sábado, 24 de diciembre de 2011

Playboy México: decisiones de balneario


Target de audiencia. ¿Quién te lee? ¿Quién te compra? Y por lo tanto, ¿quién se anuncia contigo?
A menos que su director, Alfredo Cedillo, haya notado un cambio sustancial en sus lectores, y ahora sean los mismos que leen y compran TVNotas, el Playboy México acaba de hacerse un daño enorme, potencialmente irreparable. Cedillo lleva ya dos portadas en las que la calidad de las modelos es francamente cuestionable, y en las que el estilo aspiracional de Playboy se pone en la cuerda floja.

Me refiero, evidentemente, a las portadas de Celia Lora y Daiana. La primera, hija del rockero Alex Lora, que se hizo famosa por matar imprudentemente a una persona en un accidente de auto. Su caso se ventiló en la televisión con Laura Bozzo y en las revistas de chismes de espectáculos. Se manifestó entonces que manejaba en estado de profunda intoxicación por exceso de una sustancia. Se hablaba de una ebriedad tal, que ella habría estado dormida al volante.

Daiana, el segundo caso, es una muchacha cuya demanda en Quintana Roo mandó a la cárcel al cantante Kalimba. La chica, quien acaba de cumplir la mayoría de edad, dijo que el cantante la obligó a tener sexo anal a los 17. Su historia no tenía mucha coherencia, pero el procurador de justicia del estado tomó el asunto como prioridad y durante meses, Kalimba fue presentado como violador de menores en los medios de comunicación.

Al final, la ausencia absoluta de pruebas terminó con el asunto y abrió la puerta para que la muchacha revelara sus verdaderas e inmediatas intenciones: fama y dinero.

El estilo Heffner vs. el estilo Bondojito

Tal vez vendan más revistas en un principio; pero a la larga, ¿qué pensarán los de los relojes Hublot o las joyerías Bizarro? Ellos están buscando un público que pueda comprarles, y los que leen de Daiana o Celia Lora no son esos. La revista gana si vende y circula más, pero pierde su target de audiencia. Los anuncios de autos caros, de estilo de vida y licores de marca, no son para el gran público; son para aquellos que asocian en su mente la aspiración de entrar en la mansión Playboy y tener encuerada en la cama a pura súper viejota entre sábanas de seda. Por eso, Playboy tiene un alto valor simbólico para sus consumidores; para convencer a los anunciantes así de especializados.

Y esto sin tomar en cuenta otro tipo de implicaciones sociales. ¿Abusa aquel que tiene sexo con una chica de 17 y no aquel que la encuera por dinero, públicamente, en cuanto cumple 18? Lo de Kalimba nunca se probó; lo otro es un hecho consumado.

Como medio de comunicación, ¿Playboy México está enviando un mensaje que le conviene? Mata a alguien con imprudencia, o abusa de alguien famoso acusándolo, y te ganas el dinero y la portada de la revista. ¿Es el tipo de comportamiento que esperan los anunciantes?

Ante todo, hay un mensaje que subyace en los lectores que aman el logo del conejito: son unos caballeros. Con esas mujeres, bajo esas circunstancias, hay una invitación subliminal a romper la regla. Playboy no se lee en los inodoros del Metro Pantitlán. ¿O sí? Yo apuesto a que el daño será amplio para la revista.

Ahora sí, ha vuelto Caifanes

El caos ha cedido poco a poco su lugar al sonido. Caifanes cierra el 2011 sonando a Caifanes. Algo sucedió desde el Foro Sol hasta el Palacio de los Deportes, en el que me encuentro redactando esta nota. La chica de la fila de atrás sigue taladrándome los oídos y sigo sin entender por qué esta nueva generación cree que ver a Caifanes es asistir a una sesión de karaoke a gritos. Tal vez haya sido la larga ausencia de la leyenda y que toda esta camada no los vió antes. Tal vez realmente esperaron mucho.

Del Vive Latino al Palacio: regresaron
 Más allá de eso, Caifanes está increíblemente bien. Fuertes, rockeros, creíbles. Debo decirlo: Alejandro Marcovich no está compitiendo más para opacar a sus compañeros. Toma sus momentos y respeta sus silencios. Vaya, ¡hasta permite los solos originales de guitarra de Saúl! (en canciones como "Mátenme porque me muero") Eso lo acerca a la altura de sus enormes talentos naturales. Sabo parece haber reabierto los canales de comunicación con sus amigos (si no lo fueran, no estaría ahí).

Diego Herrera se divierte. Alfonso André es de una sola pieza. Y Saúl es, una vez más, el front man.
O sea: Caifanes está vivo. Ahora debe venir un nuevo disco. Y la gira deberá estar a la altura de la leyenda en el 2012. Hay que diseñarla bien, contratar al mejor escenógrafo, el mejor diseñador de luces, escribir un guión... darle a Caifanes el lugar que le corresponde como el grupo de rock más importante de México.

