener la incapacidad de reconocer las virtudes de algo, es necesario etiquetarlo. Etiquetarlo es desconocerlo.

Hagan sumas y restas. El escepticismo es ceguera. Y la ceguera es discapacidad. Lo malo es que estando abiertos los CRIT a cualquiera que quiera visitarlos, es una ceguera elegida. La gente elige estar enojada con algo que desconoce.

Me sumo a la invitación de Fernando Landeros. Entren a un CRIT, cualquier día de la semana. Vean, pregunten, hablen con las mamás, los papás y los niños. Y entonces hablamos. Antes no. Antes les doy una sola opción. Averigüen sus dudas, confírmenlas o desmiéntanlas y después me dicen si el Teletón es en realidad el fraude que muchos suponen.

Suponen. Lo subrayo. No supongan. Primero vean. Dénse esa oportunidad. Lo demás, es lo de menos. Saludos desde El Foro Teletón, en San Ángel.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

The Wall Live: el rock está vivo y coleando

Las Vegas.- "Hace 30 años estaba decepcionado del rock & roll, pero hoy puedo decirles que es un verdadero placer compartir esta habitación con ustedes", dijo Roger Waters el viernes al terminar otro concierto de la gira The Wall Live.

El desmontaje comenzó de inmediato en la MGM Grand Garden Arena. La gente no había terminado de desalojar el inmueble, y ya estaban removiendo la pared que Roger Waters construye y derriba en cada función. No era aleatorio; al día siguiente Waters tenía concierto en el Staples Center de Los Angeles y en la Arena MGM pelearían Juan Manuel Márquez y un tal Katsidis para unificar no sé qué títulos de boxeo.

Pero la gente seguía aplaudiendo. No hay encores. Es The Wall y ya. Y no hace falta más, mucho menos ahora que Roger Waters decidió darle un salto tecnológico impresionante a este concepto que estrenó hace ya 36 años, cuando aún existía Pink Floyd.







De hecho, la única manera de ver hoy en día la grandeza de Pink Floyd es a través de Roger Waters. David Gilmour sigue amargándose, engordando y tocando cada vez peor; Nick Mason es un ancianito y Rick Wright está muerto. Sólo Waters entiende todavía la enorme responsabilidad de poner esta música de regreso en los escenarios.

Dice Waters que decidió volver a hacer The Wall porque la pregunta de si sobreviviremos o no a nuestra propia tecnología sigue vigente. Que hace 36 años él era un hombre asustado, que ahora ha superado esos miedos, y que para él es precisamente el miedo lo que lleva al ser humano a las guerras. Así que decidió poner al día a su propio espectáculo y sintonizarlo al compás de los acontecimientos. Ya no es sólo la situación de Europa, sino los conflictos en Iraq o el atentado a las Torres Gemelas los que ponen a The Wall perfectamente vigente.

Y, de cierta contradictoria manera, la tecnología: este The Wall es un portento en el que sobre la pared se proyectan de manera monumental tanto las animaciones de la película homónima de Alan Parker, como nuevas proyecciones que crean uno de los conciertos más alucinantes que han existido. Es un clásico en esteroides.

¿HAY ALGUIEN AHÍ AFUERA?

La base es la misma. Un día Roger Waters deseó poner una pared entre él y el público. Dice que entonces le molestaba que la gente no los estuviera oyendo y gritara demasiado para disfrutar la música. Y algo lo iluminó. Se dió cuenta entonces que los seres humanos construimos una pared entre nosotros y el exterior por el miedo a ser descubiertos en nuestros sentimientos.

Esa pared debe ser sostenida de todo lo que sea posible, porque no es una pared real. Se alimenta de nuestro miedo y está hecha de lo que consideramos nuestra personalidad: la ropa, los automóviles, la educación, el estatus, el trabajo, el sexo... Y cualquiera que amenace derribarla debe ser expulsado o destruido. Es una barrera que evita, a final de cuentas, el flujo del amor. Por eso hay guerras, porque somos niños adoloridos muertos de miedo de los "otros".







La obra es tan cierta y tan poderosa que sigue viva y coleando como una de las más grandes manifestaciones de la cultura del siglo 20. Es un disco doble, una película y un performance en forma de concierto que explica por qué nos matamos unos a otros, y por qué queremos el dinero y el estatus. Nos disecta.

Ahora, siempre me he preguntado qué tantos entienden este concepto. Cuántos están ahí simplemente aplaudiendo "porque está bien chida la mota" y a cuántos le pega realmente esta propuesta de liberación personal. No importa, por supuesto; a final de cuentas el arte existe para que cada quien lo disfrute a su manera. Pero el discurso está ahí.

¿Qué tal suena? Brillante, vivo, espectacular. ¿Es el mismo show original de Pink Floyd, el que Roger Waters montó en Berlín para celebrar la caída del muro? Exactamente, pero además con un diseño tecnológico que lo lleva a alturas nunca antes soñadas. ¿Cuál es mejor, éste, o el 360 de U2? Éste. Es The Wall. Punto. Tal vez nunca ha llegado a México en su forma original un clásico del rock de esta magnitud.

Tal vez sólo aquel show de Kiss de los años setenta que llegó al Palacio de los Deportes con sus maquillados integrantes originales. Y me refiero sólo al "trademark"; al sueño adolescente de ver algo así en casa. Algo con tanta leyenda detrás.

The Wall llega a México en diciembre. Hay tres fechas, los días 18, 19 y 21 en el Palacio de los Deportes. Los boletos están agotados, pero insistan: alguna manera debe haber para no perdérselo. No lo hagan. Esta sí es la oportunidad de toda una vida.

COLOFÓN PARA EL MUNDO QUE EMPIEZA. Este fin de semana es el Teletón. Ya sé, ya sé: es cursi, chantajista, lacrimógeno; Lucero da cosita, y además hay una campaña que dice que se vuelan la lana y que Televisa la usa para no pagar impuestos. Cualquiera que diga esas idioteces no ha ido jamás a un CRIT. No lo resistiría. Ódienlo, critíquenlo, crean lo que quieran, pero pónganle un varo. En serio, esos chamacos lo necesitan y lo aprovechan. Muchas gracias.

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miércoles, 24 de noviembre de 2010

The Wall: ¡consigan boletos!

No sé que deban hacer para conseguir boletos, porque están agotados. pero consíganlos. The Wall Live resume todos los deseos adolescentes de lo que debería ser un gran concierto de rock.




Roger Waters no sólo lo ha montado de nuevo, sino que lo ha puesto al día. El espectáculo no sólo está vigente, tanto en su discurso como en su realización, sino que supera, con mucho, a cualquier otro concierto de rock que se haya visto antes.

No creo estar exagerando. Pude verlo en Dallas el domingo y ya estoy listo para tomar otro avión este fin de semana y verlo de nuevo. Ya espero con ansiedad las tres fechas en el Palacio de los Deportes. El lunes próximo lo reseñaré en http://www.callemexico.com, pero no quise dejar pasar la oportunidad de decirles esto y compartir con ustedes unas fotos de esa noche en Dallas.




Les insisto: ¡consigan boletos! Nunca habrán pagado por un mejor show en sus vidas. Ahora, la columna de esta semana...

La red social: nos vemos ahí, en tu pantalla...

Dallas, Texas.- A media película uno se aburre. Tal vez por la elección de los guionistas y el director de centrar la historia en dos demandas contra el creador de Facebook, Mark Zuckerberg. O tal vez porque ninguna de esas dos demandas lo amenazó realmente.

Sí se siente molestia en el personaje, pero nunca miedo. Más bien Zuckerberg se aburre porque sabe que ninguna de esas demandas lo va a tumbar, y que aunque le quiten 100 millones de dólares, el control de Facebook está asegurado desde los términos iniciales de la compañía. Entonces nos preguntamos: ¿a mi qué me interesa ver la historia de un nerd misógino y solitario que abandona hasta a su único amigo, no para hacerse millonario, sino para hundir a gusto su vida entera en los laberintos de internet?

Ah. Eso era. Y el director Fincher (Seven, La habitación del pánico, El Club de la pelea) lo sabe: La Red Social, que se estrena próximamente en los cines de México es acerca de nosotros, una generación que no logra tener una vida social a menos que haya un intermediario anónimo. Una camada de la humanidad que pasa la mayor parte de su tiempo pegada a una pantalla.

Tal vez Azcárraga Jean tenía razón cuando declaró en una convención de publicistas que el mundo hoy es rectangular. Lo vivimos a través de la tele, las computadoras y los teléfonos celulares. Estamos enchufados al maya del que hablan los budistas; a la unidad del Apocalipsis. Hacemos millones de "amigos", pero no tenemos ninguno.

Ahí es donde la historia de Zuckerberg y Facebook cobran sentido. Vivimos en la mente de un antisocial que creó una red que unió al mundo. Pero su éxito se basa en la incapacidad de relacionarnos socialmente. Lo que el director Fincher tiene planeado para ustedes es mostrar que las mayores ventajas de Facebook en el mundo real (encontrar viejos amigos, provocar reuniones familiares) nunca fueron pensadas por su creador. Y que este espacio de convivencia virtual fue diseñado a partir de la inhabilidad social, no al revés.

La película tiene una especie de efecto retardado: aburre en el cine, pero se pega en la mente. Uno sigue pensando al salir en este personaje solitario que entendió muy bien las necesidades de su entorno en escalas geométricas.

Piénsenlo ahora mientras leen esta columna en el internet y escuchan esos soniditos que les indican que les están llegando mensajes, fotos y conversaciones que ustedes podrían estar teniendo en un café, frente a la personas que les están llamando desde otro lugar en su misma oficina. Personas con la que muchas veces sólo "platican" en Facebook.

La Red Social, de David Fincher, los va a poner a pensar. Y no, no es una película muy divertida.

Regresa Mercurio... Les dije que era el fin del mundo

Ya sólo falta el reencuentro de Viruta y Capulina. Me llegó el fin de semana un correo electrónico festejando el regreso del grupo Mercurio, que inició con la reunión de algunos de sus exintegrantes en un restaurante.

Qué padre. Es hermoso ver a unos buenos para nada que nunca tuvieron habilidades para la música anunciando que regresan para destrozarle los tímpanos al mundo. Y es igualmente hermoso pensar que aún hay personas dispuestas a pagar por verlos.

En serio... ¿hay alguien que haya estado esperando el reencuentro de Mercurio? Digo, yo no iría al reencuentro de la Señorita Cometa, si eso fuera posible. Y ya ni siquiera se me ocurrió la pésima idea de ir a ver otra vez a Kiss. ¿Será que estas señoras están realmente tan urgidas de que regrese su pasado que están dispuestas a ver a sus ídolos convertidos en unos señores que tampoco cantan ni bailan, y además ya se ven como bolsas de pan?

No nos hagamos. Mercurio jamás vendió música; vendió cuerpo. Y ahora esos cuerpos están muy parecidos a los de los maridos que las señoras tienen en sus casas. Entonces... ¿qué puede animar esta idea y cómo podría ser que resultara un buen negocio? ¿A quién se le ocurrió, más aún después del fracaso del reencuentro de Garibaldi?

Por lo menos, anticipo muchas carcajadas. Mías, al menos. Supongo que el fin del mundo es así...

Colofón para el mundo que empieza. ¿Hasta dónde se puede perfeccionar el entretenimiento? ¿Sus posibilidades son tan infinitas como el Universo? Lo digo porque vengo de ver a los Vaqueros de Dallas contra los Leones de Detroit y el estadio parece salido de uno de esos cuentos del futuro que leíamos en la primaria. Si eso tiene mejoría, no veo para dónde. O tal vez sea que el mundo sí se va a acabar (total, ya regresa Mercurio). Me despido porque ya me voy a ver The Wall, de Roger Waters, en la arena American Airlines de esta ciudad texana. El show llega a México en diciembre. Les cuento la semana que entra.

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martes, 16 de noviembre de 2010

El coleccionista: amor por el héroe mórbido

El personaje central de El coleccionista es un miserable.

Un imbécil sin vida que se saca la lotería y que, como ahora tiene dinero, lo utiliza para secuestrar a una muchacha con la que está obsesionado. Su única intención: expandir su miseria; reafirmarse en el hecho de ser un patán sin vida, que se imagina que las existencias de los demás son mejores que la suya.

Este imbécil no tiene ninguna intención, ningún deseo real. No es ni siquiera el asesino brutal o el criminal medianamente refinado. Es, por ponerlo en plata, un Don Nadie.

Lo interesante es que el personaje está muy bien escrito. Y ahí comienza lo extraña, morbosamente fascinante, que resulta su existencia escénica. Porque si bien en la vida real este baboso pasaría más desapercibido que un poste de luz, en la visión del novelista John Fowles se convierte en alguien, o en algo (al menos).

Fowles publicó esta novela acerca de un coleccionista de mariposas, gris empleado de un banco. Muy poco después, bajo la dirección de William Wyler, llegó al cine. En ese formato logró tres nominaciones al Óscar, incluyendo la de Mejor Guión Adaptado. Sorprende que tantas alturas puedan ser alcanzadas por un personaje anodino. Y en eso descansa la fascinación que en lo personal me provoca: a la gente le encanta la basura. Los seres humanos somos felices metiendo las narices en el estiércol y respirando profundo.

Terrence Stamp, el coleccionista, no merece para mi nada mejor que un balazo. Y de ahí a la fosa común, entre los despojos. La humanidad y la vida son un laboratorio para mejorar, no para quedarse viviendo en la trampa del ego a esos niveles. Stamp es un experimento fallido que debería ser desechado. Pero no. En cambio, se le hace una novela. Y una película. Y le dan premios. Y ahora, adaptado al teatro, llega a México para ser interpretado por Bruno Bichir en el Helénico.

Y a teatro lleno. Las dos primeras funciones (antes del estreno oficial, antes de las funciones de prensa) estuvieron a tope. Al final, me encontré al actor y coproductor de la obra, José María Torre, quien me dijo, "ahí va, ahí va..." con cara como de preocupación. Le contesté: "¿es tu primera obra, verdad?" Lo es. Si supiera lo que implica dos llenos en el preestreno, en la Ciudad de México, habría estado brincando de felicidad. No se puede vender ni un boleto más cuando todos han sido vendidos. Es el sueño dorado de cualquier productor.

Los que sí lo saben son sus socios, los Ortiz de Pinedo. Los mismos que han hecho del Helénico un teatro caliento, con público para cada función. Los que llamaron a Bruno Bichir para hacer el personaje y a Benjamín Cann para dirigírselo. Los que le atinaron al elegir a Bárbara Mori para el papel de Miranda, la chica secuestrada. La mujer tiene arrastre de público. No logra, eso sí, darle la réplica necesaria a Bichir. No tiene las facultades. No le pone la mesa al protagonista jamás. Pero la gente está ahí, ocupando todas las butacas, prefiriendo criticarla en la sobremesa de la cena después del teatro, que perdérsela. A este público Jorge Ortiz de Pinedo lo tiene radiografiado, estudiado y disectado mejor que el coleccionista a sus mariposas.

Palabras más, palabras menos, ustedes verán El coleccionista. Es lo más probable. Así que, ¿para qué negarse o resistirse? Vayan comprando sus boletos, haciéndole caso a sus novias o a sus esposas, o a su intuición para divertirse. Recuerden que en estos tiempos lo de "corta temporada" viene siendo cierto. El Teatro es el Helénico, en Avenida Revolución 1500. Boletos en Ticketmaster.

Machete: "te metiste con el mexicano equivocado"

Robert Rodriguez no está jugando. Es una comedia, ¡pero vaya comedia! Machetazo tras machetazo, el cineasta pone en términos crudos y reales el meollo de la situación migratoria entre México y Estados Unidos. Los políticos y los narcos son los mismos, a todos niveles. Todas las leyes migratorias están siendo impulsadas para favorecer el control de los tráficos legales e ilegales entre ambos países. Nadie está diciendo la verdad. Los presidentes, senadores, gobernadores, etc., son elementos corporativos al servicio del tráfico expedito de grandes volúmenes de dinero.

En pocas palabras: es un western. Bien elaborado, bien escrito, bien realizado, y con un personaje central heroico y simpático, que no se rinde jamás ante el poder, ni aún cuando todos a su alrededor se han corrompido.

Una especie de mezcla entre película del Santo, de los Hermanos Almada, y de Robert Rodriguez mismo, surgida de la muy fallida Planeta Terror. Pero esta vez, Rodriguez sí lo logra. Machete es una de las ofertas más divertidas de la cartelera. Y por si fuera poco, es actual. E inteligente. Y Danny Trejo es un sex symbol que opacaría, si lo deseara, hasta a James Bond en una isla griega. No demoren, y véanla. Y no la compren pirata. Nada se compara a verla en pantallota, con chesco y palomitas.

Colofón para el mundo que empieza. Les escribo esto desde una camioneta, rumbo al programa Décadas, de Televisa. El foro está en Huixquilucan-Interlomas. Llevo dos horas de camino y no hemos llegado. Me cae que el mundo ya se acabó, y me cae que ya sé por qué el programa no salió como querían: el elenco llega agotado y hambreado al foro. Y así... ¿cómo vamos a estar alegres cuando prendan las cámaras y vayamos al aire? Ya les contaré más. Feliz semana centenaria de la Revolución.