Los espero. Soy fan. No tengo ninguna otra opción.

Colofón para el mundo que empieza. Ya se va a acabar el mundo. Paguen sus deudas, cierren sus heridas. Pero no se espanten. Todo, para inhalar, debe exhalar. Eso sí, lo repito una y otra vez: la mercadotecnia del final va a estar fuerte. No digan que no les avisé. Para mi, ya se los he dicho también, el mundo ya se acabó. Feliz Navidad.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

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martes, 29 de noviembre de 2011

Los toreros o los políticos: ¿a quién prohibimos?





A Heriberto y Jorge Murrieta; a Don Paco Malgesto.

Si ustedes tuvieran la opción: prohibir la fiesta brava o a los políticos, ¿cuál elegirían? ¿Quiénes son más dañinos, los toreros o los diputados?

Creo que la votación sería masiva y contundente: necesitamos muchos menos diputados y senadores que cobran millonadas, viajes en avión, y bonos navideños, que a los monosabios de la Plaza México. Pero esa no es opción; porque estamos secuestrados por los que ostentan poderes que nos pertenecen, y que tienen que justificar sus sueldos inventando prohibiciones populistas para justificar cobrarnos cantidades que no logramos pagarnos ni a nosotros mismos.

¿A quién llamarían primero a cuentas? ¿A Rafael Herrerías o al Niño Verde? La diferencia es que, como empresario, Herrerías sí puede ser cuestionado, pero el Niño Verde no. Así es el poder.

Los diputados del Partido Verde están promoviendo otra de sus grandes ideas. Y como ya no puede ser la pena de muerte para los humanos (esa ya se choteó), entonces es el "indulto" para los toros. Poco les importa que los toros de lidia sean una raza creada para la fiesta, para embestir, y no para otra cosa. Poco les importa que de lograr sus fines, condenen a esa raza a la extinción, y que todos esos animales deban ser sacrificados. Y mucho menos que la mayor parte de la gente que se opone a la fiesta brava jamás haya puesto un pie en una plaza de toros.

¿Por qué no les interesan más otros peligros ecológicos, como la tala indiscriminada de árboles, la cada vez más amenazada actividad del campo mexicano, o la ética de la pesca atunera? Demasiado complicado o, tal vez, muy poco popular. Ahí está el asunto: ¿es esta nueva "cruzada" del Verde una necesidad real, un reclamo popular, o un asunto electoral?

¿La fiesta cruel, la afición equivocada?

¿Qué somos? ¿Unos bárbaros que no han terminado de ser domesticados y que requieren la intervención de otros humanos más evolucionados y "conscientes" que nosotros? ¿Son estos luchadores de partido personas con mayor peso moral, más sustancia ética para decirnos lo que debemos hacer? Lo digo porque hablar en contra de la fiesta de los toros es fácil: "ahí matan", "ahí torturan". Y hablar a favor requiere de todo un entramado subjetivo que no entiende ni entenderá aquel que no ha ido a la fiesta y nunca la ha visto entrar en su corazón.

Pero los invito a preguntarse: los que vamos a los toros -mucho o poco- ¿estamos locos, somos inhumanos o monstruosos? ¿Estamos engañados por una especie de hipnosis colectiva que nos llama a la búsqueda morbosa de sangre y odio, de violencia? ¿Son los toros un espectáculo morboso? De ser así, estoy listo para escuchar razones y, de convencerme, tal vez hasta ser "curado", como Alexander DeLarge en La Naranja Mecánica, hasta que me den ganas de vomitar cuando vea cualquier signo de sangre.

La duda interna, la justificación imposible

No me malentiendan: yo también creo en el final de la violencia. Tal vez si pudiéramos convencer al Universo de erradicarla y no usarla como eje de toda su evolución, entonces regresaríamos al Paraíso. Pero mientras tanto, nuestra "grotesca naturaleza" (cito al "arquitecto" de la Película The Matrix) me sigue causando sentimientos encontrados.