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lunes, 8 de noviembre de 2010

Andrés Puentes y Tatiana: el rencor o la legalidad...

Hay algo cierto: el que está en la cárcel es Andrés Puentes. Tatiana está libre, tiene la custodia de los niños y está exigiendo algo que no ha sido negado por la contraparte.

El ahora formalmente preso señor Puentes dice que Tatiana no aceptó una oferta de tres millones de pesos y unos bienes a cambio de los siete millones que debe por la manutención de sus hijos, pero no niega la deuda. Y he ahí el punto más importante: la deuda es real.

Entonces, ¿qué discute Andrés Puentes? ¿Por qué se envalentona diciendo que no va a pagar la fianza y que va a pelear con todo por las vías legales, cuando la ley está claramente en su contra?

El asunto es simple: debe el dinero, no lo ha pagado, lo admite y para salir de eso lo primero y más importante es salir del bote para chambear y arreglar el asunto. Pero no. Decidió malamente ignorar la realidad y ahora se le ha declarado auto de formal prisión.

El asunto no está bien. Puentes parece querer seguir llevándolo a los terrenos de lo personal y desatender la situación que él mismo ha creado a su alrededor, y de esa manera el camino sólo es cuesta abajo.

Tatiana Palacios Chapa parece haber recorrido, por su parte, un largo camino desde que brincó la bardita de su casa para escapar con sus hijos. Se ha tardado diez años, pero por fin parece tener el sartén por el mango en una situación en la que el ex marido quiere seguir amenazándola y asustándola. Ese es el meollo: Puentes ha perdido todo control sobre su ex mujer, pero se niega a aceptarlo. Es una actitud muy a lo macho mexicano: creer que, tarde o temprano, la yegua de su propiedad volverá agachadita y sumisa a su caballeriza.

Lo malo (para él) es que Tatiana ni se asusta ni se amedrenta. Muy por el contrario, tiene a los abogados correctos, y ha estructurado muy bien sus demandas. Puentes vocifera, pero esposado de pies y manos, sin derecho a ver sus hijos, y con nosotros, el humilde público espectador, enterándonos que la ley lo obliga a tomar pastillas para poder convivir con ellos.

Así es el Infierno: algunos lo visitan e insisten en quedarse ahí hasta que les cae el veinte que ellos son sus únicos carceleros. Esta historia continuará.

Lo de U2: ni récord ni nada

Vaya que se apresuraron. U2 abrió un tercer concierto en el Estadio Azteca y todos comenzaron a ver récords por todas partes. Que si U2 no abre tres conciertos nunca; que si el Azteca no había visto algo así...

Patrañas. Tan fácil como que Michael Jackson, en los años noventa, hizo cinco conciertos en el Estadio Azteca, en los tiempos en los que Ocesa y Televisa se peleaban por ver quién era mejor para el entretenimiento en vivo. No es récord de conciertos en el Azteca.

Tampoco es récord para U2 en la Ciudad de México. Esa misma década hizo cuatro noches en el Palacio de los Deportes.

O sea: no jalen. U2 abrió otra fecha y punto. El 16 de noviembre comienza la horrenda venta condicionada con Banamex y el 18 la venta general, si algo queda. Lo de los récords es para los ignorantes o los exagerados. Nada más.

Colofón para el mundo que empieza. El 20 de noviembre estrenan en la tele, en Youtube, en Blu-Ray, en DVD y en los cines "Revolución", un conglomerado de cortos para celebrar los 100 años de la balacera y ulterior cadena de asesinatos que dieron origen a los 70 años de dominio del PRI que, además, amenaza regresar. Que lo disfruten. Siempre es bonito saber en qué dilapidan nuestros impuestos. Y mejor aún si es para celebrar otra estúpida matanza. Procuraré largarme del país ese día para ya no hacer más corajes.

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viernes, 5 de noviembre de 2010

Creo que se chamaquearon a la Señorita Laura...

Hoy me pienso divertir. Ninguna columna sesuda. Cero entendimiento. Simple y llana especulación farandulera. Se me hace que se chamaquearon a Laura Bozzo.

Desde hace centurias, la práctica es común y la misma: para destruir al enemigo, cómpralo. Lo hizo el PRI con toda la intelectualidad setentera de México. Lo hizo Emilio Azcárraga Milmo con Televisión Independiente de México.

Con más claridad, lo hicieron las grandes compañías de California con el tranvía y el transporte público: lo compraron y lo desmantelaron. No estaban dispuestos a permitir que nadie en ese Estado escapara a la dependencia de la gasolina que ellos vendían. Por eso, en California, o tienes un coche o no sales de tu casa.

Comprar para desmantelar, no para utilizar. Ahora, la especulación: se me hace que eso le acaban de hacer a la Señorita Laura. Como dijeron los del Challenger: vamos por partes.

Después de salir de Perú como cuasiperseguida política, tras más de un año de arraigo en su foro, esta reina del carrito sandwichero, redentora de chaparritos pobres malnutridos de dientes feos y descuidados, vino a México para buscar chamba. Buscó en Televisa y no lo logró. Y después de varios intentos fallidos, logró colocarse en TV Azteca, quien decidió ponerla al aire en Estados Unidos, a través de su cadena Azteca América.

El programa Laura de Todos comenzó a crecer y finalmente, triunfó. A Televisa esto le importaba dos cacahuates porque no tiene cadena en EU. Pero cuando Laura de Todos fue estrenado en México, en el Canal 13, todo cambió. Los 12 puntos que la Señorita Laura recolectaba de lunes a viernes sí le hicieron mucho ruido a la televisora de San Angel.

Pequeño paréntesis: lo de "Señorita" es porque así le dicen los olvidados de Dios que la visitan en el foro, no porque efectivamente esa telaraña no haya sido sacudida jamás. Seguimos.

Pues bien, le acabaron ofreciendo una lana. Es un camino más corto, más simple y con mucha mayor efectividad que tratar de ponerle algo que le compita. Y Laura cayó: se fue de TV Azteca a Televisa, con la promesa de un programa de televisión y la chequera llena. Los primeros días la mandaron a cubrir las inundaciones en Veracruz, donde no pudo repartir carritos sandwicheros. A la semana siguiente se especuló que su programa sería producido por Federico Wilkins, y a la tercera semana se dijo que el show estaba pospuesto.

Resumen: es la hora en la que TV Azteca revivió a Rocío Sánchez Azuara y al show Cosas de la Vida (intento a la mexicana de imitar a la Señorita Laura) y sigue enlatado el proyecto de la peruana en Televisa.

Tal vez me equivoco. Vaya, ni siquiera lo he reporteado, pero a mi se me hace que Televisa ha quedado satisfecha sacando del aire a Laura Bozzo y eliminando la competencia por la vía fácil. No creo que realmente le vayan a dar un programa y sí creo que la mujer continuará tarde o temprano el errante camino que deberá devolverla a Perú, con su gente y sus políticos, que es donde realmente pertenece.

Además, esa tierra reclama sus huesitos como la hija ilustre que es. Ojalá allá pase su vejez y le levanten un monumento, en la que quede inmortalizada como defensora de miserables, al lado de dos o tres de esos héroes desconocidos, salvados por un hermoso carrito de hot dogs.

SE HA AGOTADO EL TIEMPO PARA DANIEL BISOGNO

No podía creer lo que escuchaba, pero Pati Chapoy me lo dijo, y que podía publicarlo: "es la última vez que meto las manos por Daniel Bisogno".

Ah caray. Y esto me lo dijo Pati en un contexto en el que Daniel estuvo cerca de perder la chamba por su proverbial y conocida insistencia de sentirse invulnerable. En los momentos menos apropiados, publicó en internet y en su programa de radio que TV Azteca seguía "recogiendo cascajo", refiriéndose a la actriz Edith González y a Espinoza Paz, quienes acababan de llegar a las pantallas de esa empresa.

La cabeza de Daniel fue pedida. Pati lo defendió, como siempre. Pero fue la última vez. De este modo, queda claro: Pati sabe que debe cuidar su territorio, pero que hasta para eso hay límites, y que Daniel ha pasado ya todos los que podía. Y que nadie se va a inmolar por algo que es completamente su responsabilidad.

Así que nadie se extrañe si Daniel Bisogno desaparece de pronto de TV Azteca. Pati Chapoy lo ha dejado muy claro. Tampoco se extrañen si después de eso lo ven en alguna otra parte. El mundo, a final de cuentas, se hizo para cambiar.

COLOFÓN PARA EL MUNDO QUE EMPIEZA. Este año se está organizando más movimiento que nunca para el Teletón. Yo no recuerdo tanto. Supongo que es un momento clave, en el que por primera vez podrían no recaudar lo esperado. En lo personal, a más de una década de hacer radio para ellos, sigo creyendo en ese proyecto. Y me parece atinada la frase de Joaquín López-Dóriga: "en este caso, el escepticismo también es una discapacidad".

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martes, 26 de octubre de 2010

Y ahora, es momento para el teatro

Una de las industrias que está comprendiendo mejor a sus consumidores es el teatro comercial de México.

Se reorganizaron, invirtieron, encontraron la manera de atraer a la gente y están resurgiendo con teatros llenos. A continuación, los elementos que están consiguiendo este pequeño milagro.

1) Temporadas cortas, sin engaños. Dicen doce semanas y son doce semanas. Han desacostumbrado al público de aquella mala práctica de mentirles con el “últimas semanas” que se prolongan hasta el infinito. Los productores se dieron cuenta que es mucho mejor hacer tres meses a teatro lleno, que abrir un montaje y esperar a que la gente levante sus cansados glúteos de la sobremesa pensando que “la próxima semana, tal vez” se animen a ir.

2) Venta anticipada. Le ponen fecha de preestreno, fecha de estreno, y día en que salen a la venta los boletos, hasta con un mes de anticipación.

3) Elencos estelares. Giménez-Cacho, Yazpik, Bruno Bichir, Bárbara Mori, Plutarco Haza... Incluso en temporadas cortas, es redituable montar La Güera Rodríguez con un elenco enorme (incluyendo a Murray, Chantal y Bonavides), siempre y cuando el teatro esté lleno.

4) Publicidad atractiva. Por fin el teatro entendió que está compitiendo con el cine. Los nuevos anuncios de la cartelera de teatro están haciendo un marketing efectivo en ese sentido. Mucho del diseño parece estar anunciando una película. No hay pecado en ello.

5) Licencias exitosas. Gerardo Quiroz compra Sin Tetas no Hay Paraíso (va para el Independencia); Ortiz de Pinedo le arrebata al cine Cuando los Hermanos se Encuentran (para el Diego Rivera). Gilbert y Compeán prefieren un clásico neoyorquino como God of Wrath (Un Dios Salvaje)...

6) Nuevos teatros. Alguien abre uno nuevo en Interlomas, dentro de un centro comercial. El Deportivo Chapultepec ya tiene el suyo; Héctor Suárez ha encontrado su nicho en Santa Fe...

7) Los teatros con público “para intelectuales” son abordados por los productores privados. ¿O por qué creen que el Helénico celebra cada nuevo proyecto de Ortiz de Pinedo?

8) Nuevos días, nuevos horarios. Las funciones de la 1 de la tarde para adultos en domingo le funcionan tanto al Teatro El Milagro (con Joaquín Cosío y Silverio Palacios en Emigrados) como al Aldama (con Timbiriche, el Musical). Margarita Sanz tiene los martes en el Helénico; Roberto Sosa los miércoles. Antonio Calvo abre desde el martes el Julio Prieto (con Bullying, de Adriano Numa).

Sumen estos elementos y verán que algo está sucediendo en el teatro mexicano. Todo el mundo habla de crisis, de violencia... Pero la maquinaria del entretenimiento más significativo e importante de una sociedad civilizada (el teatro) anda y parece estar cobrando más y más fuerza.

COLOFÓN PARA EL MUNDO QUE EMPIEZA. Y esto no es todo. Los del PRD (simpático partido político que tenía un loco como candidato, ¿se acuerdan?) festejan la aprobación de hasta 50 millones en incentivos fiscales deducibles de impuestos para personas y empresas que quieran sumarse al teatro. Por si faltaba algo.

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lunes, 11 de octubre de 2010

Biutiful: renace mi fe en el cine

Primero los calificativos. Hermosa, profunda, brillante, emotiva. El triunfo de una generación que sólo por haber llegado a este nivel de entrega justifica toda su existencia. Obra maestra.

¿Suficiente? Porque la tentación es la de seguir y no describir nada más de Biutiful, la película con la que Alejandro González-Iñárritu nos ha callado la boca a todos aquellos que pensábamos que lo suyo era sólo la imagen y que las historias le eran un pretexto desde que de alguna manera fue encumbrado en Hollywood. Babel parecía darnos la razón a los pesimistas y críticos de todo. Pero Biutiful está ahí para que nos pongamos al servicio, meramente, de su difusión.

Dijo González-Iñárritu cuando presentó Amores Perros que él no hacía películas para que las vieran solamente sus amigos; que su intención siempre fue llegar al mayor número posible de personas. Asunto cumplido. Pero en el caso de Biutiful, tal vez lo mejor que podamos hacer las personas de medios es cooperar con la causa, y ya. No intentar reseñar y mucho menos criticar. No revelar nada de lo que la gente verá.

Eso intento con esta no-reseña. Los periodistas, ya lo dijo José Ramón Fernández, tenemos una sola moneda de cambio: la credibilidad. Pero los que además hacemos crítica de cine tenemos la subjetividad. La gente elige a sus reseñistas. A veces van a ver la película que alabamos y a veces la que criticamos. A final de cuentas, las películas las fabrican los espectadores en sus cabezas. A través de la empatía o el odio hacia el reseñista, la gente simplemente (a veces) elige.

En este caso, si en algo les he sido creíble a ustedes, mis queridos lectores, sólo les digo: vayan a ver Biutiful. Y ya sea que salgan de la sala con una sensación de angustia o de llanto, o una gran alegría, no saldrán defraudados.

Biutiful es un puesto de observación. El cineasta se sitúa en el centro de Uxbal (Bardem), un hombre común que está a punto de vivir lo más importante de su historia personal. Desde ahí, se asoma no sólo al mundo entero, sino al drama mismo de la existencia. Así de fuerte. Tal vez por eso, ahora sí logra incluir todas sus obsesiones - la globalización, la sincronicidad, las historias entrelazadas, el caos, el cosmos, las causas y los efectos, el instante después de la muerte- sin que éstas sean las premisas. Ahora el cineasta está en lo correcto: Uxbal es el punto desde el cual observamos esas cosas, no al revés. Ya no es el adoctrinante González-Iñárritu. Ahora es el cineasta.

Si a eso le sumamos la maestría de Bardem y su rendición de este personaje extremo, el extraordinario casting, la lucidez (sí, lucidez) de la cámara del director, y el compromiso absoluto con la creación que emana de esta película, el resultado es alucinante, hermoso, brillante.

Pero… Ah, caray. Ya la estoy reseñando. No. Hasta ahí. Vayan a verla. Punto. Sólo una aclaración: la generación a la que me refiero es la de Martín Hernández en el diseño de sonido, Lynn Fainchtein en la investigación musical, Brigitte Broch en el diseño de producción, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón como productores asociados, el fotógrafo Rodrigo Prieto...


El camino de regreso a los óscares


El 22 de octubre se estrena Biutiful en México, y ya ha sido enviada por la Academia Mexicana para tratar de ser nominada al Oscar a Mejor Película en Lengua Extranjera. Además, en diciembre se estrena comercialmente en Estados Unidos, justo a tiempo para ser nominada a los otros Óscares. González-Iñárritu le ve posibilidades de ser nominada. Yo le veo muchísimas. Bardem tiene ya la Palma de Oro para Mejor Actor en Cannes y no dudo que esté sentado una vez más entre los contendientes en el teatro Kodak. La película lo merece, por mucho. Y trae detrás la fuerza que por derecho propio ha construido su autor.

Más allá de los nacionalismos, la película es enorme. No puedo evitar, sin embargo, sentir orgullo de compatriota por González-Iñárritu. El amor filial es así: cuando criticas, criticas en hipérbole. Cuando adoras, te enamoras. Esto que estoy diciendo no es objetivo, pero… ¿qué lo es? Lo bello no es objetivo, está en el ojo de quien lo mira. Biutiful para mi es precisamente eso. Todo lo demás está en manos de ustedes.


Colofón para el mundo que empieza. Parte 1. Que Tiziano Ferro es gay. Ah. A ver cuándo se salen del clóset todos los jotengues disfrazados de albureros que se la han pasado haciendo chistes de bigotes, fierros y demás obsesiones con el pene, que por lo visto les encanta. Por otra parte, Tiziano es gay. ¿Y? Como que a nadie le importó. No pensé que a la gente le dejaran de importar tan rápido estas “noticias”. A la otra estos neohéroes de la homosexualidad nos van a deleitar con algún escandalito de basurero en el que le pusieron el cuerno a sus parejas con unas muchachas. ¿Lo dudan? Yo no.