Estamos hechos para matar. No lo hacemos, pero para eso estamos hechos. Y lo estaremos mientras seamos carnívoros. Los vegetarianos, por lo mismo, van más allá de los gazmoños partidistas y eliminan de sus dietas todo aquello que alguna vez haya tenido movilidad propia en esta Tierra. Pero los demás, hipócritas de nosotros, nos sentamos con nuestros cuchillos y nuestras servilletas, a devorar vacas, langostas, pollos, patos, gallinas, marranos, anguilas, pescados, pulpos, y cuanta cosa se haya arrastrado, nadado o volado. Lo hacemos, eso sí, servidos en lindos platos salsas decorativas de sabores diversos. Los recibimos pasados por el fuego, la plancha o e horno. No conectamos en nuestras mentes a estos que somos, con esos muñequitos en el museo de historia natural, matando fieramente a un elefante con lanzas de madera y pedernal, llenos de sangre, para llevarle de comer a nuestras crías en las cuevas. Los llamamos nuestros "antepasados". Queremos estar "elevados", salvados de esa barbarie. Pero seguimos comiendo cadáveres. Tranquilos, disfrazados, civilizados, pero a final de cuentas esos mismos cavernícolas que comen todo, nada más que gordos y enfermos.

El hecho de haber intercambiado el esfuerzo físico de la cacería por el trabajo asalariado no nos hace menos brutales. Sólo nos hace querer escapar de esa bestia interna que nos exige rituales de carne y sangre, reunidos alrededor del fuego ritual.

¿Ya enloquecí? ¿No tiene esto nada que ver con la fiesta de los toros? ¿O es sencillamente que el enfrentamiento del hombre y la bestia, que representa la fiesta brava, es tan brutalmente subjetivo que nadie, pero nadie, tiene lo suficiente para calificarlo cabalmente. Nadie puede justificarlo, o negarlo racionalmente. Pero algunos lo intentan. Algunos "califican" y se erigen en líderes morales capaces de decirnos lo que es correcto o no, lo que sí debemos hacer y lo que nos debe ser prohibido, "por nuestro bien".

No creo en ello. No mientras el mundo sea este lugar en el que los que más gente matan sigan siendo los mayoritariamente elegidos para ser "héroes nacionales". Un mundo en el que la vía armada es uno de los mejores caminos para llegar a los libros de historia. De ese mundo, la fiesta de los toros es una metáfora que no puede ni debe ser comparada con la cacería, con el maltrato animal o con la violencia simple. Es una metáfora de la barbarie que vive en nosotros. De la civilización que pelea contra ella todo el tiempo. Nos ayudan los caballos, los más nobles de los animales; nos embiste el toro, la fiereza y la brutalidad puras, que nacieron para embestirnos. Nos representa el torero, quien en medio de jugarse la vida (y lo hace, no crean que no), nos redime cuando se eleva por encima de la sangre y la matazón en instantes irrepetibles de arrebato.

¿Cómo explicarle a los políticos una metáfora? ¿Cómo defender la fiesta ante los sentimientos encontrados que provoca? Me queda claro que, como todo lo que ha comenzado, la fiesta de los toros verá su fin. Como las luchas a muerte de los gladiadores en los circos romanos. O las guerras floridas. O el juego de pelota maya en el que al final le cortaban la cabeza a uno de los capitanes. Todo termina. Lo que no sé es si alguna vez una sola palabra, una idea en un libro, o una justificación moral, podrán explicar lo que socialmente representa un ritual de esta naturaleza. Y estoy seguro que eso, de ninguna manera, podrá ser explicado por la gente que se dedica a la política. La poesía no se hizo para ellos.

Colofón para el mundo que empieza. Los Muppets fueron un trancazo de taquilla. Hicieron 30 millones de dólares en su primer fin de semana en EU, debajo de los 42 millones de la segunda semana de la nueva de Crepúsculo. Ya dejaron atrás a Happy Feet 2, a Jack y Jill, y tal vez alcancen al Gato con Botas. Es el regreso de la franquicia, ahora en manos de Disney. Y es la misma historia de la primera película: la rana Kermit y alguien más buscando rescatar su fama y la de sus compañeros de peluche, en una carrera contra el tiempo. O sea, es la apuesta por una vieja fórmula para atrapar una nueva generación que nunca vio la serie original. Dos semanas más de una recaudación así y será, una vez más, la hora de los Muppets. Ese Jim Henson era, me queda más y más claro, un maldito genio.

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domingo, 20 de noviembre de 2011

El derecho (o el perverso) de ser Kinky...





El manager del grupo Kinky, Alex Mizrahi, asumió en un "twitt" que Susana Zabaleta es mi "protegida". Así lo dijo: "@KermitFranco por lo pronto nos apegamos a lo q dice la ley y si tu o tu protegida SZ tienen una preocupacion seria, mandenla al Congreso ja" (sic).

Risa y suposición. Casi acusación. Mi "protegida". Esto me hace comprobar que el dilema legal entre el grupo Kinky y la cantante Susana Zabaleta, quien le puso "Kinky" a su disco, ha tomado tintes personales. De orgullo. Pero para toda historia hay dos lados y hay que ver ambos. Puedo entender por qué Mizrahi y el grupo Kinky creen que tienen razón. Y puedo ver por qué Susana Zabaleta cree que tiene razón. Como periodista de espectáculos, comento y listo. Y si mis comentarios le caen mejor a un lado que al otro, lo lamento, pero nada más.