Colofón para el mundo que empieza. Parte 2. Aguas… Esta cosa llamada Festival Olímpico Bicentenario tuvo toda la marca de fábrica de una celebración porfirista. Así estaban en 1910. Lean otra vez México Bárbaro y acuérdense: Reforma también fue hace 100 años el escenario de estas payasadas, impunidades y exageraciones del gobierno imperial de entonces. Después les reventó todo. ¿A qué juegan, mis queridos empleados (nosotros pagamos sus sueldos) de los gobiernos de este país? ¿Ya enloquecieron? ¿Otra vez?


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miércoles, 6 de octubre de 2010

40, El Musical: "Capitán, volvimos a tocar fondo

Barcelona.- No sé a qué le aplauden. Tal vez los españoles sean parte de un complot para acabar con el buen gusto, o simplemente ya se les acabó después que programas como "Vuélveme Loca" o "Corazón, corazón" les secaron el cerebro.

Lo entiendo menos de la ciudad de Gaudí; del país de Picasso y Velázquez. No entiendo como en la pelea entre Góngora y Quevedo no haya ganado nadie y no haya quedado ni el concepto ni la forma.

O tal vez sea solamente cuestión de idiosincracia: los que hablamos español creemos que nos gustan las comedias musicales y creemos que sabemos lo que son. Nos imaginamos pobremente que tienen que ver con el canto, la música y las emociones baratas, pero simplemente no les entendemos. Me queda claro en el caso de México: los "grandes productores" de comedias musicales no hablan inglés y, por lo tanto, no le entienden a la obra cuando la ven. Por eso, cuando la "adaptan" les queda como les queda y logran que los clásicos del género queden reducidos a montajes que celebran si logran llegar a 150 funciones.

Lo peor no es eso. Lo peor es que la aparición del musical Mamma Mia vino a empeorar las cosas. No sólo abrió la puerta para una generación entera de pésimas comedias musicales, sino que hizo creer a los productores hispanoparlantes que bastaba desempolvar el catálogo y pegarlo en un mal libreto para "crear" una "comedia musical".

Después de Mamma Mia nada ha sido realmente bueno. Los experimentos van de horror en horror y en esa galería de la perdición podemos empaquetar desde Hoy no me puedo levantar con música de Mecano, hasta Mentiras, con un champurrado de canciones de los años 80.

Lo malo es que son un éxito. Tienen no sólo público, sino mucho. Y duran hasta años en las carteleras. Me explico ahora... ¿qué tan malas son estas obras?

Cuéntame un cuento abuelita... O mejor no.

Se supone que el teatro es un género narrativo. Hay una historia escenificada. Pero en estos "musicales" no la hay. Lo que sí hay son elementos primordiales que los productores encajan, entrometidos en las canciones, para que la gente muerda un anzuelo. Y la gente lo hace, más por tener cerebro de pescado que por otra cosa. Estos elementos son:

Un gay que se revela como gay, o una escena lésbica gratuita.
Una boda.
Una escena de celos.
Una fiesta.
Una persecución.
Una infidelidad.
Una escena onírica.
Una borrachera.
Un bar.
Un señor mayor medio chistoso.
Un funeral.
Uno o varios nerds traumatizados por alguna circunstancia de la vida.
Una colección de hits de radio.

Eso tienen en común todos estos "musicales". Mamma Mia no pertenece a ellos; ahí si hay historia, desarrollo de personajes, y una colocación impecable de las canciones al servicio del género. Pero los productores y el público de España y América Latina no lo entendieron jamás. Son nacos, pues. Fanáticos inconscientes de lo kitsch. Comparar estos productos con el original de Abba es como comparar la réplica del David de Miguel Ángel en el tablero de un Ruta100 con el original en Florencia.

Entre estas obras se encuentran Hoy no me puedo levantar, Mentiras y ahora 40 el musical, basado en las canciones que han sido éxitos en la estación de radio Los 40 Principales, de España. Lo que describo es lo que hay: diálogos inanes, situaciones que pasan por ninguna razón, personajes apenas dibujados como pretexto para hilar una situación karaoke interminable que dura casi tres horas, y un público... Feliz. Sí, feliz.

¿Por qué? Sepa el Demonio. Tal vez sea él, de hecho, quien esté detrás de todo esto. De hecho, muy a la destapada que se cargan ahora en España, a la obra entran niños para oír hablar de culos, condones y pijas, con un desparpajo que sólo se entiende como contraparte perfecta (aunque no más profunda) al país de Francisco Franco y las películas de la Niña Marisol. Tal vez sólo en un país en el que los ultraconservadores mandaron matar tantos republicanos en nombre de Cristo Rey, se entienda poner a un sacerdote vestido de obispo abrirse la sotana para bailar en tanga al ritmo de una canción de Raphael, en una "comedia" para toda la familia.

Pero la ultraliberalidad tampoco hace mejor el producto. En sus hechuras estrictas, 40 el musical es basura. Aunque tiene un detalle muy interesante para México.

Gerardo González: ¿Quién lo iba a imaginar?

El actor mexicano Gerardo González se lleva los más grandes aplausos del montaje. Tal vez ustedes lo recuerden en sus primeros años de televisión como "Porkirio", en la nunca olvidada serie Cachún Cachún Ra Ra. O tal vez de alguno de los muchos musicales en los que actuó para Ocesa y Morris Gilbert. El Fantasma de la Ópera, El Full Monty, etc. Pues Ángel Suárez, productor ejecutivo de este montaje y de Hoy no me puedo levantar, se lo llevó a Madrid para estrenar 40 el musical, y al año decidió radicarlo en Barcelona para que levantara ahí la temporada que se estrenó apenas el pasado 9 de septiembre.

Y digo "levantara" porque eso hace. El público sencillamente lo ama. Desde que aparece hasta los aplausos finales, le festejan cada cosa que hace, ríen, se emocionan, se conmueven. Parecería ser cierto aquello de que nadie es profeta en su tierra, porque allá, en Barcelona, Gerardo es, sencillamente, una estrella.

Justificado está, por lo visto, el gran sueldo, el piso con vista al mar de La Barceloneta, y las ofertas para que se quede como director residente del musical y estrene, además, el próximo proyecto de la compañía; un musical basado en las canciones de Joaquín Sabina.

Ni más, ni menos. Entre líneas, fuera de reportaje, Gerardo González comenta su suerte igualito que aquellos que de pronto, en vida y sin esperarlo, fueron al fin reconocidos por su talento. Así las cosas. A nivel artístico, hoy por hoy, es el mexicano que más triunfa en España.

Colofón para el mundo que empieza. Mucho mejor la preventa para fans de U2 en el segundo concierto. Esta vez, Ocesa no cometió la tontería de vender la membresía para que todo mundo pudiera ocupar su sitio de Internet y que los boletos se fueran rápidamente por el caño. Tal vez, sólo tal vez, la presión de la realidad los despertó un poco de su soberbia. La venta condicionada con Banamex termina hoy. Sigue siendo una práctica ilegal. Tal vez algún día operen las leyes en este país. Hoy no.

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martes, 28 de septiembre de 2010

U2: manos aviesas sobre el botín

A Ticketmaster nadie lo audita. Y deberían. ¿Dónde están los boletos de cancha para ver a U2 en el Azteca? Ocesa va a decir que en manos de los fans, quienes una vez más demostraron "la convocatoria del grupo" o algo así.

Pero realmente, ¿quién los tiene? ¿Los fans más afortunados que eran miembros de u2.com con anterioridad? ¿Los que alcanzaron boleto de cancha en la segunda preventa para fans, dentro de los primeros cinco minutos, antes de que se acabaran? ¿O los pocos a los que el sistema Ticketmaster no los mandó a la goma con una cola instantánea de 10 minutos en la "preventa" Banamex?

¿O los tienen los patrocinadores? ¿O la reventa, que extrañamente sí logra, concierto tras concierto, ofrecer para todos los gustos y localidades?

Demasiadas manos aviesas rondan un concierto con tanta demanda. Manos nada santas, que tienen que atravesar por un solo control: el promotor.

El Reforma publica "precios asequibles para todos los bolsillos"; Ocesa odia a los que lo critican y sólo acepta a los que ensalzan sus bondades (saludos a un tal señor Reyes) los promotores de la competencia no han logrado aún darle la vuelta al imperio defeño de este consorcio. Y los fans, digan lo que digan ellos, la pagan. Algunos están contentos, se admite. Pero hay muchos, muchísimos, que siguen sintiéndose ultrajados, y que no tienen, ni en Ocesa ni a través de los instrumentos reguladores del gobierno, una sola ventanilla de quejas que les funcione.

El concierto de U2 está agotado y la segunda fecha parece inevitable. Mientras, pregunten ustedes entre sus conocidos qué opinan de esta experiencia de compra. Una en la que se pagaron sobreprecios sobre precios altísimos, y en la que mucha gente tuvo que atravesar aduanas que parecen haber sido diseñadas por El Mercader de Venecia: gastos por servicio, por envío, membresías inútiles a un club de fans y hasta un seguro por boleto de 230 pesos y una suscripción a la imbécil e inútil "Guía Ticketmaster" que vienen preseleccionadas en la compra y que si uno se descuida termina encajado con ellas.

No hay manera de auditarlos. No hay manera de parar su voracidad. Y la vergüenza es algo que hace mucho dejaron de tener.

El lunes, en www.callemexico.com, publiqué la primera parte de esta reseña. Aquí la tienen.

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La primera "preventa" para U2: entre la decepción y el fraude

Barcelona, España.- Algo apesta siempre con la venta de boletos en México. Siempre hay algo mal hecho, o fraudulento, o desagradable.

¿Quién lo permite? ¿A quién le conviene? ¿Quién en CIE-Ocesa-Ticketmaster está exprimiendo, centavo a centavo, a los fans de los conciertos importantes para compensar las pérdidas de ese monstruo en otras áreas?

No lo sé. Pero es claro que la experiencia de comprar boletos en México es siempre la peor. Sin opción de reclamarle a nadie, o de pasar el mal trago con alguien que del otro lado de la línea explique el comportamiento abusivo y doloso hacia los clientes.

Vamos por partes. U2 tiene un club de fans por Internet. Cobran por pertenecer y a cambio dan ciertas cosas, entre ellas el acceso a comprar boletos para los conciertos antes que comience la venta al público. Bajo ese sistema, he comprado boletos para ver a la banda en Londres y Nueva York, siempre sin problema alguno. En ninguno de esos casos ocurre lo que en México. Ayer, sencillamente, me quedé sin poder comprar unos boletos de cancha en el Estadio Azteca porque quien sabe a quién o a quiénes les conviene boicotear la preventa para fans.

Sospechemos, pues, quiénes están detrás del asunto.

El primer sospechoso es Banamex. Las famosas "preventas Banamex" son un crimen instituido. Violan la ley de derechos al consumidor de la Profeco (Procuraduría de chocolate en estos casos) y hasta la Constitución. Son una venta condicionada, discriminatoria. Lo peor es que todos los boletos de los conciertos se abren bajo ese sistema. Cuando alguien quiere comprar sus boletos con otra tarjeta, o con dinero en efectivo, es discriminado.

La ganancia para Banamex es enorme. De la venta de una serie de conciertos, entre el 5 y el 6% es para las tarjetas de crédito. En México, muchas veces, ese porcentaje se va entero a Banamex. Ocesa lo promueve y lo permite. Se trata de una práctica monopólica y desleal, contraria a la competencia, y se trata, a fin de cuentas, de corrupción institucionalizada.

¿Qué hace a Banamex sospechoso? Pues que las preventas del club de fans de U2 son con cualquier tarjeta. Si la venta para esa instancia fuera como las suyas, Banamex estaría inmediatamente fuera de las enormes ganancias porcentuales de los conciertos de U2.

¿QUE SUCEDIÓ?

Primero, que U2 dividió la preventa para fans en dos partes. Fans antiguos y nuevos fans. Los antiguos pudieron comprar boletos desde el viernes. Los nuevos, ayer a la 1 PM, tiempo del centro de México. En ambos casos, los boletos de cancha se acabaron a minutos de iniciada la preventa. Poco a poco, los que habíamos pagado 50 dólares por tener un acceso previo a la venta, fuimos dándonos cuenta que habíamos sido relegados a la opción de los boletos "preferente bajo", a un precio de más de tres mil pesos por boleto. Y no son los mejores. Esos son los de cancha.

Por otra parte, además de la limitación en la venta para fans, hay que sumarle que Ocesa abrió la venta a mucha más gente, el mismo día y a la misma hora, vendiendo a 650 pesos la membresía junto con el boleto. La "ventaja" de la suscripción al u2.com se diluyó en segundos. Es la única vez que he visto un comportamiento semejante, insultante y doloso contra el cliente. Es una pena decir que sólo ocurre en México.

Culpar a Ocesa es sencillo y casi obvio. Pero, ¿qué tanta responsabilidad tiene la banda en el asunto?

LOS "ESTÁNDARES" DE CALIDAD

U2 es una banda buenita, buenita. De esas que quieren salvar al mundo. De esas con un líder que se saca fotos con Nelson Mandela, y que dona un porcentaje de la "Zona Roja" de sus conciertos a causas de beneficencia. Claro, lo donan de los 4 mil 900 pesos que le encajan al público, pero, ¿a quién le importa? ¿Quién dudaría de Bono, ese mismo señor que se reúne con los líderes del mundo capitalista para pedirles que de favorcito le condonen la deuda a los países pobres?

Por eso, como banda buenita, U2 debe conservar los privilegios de sus fans, incluyendo que ellos, al pagar los 50 dólares de la membresía, reciban un cd de regalo y un 25% de descuento en su tienda de souvenirs por Internet. ¡Cuánta generosidad! Pero eso sí, con lo que no van a poder es con la voracidad de Banamex y Ocesa. Porque como todo en este negocio abre una negociación, también está negociada la cantidad de boletos para la preventa de los fans y los de la preventa Banamex. Los demás, palabras más y menos, que se jodan. Porque ahí no hay "spillovers". No hay esos jugosos centavitos de los "cargos por servicio", o de lo que se puede ganar si el tipo de cambio no los traiciona antes de que hagan las transacciones bancarias necesarias para exprimir el concierto en todas sus aristas. Hasta que el consumidor no está completamente desangrado, pues.

Y aquí estoy, con una inútil membresía que me incapacitó para conseguir cuatro mugres boletos de cancha para U2. Decidiendo que por supuesto no voy a pagar más de tres mil pesos (cargos incluidos) para ver el concierto a través de la asquerosa reja azul de la sección de butacas bajas del Estadio Azteca, y a punto de pedirle a la buenita banda que me regrese hasta el último centavo de los 50 dólares que considero una de las más grandes estafas. Y todo porque en México la experiencia de ir a un concierto es la peor del mundo civilizado.

Súmenle a esto la "gracia" de Ocesa de abrir la venta el mismo día de la venta para fans. Sencillamente, le abrieron la puerta a cualquiera que quisiera aprovechar el momento para comprar. Y no se vale decir que ayer se abrió al mismo tiempo que para los nuevos miembros de u2.com, porque la misma mala experiencia me la han reportado los viejos suscriptores.

Ahora, esperaré a mañana. Si consigo mis boletos de cancha con Banamex, mis sospechas se harán más sólidas. Pero como Joseph K en La Metamorfosis, no tendré más que convertirme en cucaracha y aceptar la basura de la neoburocracia corporativa, sin cara y sin responsabilidad, que hace de la experiencia de comprar boletos en México un estercolero que apesta a nido de ratas. Ratas con corbata, eso sí.

COLOFÓN PARA EL MUNDO QUE EMPIEZA. El mexicano que más triunfa en España se llama Gerardo González. Se lleva todos los aplausos de una cosa llamada 40, el musical, que les reseñaré, de manera especial, el miércoles en este espacio. La obra no se salva, pero sorprende lo que ocurre con El señor González. Nos leemos aquí.

Columna publicada originalmente en www.callemexico.com
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martes, 21 de septiembre de 2010

Y ahora que viene U2... Una reseña desde Munich

Está anunciado: la gira 360, de U2, llegará al Estadio Azteca de la Ciudad de México el sábado 14 de mayo del 2011.

La venta condicionada de los boletos comenzará con Banamex el martes 28 de septiembre, aunque los suscriptores de u2.com podrán adquirir boletos desde el viernes 24.

Con esto se confirma que el más grande espectáculo de rock llega a México. No digo "regresa", porque aún aquellos que han visto a U2 antes y no han visto 360, no han visto nada. El miércoles pasado estuve en Munich, Alemania, para ver esta producción. Ahora, habiéndose confirmado hoy mismo la visita de U2, es un placer compartir la reseña actualizada.

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U2360: HAY MILAGROS TODAVÍA...

Munich, Alemania.- No pensé que lo hicieran de nuevo. Realmente creí que U2 era un grupo de rock en proceso de desintegración. De hecho, después de su regreso a México, en el Estadio Azteca, tuve que leer unas dos mil entradas de fans enardecidos que en un blog me insultaban y amenazaban con hacerme carnitas, literalmente, por haberme atrevido a decir que el próximo disco de la banda sería una compilación de éxitos, y que U2 necesitaba urgentemente morir.