Kinky es un adjetivo. No lo inventó el grupo Kinky. Pero lo pudo registrar. "Taquilla" es un sustantivo, y tengo -por ejemplo- registrado su uso para programas de radio y TV en la República Mexicana. No puedo tocar el programa de espectáculos homónimo en España (que existe), pero tampoco puedo pedir el uso exclusivo para toda instancia, sobre todo si no hago usufructo de ellas.

En este caso, el grupo de Monterrey y su Manager creen que Susana Zabaleta viola sus derechos, al haberle puesto "Kinky" a su más reciente disco. Ella asegura que está usando un adjetivo en inglés, que significa "Perverso", y que no afecta los intereses del grupo.

Alternativamente, ambos han anunciado sus "triunfos". La Zabaleta primero; Mizrahi y el grupo después. Los involucrados son, además de ellos, el Instituto Nacional de Derechos de Autor y el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial.

Multas van, multas vienen...

El último capítulo de la batalla es el anuncio de que el IMPI multó a la Zabaleta con 600 mil pesos. Kinky y Mizrahi festejaron. Pero la Zabaleta contestó que demandará al IMPI, lo cual hace ver que está bien asesorada. El pleito está muy publicitado y poco a poco el nombre y sus efectos comienzan a permear en lugares que antes nunca hubieran soñado: las amas de casa. Todos saben que el grupo Kinky está peleado con el "Kinky" de Susana Zabaleta. Todos están comenzando a enterarse qué significa la palabreja.

Ahora, el manager eligió el Twitter para refutarme. La razón: tengo una opinión que no le favorece completamente. Aquí, desarrollada, esa opinión:

Pro de favorecer al grupo Kinky. Orden. En caso de que el grupo no se vea favorecido, algunas personas podrían usar esa resolución para ponerle a sus discos nombres populares. Por ejemplo, yo le podría llamar "Maná" a un disco. Eso es lo que protege la ley autoral: que nadie confunda al consumidor, usando el derecho de terceras personas.

Contra de favorecer al grupo Kinky. Abuso. Si la resolución favorece al grupo, habría que tener mucho más cuidado a la hora de usar ciertos nombres o adjetivos en productos artísticos. Nadie le podría poner a su disco "Fobia", o usar la palabra "Jaguares". Bajo esa premisa, jamás habría existido el grupo "Caifanes" o la canción "Mátenme porque me muero", porque los productores de las películas podrían haberlo impedido. A la larga, esto puede dañar toda la industria, y el mismo Alex Mizrahi sufriría las consecuencias en otros productos que maneja. Además, Mizrahi maneja Ocesa Seitrack, uno de los más fuertes consorcios de management de México. Si esto prospera, ¿ya nadie va a poder usar las palabras que le dan nombre a sus grupos? ¿Tendríamos que pagar derechos por usar Panda, Playa, Limbo, Motel o Jumbo? Es un terreno muy riesgoso, y ello justificaría lo que ha hecho la Zabaleta: ponerse una mordaza en sus fotos que dicen "Libertad de Expresión".

Pleito entre pacifistas

Lo más paradójico es que este pleito se da entre dos instancias que abogan, a su modo, por la libertad de expresión. De un lado el rock, un género que hasta hace poco estaba confinado a la semiclandestinidad y que odiaba cualquier acción corporativa como ésta (a la que los rocanroleros generalmente tachan de "brutalidad"). Del otro, una mujer que habla constantemente de romper las ataduras sociales. Es interesante que la vida los haya confrontado, más aún cuando, estoy seguro, de no haber iniciado este proceso, nadie se habría dado cuenta. Kinky habría seguido siendo Kinky, y Susana Zabaleta habría tenido su disco "Kinky". Y ya. Cada uno con su público, que ni siquiera se tocan.

Pero hubo algo que pudo más. Ahora, a ver qué sucede, de qué cuero salen más correas, y cómo las decisiones de los jueces y los abogados afectan a la industria. Creo, a final de cuentas, que esto sólo enriquecerá a los abogados. Pero cada quien usa el dinero de su éxito en lo que se le pega la gana. Suerte a todos.

Colofón para el mundo que empieza. Fui a ver a los Stone Temple Pilots en el Plaza Condesa (nunca los demandaron los Rolling Stones, por cierto). Lo único que me pregunto es: ¿por qué se tardaron tanto en abrirlo como lugar de conciertos? Es un lujo, que hace más paranoica la experiencia de vivir en México: ya no sé si estamos en Amsterdam, o en Irak. Espero que no en los dos...