Volveré a eso, pero antes vamos a lo bueno. Las entradas del Estadio Olímpico de Munich estaban totalmente agotadas, a pesar de que esa noche el Bayern jugaba su primer partido de la Liga de Campeones de Europa contra el Roma. Imaginen a Bono, después de haber hecho posiblemente el mejor concierto de la historia del rock, saliendo a decirle a los asistentes: "estoy aquí para hacerles el amor"', sacarse la chamarra para enseñar que trae puesta la camiseta de su equipo y anunciar el marcador: "2-0 a favor de los locales".

Los alemanes son, de hecho, fríos en sus reacciones. Vaya, ni siquiera son mariguanos como los californianos (¿alguna vez han ustedes probado el hornazo del Holywood Bowl?), pero ni ellos podían sustraerse a la emoción. Y menos después que Bono le agradeciera a Munich y Alemania por los casi dos años que pasó ahí, y a la "extraordinaria gente" que conoció, en especial al Profesor Tonn y los fisioterapeutas Muller Wolfhart, Klaus e Imke del Hospital de la Universidad de Munich, quienes participaron en su rehabilitación.

Porque para Bono, además, la noche era especial. En Munich se lesionó la espalda y por ello tuvo que posponer toda la segunda parte de la gira por Estados Unidos. Y en esta misma ciudad se despidió este 15 de septiembre, finalmente, del país y de la ciudad y los doctores (presentes entre el público) que lo rehabilitaron.

Pero... Esperen un momento... ¿Dije el mejor concierto de la historia del rock?

Sí, lo dije. Ya no tengo ni la edad ni el hambre adolescentes para descarnarme o aventar los intestinos en una reseña. Tampoco suelo cocinar mis emociones al primer guitarrazo. En menos palabras, me he saciado de ver a los Stones, McCartney, Bowie, The Who, Elton, Billy Joel y hasta Dylan y Springsteen (gracias, Sergio), de Londres a París a Toronto a Nueva York y hasta el Foro Sol. Y aún con esa saciedad, creo que la gira 360 de U2 puede ser el mejor y más grande espectáculo de rock. No recuerdo, a lo largo de mis ya muchos años gastándome todo mi dinero (literalmente) viendo conciertos, algo tan espectacular.

Hay niveles. Pero U2 ahora sí los ha rebasado todos. El escenario diseñado por Mark Fisher no es el mamotreto excesivo e inútil de la gira Popmart, ni su inmensidad compite con la intimidad de la que habla Bono cuando dice que "el show fue diseñado para convertir a la audiencia en el quinto miembro de la banda". Todo se logra: la producción más impresionante en la historia del negocio del entretenimiento (no había existido algo así, ni en sueños) y la intimidad de sentir cerca a los intérpretes. Ahí donde falló hasta el mismo U2 en Popmart, con los escenarios engullendo a los artistas, triunfa 360.

Por otra parte, le agradezco a Bono que se haya decidido por un poco más de elegancia. Aún recuerdo haberme salido del Madison Square Garden en el segundo concierto de Vertigo, romper mis boletos e irme muy enojado. Era demasiado verlo tirado en el escenario como vulgar performancero de Coyoacán imitando a un prisionero con los ojos vendados, mientras en la pantalla una luna musulmana, una estrella de David y una cruz católica servían para formar la palabra "Coexistan". Peor que propaganda del Distrito Federal.

En esta ocasión, Bono no ha abandonado sus causas, pero sí su actitud de perdonavidas. Cada noche está dedicada a Aung San Suu Kyi, presidenta electa de Burma, prisionera por una junta de gorilas que se niega a reconocer su mandato. Por cierto, Burma sigue en la lista de países donde alguien tendrá que derrocar a esos cerdos violadores y torturadores que gobiernan a palos. Y el mensaje de Bono tiene más fuerza simplemente porque es más claro: tiene destinatario, nombre y apellidos. Más allá del "coexistan" hay una causa. Tal vez por ello su rendición de la canción "Walk On" sí me hace pensar en esta mujer y en Burma. Y no creo agradecerlo sólo yo: Adam Clayton, Larry Mullen y The Edge ya no tienen la misma cara de estreñimiento que en Vertigo. Bono ha vuelto a compartirles el escenario.

Las cuentas están saldadas...

Increíblemente, U2 ha renacido, después de casi acabar consigo mismo en Vertigo. Como dignos sucesores de los grandes; y me refiero a los Stones y The Who. Resistentes, redignificados y sobre todo duraderos. Pero más que eso, encontrando quién sabe de dónde la fuerza para lograr de nuevo su propio sonido, y superarse a pesar de sus tropiezos.

Vaya, hasta la voz de Bono suena otra vez como si jamás hubieran pasado los años. Tal vez lo único que me falta para brincar de alegría son unos cuantos años y unos conciertos menos. Tal vez esta sonrisa podría ser esa euforia que seguramente ocurrirá si a Bono y compañía se les ocurre ir con 360 al Estadio Azteca. Ojalá sí. Creo que ellos y el público mexicano se lo merecen. La oportunidad está latente, cuando U2 cumpla con sus conciertos para América del Norte en la primavera del 2011.

Por lo demás, ¿cómo explicar la experiencia de 360? ¿Como la culminación acaso, de lo que comenzó cuando los Rolling Stones diseñaron el espectáculo Steel Wheels junto con el propio Mark Fisher? ¿Como la culminación de la idea de utilizar puentes o pasarelas circulares alrededor del escenario central que el mismo diseñador y U2 pusieron a prueba en Elevation? ¿Como la culminación del teatro de masas y ópera-rock en el que The Who ha trabajado tanto?

Como sea, es una culminación. Son todos esos elementos al servicio de la audiencia. No hay un solo boleto malo o desperdiciado en el estadio, y nadie se queda fuera de la experiencia por haber pagado un precio menor. Podría, en ese sentido, ser también la culminación que transporte finalmente al entretenimiento en vivo a una evolución largamente esperada, si es que los artistas más jóvenes saben disectar cuidadosamente lo que está sucediendo en esta gira.

Es, además, la culminación de generaciones enteras que sabían algo desde el inicio: el rock era el futuro. Por cierto, con 360, el género ha atravesado vivo y saludable, al siglo 21. Nada, por lo visto, ha sido en vano.

Colofón para el mundo que empieza. Para los que siempre preguntan, la lista de canciones en Munich fue: Return of the Stingray Guitar, Beautiful Day, I Will Follow, Get On Your Boots (¡en vivo se oye enorme!), Magnificent, Mysterious Ways, Elevation, Until The End Of The World, I Still Haven't Found What I'm Looking For, North Star (versión acústica), Mercy, In A Little While, Miss Sarajevo, City Of Blinding Lights, Vertigo,
I'll Go Crazy If I Don't Go Crazy Tonight (Remix), Sunday Bloody Sunday, Mothers of the Disappeared y Walk On. Encore 1: One y Where The Streets Have No Name. Encore 2: Ultraviolet (Light My Way), With Or Without You y Moment Of Surrender.

Reseña publicada originalmente en www.callemexico.com
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martes, 7 de septiembre de 2010

El Infierno de Luis Estrada y el México de La Barbie

Es evidente. Las drogas se van a legalizar. Todas. Tarde o temprano.

Es evidente también que antes de que eso suceda van a correr ríos de sangre.

Una sociedad que crea sus propios infiernos, no necesita nadie que la proteja.

No se puede proteger a nadie de sí mismo. Esto se aplica por igual a la colectividad.

En México, los delitos se cometen de acto o de omisión; eso quiere decir que cualquier persona que haya visto a un amigo comprar, vender o consumir alguna sustancia prohibida es igualmente responsable ante la ley que el que lo hace.

¿Quién se salva?

Lo impresionante es precisamente lo evidente. Lo claro del asunto. La semana pasada, el público tuvo, por fin, un asomo a su propia irresponsabilidad, a través de dos hechos: la captura de Edgar Valdez Villarreal, "la Barbie", y el estreno de la película El Infierno, de Luis Estrada. Parecería que el destino puso los dos hechos en el momento y el lugar exactos.

Lo que impresiona de la película de Luis Estrada (creador de La ley de Herodes y Cómodas mensualidades) es, precisamente, esa claridad. Su maestría para estructurar un western es parecida a la de Quentin Tarantino, al igual que su capacidad para la comedia. La dirección de actores impecable, el casting magistral, la fotografía, la ambientación, la música, la edición... Sencillamente no tiene falla. Además, recuerda a la brillantísima Dogville, de Lars Von Trier: cualquier persona en un sistema cerrado y corrupto terminará por aceptar con normalidad hasta las más impensables bajezas. El alma no perdura en ciertos lugares, como el mismísimo Infierno.