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martes, 8 de noviembre de 2011

Ovo: los virtuosos 360 grados del Cirque du Soleil

Ovo: hagan un desfile; ha llegado el circo.
El huevo, toda vez representado en dos dimensiones, es elíptico. No se define en 360 grados. Pero su cintura sí. Una sección en corte sagital revela un círculo. Eso se aplica, a través de Ovo, su nuevo show, al Cirque du Soleil.

Con Ovo, la compañía circense que comanda el québécois Guy Laliberté regresa a sus orígenes: una aspiradora que absorbe los mejores actos de circo de todo el mundo y los integra en un solo concepto artístico,con un peculiar sentido de la estética.

La clave, al principio, era la elegancia. Pero el circo de Laliberté enloqueció y comenzó a ser cada vez más elaborado, especialmente generoso en escenarios de alta tecnología, que no pocas veces opacan al elemento humano. En Ka, O y Love, es casi imposible saber si le estamos aplaudiendo a la máquina, la robótica, o a los artistas. Una conjunción de éxito económico, gran demanda, y la competencia de cada hotel de Las Vegas por tener su propio show de Cirque, saturó el concepto.

Ese exceso invadió también a los shows itinerantes; Dralión y Quidam no son tan emocionantes como Alegria, el primer show. No tienen sentido de peligro, de posible falla humana. Su precisión es tal, que nadie espera asombrarse. Y el circo no es un asunto de estética; es de proeza, de acto sobrehumano; de voltear hacia el cielo y elevar una plegaria para que el trapecista llegue al otro columpio. Todo ello, por fin, es Ovo.

De noche, todos los agentes...

El corazón del Cirque du Soleil estaba vivo. Su creador lo tenía bien resguardado dentro del corazón y en Ovo se nota. Es como si Laliberté hubiese reunido a su mejor equipo creativo y les hubiera dicho: "senores, el Cirque du Soleil debe vivir y ya no tenemos nada nuevo para soprender a la audiencia". Alguien, en esa reunión -tal vez el propio Laliberté- debe haber dicho: "¿Y si volvemos a nuestros orígenes?"

Dejar de correr; de asegurar los derechos de las canciones de Los Beatles, de preparar el show con la obra completa de Michael Jackson. Confiar en el concepto original; el circo. Ir a China, a Ucrania, a los grandes espectáculos de sus compañías; poner a trabajar una vez más a los diseñadores, iluminadores y músicos en un concepto sencillo, íntimo, elegante.

No más escenarios estériles y antisépticos; ni plataformas móviles gigantes. Una idea simple: un mundo de insectos que encuentran un huevo y se lo pelean. Payasos y actos de proeza. Nada más.

El resultado es el mejor show del Cirque du Soleil hasta la fecha. mejor que Ka, O, Zumanity, Quidam, Dralión, Love y Mystére, y eso sólo por mencionar algunos. Desde que el Cirque me maravilló con Alegria, no había vuelto a encontrarme con la boca abierta, convertido en un niño de cinco años, sentado al lado de mis papás y mis hermanos, con la emoción hecha nudo en la garganta. Una emoción que crece hasta revelarse como pura y absoluta alegría.

La fascinación de ir al circo, otra vez.

Ovo está en temporada en la Ciudad de México. No se lo pierdan. Lleven a sus papás, a los niños, a sus amantes; tomen los aviones, manejen las carreteras, paguen los hoteles, pero vengan. Esta vez, otra vez, la ciudad merece un desfile: ya llegó el circo.

Colofón para el mundo que empieza. El domingo fui al Plaza Condesa a ver a los Babasónicos. Por favor, ya no graben los conciertos con sus celulares; ¿no se han dado cuenta que les quedan horribles y se pierden el concierto por estar grabando? Y no dejan ver. No sean mensos.

Recontracolofón: este viernes se estrena "Pastorela" en los cines de todo el país. ¿Apuestan a que va a ser un trancazo?

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martes, 1 de noviembre de 2011

La piel que habito: ¿De cuál fumó Almodóvar?

Banderas: ¿alguien dijo venganza?
 Siempre he creído que Pedro Almodóvar tiene como ídolo a Alfred Hitchcock. Y por momentos, es como de ese tamaño: el español tiene un ojo privilegiado para la estética y los fetiches, como Hitchcock. Es capaz de enfocar a un solo personaje en un gentío con precisión de cirujano, como Hitchcock. Tiene la manera de hacer que los hombres y las mujeres de sus películas parezcan surgidos de un sueño, como Hitchcock.

Pero no adapta como el maestro. No dialoga igual. No logra el suspense con la misma exactitud, y todo el tiempo tiene que estar parchando sus historias con situaciones cada vez más inverosímiles, hasta que la película parece creada por un niño de seis años jugando con sus muñecos. Es como ver al Chavo del Ocho diciendo "...Y que entonces, te agarraba un doctor loco, y que te encerraba, y que hacía experimentos contigo, y entonces que llegaba un señor vestido de tigre, pero que ya lo conocías, y que antes se había fugado con tu esposa,  que chocaban y que se incendiaban, y que, y que..." Así, hasta el infinito.

¡No quiero escribir comedia!

Creo también que lo de Almodóvar es el humor. Sus mejores películas son aquellas en las que estas situaciones límite que tanto le encantan, llevan a sus personajes al borde de la risa. Todos son idiotas, por decir lo menos; actúan a bote pronto y por impulso, tomando siempre las peores decisiones posibles. Y hacen reír. Pero cuando Almodóvar se pone detectivesco, algo falla.

La comedia es lo suyo. O el melodrama. En Carne Trémula, La mala educación o Todo sobre mi madre, Almodóvar brilla. Saca la bola del estadio. En cambio, cuando quiere crear suspenso, como en Kika, La flor de mi secreto o Volver, los resultados son feos. Y más si hay un cadáver de por medio. Uf. En esos casos, es mejor no tratar de seguir la historia y regodearse una y otra vez con la siempre maravillosa visión de un cineasta que hace que sus actores se vean como auténticas estrellas. Las tomas de Penélope Cruz en Volver son lo que hace que esa película sea visible, pero nada más.

No es distinto en La piel que habito. Parecería como si Fellini estuviera filmando a Mastroiani en este reencuentro de Almodóvar y Banderas. Qué bárbaro, qué imágenes. Pero en cuanto a la trama... ¿Otra vez? Antonio Banderas es Roberto, un cirujano loco que perdió a su mujer, que se había fugado con su hermano, que ahora regresa disfrazado de tigre, a la casa donde él tiene encerrada a una mujer igualita a su hija, quien es cuidada por la mamá de ambos... Aunque ninguno sabe que es su mamá.

O sea, otro churrazo de un gran director, que simple y llanamente no acepta que eso de los thrillers no se le da. Pobres de nosotros, los espectadores, que aguantamos estas jaladas, sólo porque no sabemos si esta vez Almodóvar nos trae otra genialidad. Pero no; ésta vez sale ponchado en todas sus oportunidades, haciéndonos dudar si realmente dirigió él o la señora que vende los hot dogs.

No lo salvan ni las grandes actuaciones de la hermosísima Elena Anaya y Marisa Paredes, dos soldados de este trabajo, capaces de darle lustre a los textos más inverosímiles.

Pero nada más. La piel que habito es un churro, que debería haber sido filmado por los creadores de Intrépidos Punks. Así, y tal vez con la actuación estelar de William Levy, habría sido más adecuada esta historia de médicos locos, mujeres incendiadas, muertos que no están muertos, y hasta con operación jarocha sin su consentimiento, violadores disfrazados del gato GC y mujeres suicidas. Como que el mejor diálogo de esta película para describirse a sí misma es: "es Carnaval..."

Cosío: el Diablo Mayor.

 Colofón para el mundo que empieza. En cambio, esperen Pastorela, la nueva gran película mexicana, que se estrena el próximo viernes. Ustedes simplemente véanla y la platicamos aquí, en la próxima columna. ¡Peliculón! Vaya, ya era hora...




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martes, 25 de octubre de 2011

Guadalajara 2011: la gran lección televisiva





Para la televisión mexicana, los Juegos Panamericanos de Guadalajara han sido como los Juegos Olímpicos para la tele gringa. Hay tantos mexicanos participando y ganando, que les ha sido posible enfocarse en las competencias.

El error de los años recientes en la cobertura de los Juegos Olímpicos, es que Televisa y TV Azteca han creído que la competencia es televisiva, no deportiva. Por ello no es extraño ver comediantes, reportajes, viejas buenotas y comentaristas en lugar de atletas, arqueros, basquetbolistas o ciclistas. Los Juegos Olímpicos parecen el show de Omar Chaparro, Montserrat Olivier y Eugenio Derbez.

¿Buscamos rating, verdad? Pues basta y siempre ha bastado con los juegos. Y si no hay mexicanos, hay estrellas de otros países que siempre encuentran la manera de colarse en el corazón de la audiencia. No es necesario inventar un espectáculo por encima de las competencias.

Tal ha sido la lección de los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Están increíbles, emocionantes, divertidos. Y sí, llenos de mexicanos compitiendo y ganando, lo cual hace más sencillo elegir donde poner el foco. Pero ese foco no se pierde cuando los mexicanos no son las estrellas. Todo es cosa de tener esa maestría que durante años estableció José Ramón Fernández, para llevar a las pantallas el drama, la alegría, la tristeza, el orgullo y el éxtasis que inundan un acontecimiento deportivo de esta importancia.