Una vez resueltos todos los "detalles" de producción que tanto plagan al cine mexicano, la visión de Estrada vuela como patinador coreano en pista olímpica de hielo. El resultado es demoledor para los espectadores, quienes al filo de la butaca, no saben si sufrir, reír o llorar. Sin demostrarlo, sin especificarlo y sin imponerlo, el cineasta le pega un batazo a todos los que pensaban que la guerra contra el narco les es ajena. Lo que subyace es simple, triste y demoledor: es posible que ninguno de nosotros sea culpable, pero todos somos responsables.

"¿...que se mandó hacer una película?"

La Barbie se mandó hacer su película. Para estreno comercial, en corridas normales, en cines de uso común. Eso sí, sin que la película dijera de quién se trataba. Pero hay personajes involucrados que la interrogadora de la Policía Federal intentó sustraerle al hoy arraigado narcotraficante.

La gente coopera, pues. Y sabe quién los está empleando. Y aún así le entran a la chamba. Por eso la agente que interroga a La Barbie le pregunta si a esos productores de la película "les pasó algo" cuando se filtró la información de quién les estaba pagando. Y como La Barbie no dijo nada, asumo que ahora mismo hay algunas personas ligadas a la producción de películas que están o muertas del susto, o tratando de bajárselo a tequilazos.

De eso se trata El Infierno, de Luis Estrada. Exactamente de la manera en la que la ignorancia y la corrupción se meten en el corazón de las personas. Y no es sólo a través de los bolsillos. Por ello, la estructura del narco está entretejida en toda la sociedad. Por eso, tarde o temprano, las drogas serán legales.

¿Por qué las drogas se van a legalizar?

Porque cuando nadie esté fuera del narco, el poder tampoco lo estará. La prohibición de alcohol en Estados Unidos no terminó por buena voluntad. Terminó porque la mafia se había vuelto más poderosa que el gobierno. Y esa es la escotilla de salvación de los diputados, presidentes y senadores: legalizar. Siempre que haya un parlamento y dos cámaras de representantes, los que estén sentados en ellas pueden tomar decisiones que afecten a toda la población. Y como buen sistema, el gobierno tiene instinto de supervivencia. Cuando el poder de las mafias se vuelve mayor que el de los gobiernos, la tentación es clarísima: disolver al gobierno. Ante ello, la única opción para seguir aplastando los glúteos en las curules es legalizar.

Así, cuando los Estados Unidos vieron amenazada su propia existencia como nación, dieron marcha atrás al increíble negocio de la venta de licores de manera ilegal. Para nadie es un secreto que el mayor consumo per cápita de alcohol en ese país se dio precisamente durante la prohibición. Y que soltar las amarras de ese maquinita de dinero tuvo que necesitar un peligro claro e inminente para la estructura gubernamental.

En México, sin embargo, tenemos otro gran problema: las drogas no se van a legalizar sino hasta que afecten al parlamento estadounidense, no a San Lázaro (esto no es ajeno a la famosa "Ley Arizona"). El día que eso ocurra y Washington opte por su propia supervivencia legalizando las sustancias y orientando el gasto a prevención y salud pública, el mundo occidental entero los va a seguir. Si los países en conjunto no toman mejores decisiones al respecto es por miedo a los gringos, no a las consecuencias en sus propias calles.

Cuando eso suceda, para México será demasiado tarde; simple y llanamente porque ya es demasiado tarde. Vean El Infierno de Luis Estrada y después intenten tener el descaro de seguirse quejando. No dudo que muchos de ustedes lo harán, incluso hasta el desastre. Pero no se les olvide: lo que ven en sus pantallas de cine y de televisión es un espejo, no una ventana. No está mal, entonces, que salgan aterrorizados del cine.

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martes, 31 de agosto de 2010

El Atentado: entre el cielo y el infierno

Hay decisiones imperdonables. Una de ellas es no haber editado varias escenas de El Atentado, de Jorge Fons, para convertirlas en blanco y negro. O sepia. Algo que evitara que todos los espectadores nos diéramos cuenta que la escenografía es un ciclorama mal pintado.

No me lo tomen a mal, pero a veces es imposible entrar en la convención del cine y suspender nuestra incredulidad, cuando alguien está contratando a un asesino y al fondo una supuesta ventana que mira a Catedral es evidentemente una tela. En ese momento, el contratante se vuelve Salvador Sánchez y el asesino es Chema Yázpik haciendo de borracho. Un error tan evidente genera una cadena de observación que hace fijarnos en los equivocados detalles de una producción sin control de calidad.

La solución era tan evidente que no puedo creer que no la hayan tomado: esos cicloramas eran perfectos cuando las películas eran en blanco y negro. De hecho, ese fue uno de los peores errores cuando a Ted Turner se le ocurrió colorear el cine clásico de Hollywood: se notaban los cicloramas. Pero en una escena que evoca un atentado contra Porfirio Díaz, era perfectamente justificable agregar tonos dramáticos llevando la escena a blanco y negro. De hecho, la sensación habría sido perfecta, ¡pero a nadie se le ocurrió! Ni a las decenas de patrocinadores que evidentemente le metieron mano, ni a los genios sobre genios que estaban detrás de cámaras. Al final, a Don Porfirio lo atacan en un set mal iluminado, en el que al fondo se ve el quiosco morisco de Santa María La Ribera, pero en versión de salón infantil de fiestas.

Claro, para lograr el efecto dramático correcto, se necesitaba también una buena partitura. La música de El Atentado es simplemente inexistente. La película quiere ser una gran producción, pero no sin un músico suficientemente calificado. La iluminación jamás logra dar en el blanco: se nota que siempre están a puertas cerradas. Los focos amarillos que intentan simular la luz del día hacen que todos los actores tengan color de carnitas en puesto de la calle (con su respectivo foco).

Las actuaciones, disparejas. María Rojo y Juan Ríos parecen ser los únicos que decidieron sacarle jugo a sus escenas. Chema Yázpik, José María de Tavira y sobre todo Julio Bracho están en un tono de caricatura que me hace pensar que el director estaba dormido. A los tres les hicieron falta unos cuantos gritos, a ver si se ponían las pilas. Se agradecen el instante de Juan Carlos Colombo y los esfuerzos de Arturo Beristáin por darle consistencia y solidez a su Porfirio Díaz, pero en general, como decía Ludwik Margules, una vez más el nivel de los actores mexicanos es “muy disparejo”. Demasiado para mi gusto.

Lo lamento por todos los involucrados, comenzando por el extraordinario Jorge Fons, quien en su regreso después de El Callejón de los Milagros, jamás logra encontrar el ritmo ni la maestría a las que nos tenía acostumbrados. La cámara no está puesta en los lugares correctos; la sensación de estar “tirando para terminar” crece mientras la película se desarrolla. Hay la sensación de que hubo demasiados chefs en el perol, y el director decidió meramente cumplir. Esto puede quedar plenamente probado cuando en el fonógrafo de Don Porfirio suena la melodía de una compañía de teléfonos celulares. Ni en mis sueños más alucinados imaginé al director de Rojo Amanecer permitiendo semejante violación a su trabajo.

No todo está perdido.

Por otra parte, ocurre algo fuera de lo común ante el desastre: El Atentado contiene una gran historia. Al fondo, de manera tenue y poco a poco más claramente, se revela lo que pudo haber sido una gran película. La idea de mostrar a Porfirio Díaz solo, en el pináculo del poder, traicionado por sus más cercanos, era perfecta para estos tiempos.

Además, El atentado revela cómo un dictador se rodea siempre de los menos eficientes. Son tan imbéciles, que ni para matarlo tienen cerebro.

Eso podría haber generado empatía entre los espectadores, verdadera hilaridad y a su vez, reflexión. Pero para cuando logramos descubrir los potenciales de la trama, hay espectadores dormidos en sus asientos. Y no estoy bromeando. Se requiere un verdadero esfuerzo para rescatar la pasión que pudo haber provocado este proyecto en sus creadores, y para adivinar lo que está irremediablemente perdido.

La historia es grande, los diálogos espantosos y cursis. Alguien debería decirles que Vicente Leñero es el peor guionista de cine que hay. ¿Para qué lo siguen contratando? Así va a estar imposible que triunfe la planeada exportación de la película, que piensan comercializar bajo el título The Attempt Dossier este mismo año.

Para terminar, la gente pregunta siempre: ¿Y Giménez-Cacho? Me reservo el comentario para su próxima película. No puedo creer que un actor de ese tamaño haya salido nada más a chambear. Debe haber sido un error de producción.

Colofón para el mundo que empieza. Observen con simpatía la nueva batalla entre Televisa y TV Azteca, que comienza en el aniversario 25 de los terremotos en la Ciudad de México. Pero no se engañen: La Academia Bicentenario y Décadas pertenecen, ambas, al mundo que ya terminó. Que tengan una gran semana.

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