TVC Deportes y TDN, una vez más la televisión de paga, han llevado la batuta. Queremos ver los juegos, y a los comediantes como accesorio, no como producto central. No está mal acordarse de eso antes de que enciendan el pebetero olímpico en Londres.

Misery: más de lo que ves




La versión teatral de la novela de Stephen King revela detalles insospechados. La famosa película con James Caan y Kathy Bates es aterradora, pero siempre parece la confrontación entre una parte luminosa y una parte oscura del Universo. El escritor Paul Sheldon es secuestrado por una fan, y obligado a escribir una novela en la que revive a su propio personaje, Misery Chastain.

La secuestradora, Annie Wilkes, es una mujer perturbada, asesina, que vive a través de ese personaje. Si Misery muere, Annie muere. Así que no lo acepta, y obliga a Sheldon, al borde de la tortura, a hacer lo que exige.

Admito que no creí que Itatí Cantoral pudiera darle vida a Annie Wilkes. No me imaginé que me pudiera llevar al terror y la desesperación que Kathy Bates le imprimió al personaje. Pero lo hace. Itatí es, como lo dijo su compañero de escena Damián Alcázar, un descubrimiento. Su compromiso con el personaje es absoluto. Alcázar, disciplinado, actorazo, le pone todos los balones, uno tras otro, para que Itatí los remate. Ella, por su parte, perfila su primer "tour de force", uno que -de concretarse en estas semanas- podría pavimentar su camino como gran primera actriz.

Itatí y Damián Alcázar son una de las grandes parejas teatrales de este 2011. Eso hará que el Foro Chapultepec, que el sábado en su segunda función estaba al 70%, se llene cada vez más hasta que la gente se quede en la calle porque se acabaron los boletos. Es cosa de las recomendaciones de boca en boca, que ya vienen.

Regreso al asunto de los detalles insospechados: Annie Wilkes es una co-creación de Paul Sheldon. Por lo tanto, es su responsabilidad. Annie está, como Misery, esperando que su creador la libere, la mate. Pero no le es suficiente morir de manera mediocre como el autor propuso en su última novela. Tiene que morir en apoteosis. Tiene que ser endiosada, amada. Annie y Misery al mismo tiempo. Una y la misma, al autor se le aparece su creación personificada en su captora. Liberarla es liberarse. De eso se trata la historia. De una pareja que no logra decirse adiós a tiempo y que para separarse debe ofrendar algo a cambio. Ambos deben salir mutilados. Para Sheldon, perder a Misery es como perder una de sus extremidades. Debe doler.

Tal vez esta brillantez escénica no se habría logrado, de no ser por la visión y la dirección, siempre precisas, del gran Antonio Castro, un director que hace su salto al teatro netamente comercial con la misma suerte del gran artesano, de pie, conservando su fuerza de artista ante un medio diferente. Palabras más y menos, el que es perico donde quiera es verde. Castro es verde, es perico, y un gran director.

Misery está en el Foro Chapultepec de la Ciudad de México. Se anuncian 10 semanas. Lo mejor es que usen una de ellas para hacerse presentes. Es por su bien.

Colofón para el mundo que empieza. Va en serio del Festival OTI. Ya los líderes de la Sociedad de Autores y Compositores han sido incluidos en este proyecto de Arturo Velasco, Roberto Gómez Fernández y Luis Mario Santoscoy. Tienen que estar los grandes y los nuevos. Quiero ver a Yuri, Emmanuel y Yoshio. Y quiero ver ahí a Mario Domm y Sandra Echeverría. Y, ¿por qué no?, a Yuridia o Myriam. El OTI es importante, si se hace bien. De que viene, viene.

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jueves, 13 de octubre de 2011

Los Simpson deberían morir





Luz verde a las temporadas 24 y 25 de Los Simpson. Que se arreglaron con los actores de doblaje por un 30% menos de sueldo, respecto a los 8 millones de dólares anuales que cobraban. Lástima. Estaba seguro que de ésta Los Simpson no saldrían vivos...

20 de enero de 1989. Sale Ronald Reagan de la presidencia de Estados Unidos. 17 de diciembre de 1989. Comienzan los Simpson. Los gringos estaban cambiando, o eso creían. Después de los Simpson, a los republicanos les quedaba un período presidencial antes de Clinton.

Los Simpson representan una época de finales del siglo pasado, en la que a la gente le dió por la experiencia neo-molierana de verse en el espejo más realista que pudieran soportar.

Esa fue la labor de Los Simpson; mostrarle a la América Reaganiana que su fortaleza neoliberal era un mito, que haber ganado La Guerra Fría, tirado a la URSS y derribado el Muro de Berlín, los había dejado convertidos en unos viejos panzones, imbéciles, iletrados, cheleros, malos trabajadores y malos padres, con hijos lejanos, desobligados, pagados de sí mismos, e interesados en todo menos estudiar.

La radiografía resultó fiel y poderosa; tanto, que el público le hincó el diente y la convirtió en la serie favorita de todo el país. Y como los gringos dominan la cultura del mundo, no pasó mucho antes que el resto de la humanidad mordiera el anzuelo. Por supuesto, no faltaron los que dijeron que Los Simpson estaban tratando de acabar con la familia, promoviendo "malos" valores; pero como siempre la realidad superó a los eternos retrógradas y terminó escupiéndoles en la cara nuevos productos que aprovecharon la puerta que abrieron Matt Groening y James L. Brooks. No pasó mucho antes que llegaran South Park y Padre de Familia.

Pero hoy, Los Simpson...

La verdad es que los Simpson hace mucho dejaron de ser chistosos. Creo que su burbuja se ponchó con el estreno de su película en 2007, que si bien recaudó más de 500 millones de dólares en el mundo, jamás logró estar a la altura ni de las expectativas que generó, ni de lo "alternativo" e "inteligente" de la serie.

Los Simpson ya no tienen nada qué decir. Su fórmula -mostrar la miseria de las familias occidentales para al final defenderlas con un discurso de amor y comprensión- es repetitivo. Y ha sido ampliamente superado por otras series más actuales y realistas. De hecho, es notorio un capítulo de "Padre de Familia" donde el personaje Stewie canta: "siguen haciendo Los Simpson a pesar de que hace años no son chistosos".

La pregunta es, ¿por qué los estudios Fox hacen tanto para que la serie continúe? Yo estaba a punto de publicar otra cosa; pensaba que este escándalo de los sueldos de los actores era un pretexto para matar la serie. Creí que Fox no quería que Los Simpson se fueran sin usarla para darle un mensaje a Seth Macfarlane y otros colaboradores: "somos capaces de cancelar una serie antes que pagar sueldos exorbitantes". Y para sus inversionistas: "hicimos todo lo posible para defender el producto, pero nos vimos rebasados por las circunstancias".

Palabras más y menos, pensé que la Fox se estaba cubriendo el trasero ante una realidad cada vez más evidente: Los Simpson, simple y llanamente, ya no interesan.

O eso pensaba. Aunque no sé; hagan ustedes la prueba en casa: ¿cuántos en su familia dejan de hacer algo para ver Los Simpson? ¿Hace cuánto que TV Azteca no arma un maratón de la serie para subir el rating? ¿Se acuerdan cuando hasta Fox competía con la tele abierta en México por los nuevos episodios?

Hoy no. Creo que Los Simpson huelen a viejo. Y deben morir. Sin embargo, el arreglo para que sobrevivan parece indicar otra cosa. En serio... ¿ustedes aún los ven? Porque a mi me parecen aburridísimos. Abajo hay lugar para sus comentarios.

Colofón para el mundo que empieza. Demonios, cómo disfruté "Gigantes de Acero", con Hugh Jackman. Algunos creen que hacer una gringada de éstas es muy sencillo, pero a todos ellos los reto: inténtenlo. No. Estas gringadas, cuando están bien hechas, son sencillamente insuperables. Películas como "El campeón" o "Karate Kid". Así es "Gigantes de Acero". ¿Quedó claro? ¡Peliculón! Ya dije.

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martes, 4 de octubre de 2011

México, la falacia más cara del mundo


Despilfarramos el dinero en elecciones estúpidas. No puedo creer que le dediquemos tanto esfuerzo a ver contender a las personas que administran el dinero para ver quién gana el poder de administrarlo. No hay ideologías reales o sustentables en esa idiotez; sólo es un asunto de niños chiquitos a ver quién se queda con el tubito mágico que lo legitima como presidente.

Es como si en una empresa, el dueño permitiera que sus empleados se gastaran toda la nómina en elegir al gerente general. Y que esos mismos empleados, en lugar de hacer su trabajo, dedicaran todo su día a la “contienda”. Con su dinero.

En esencia, el mal está perfectamente planteado: ¿cómo confiar que esas personas van a hacer buen uso de los recursos que administren si desde ahora los usan sólo para sus planes? Nos lo disfrazan, eso sí: “es por tu bien”; “te va a convenir”; “mi plan es necesario”, pero en realidad todo ello no es más que palabrería. Carísima, vacía.

Me largué 15 días. Resumen de viaje: la única nota de México que vi trascender en los periódicos de Estados Unidos, Gran Bretaña y España, fue una en el Financial Times acerca del asesinato de “La Nena de Laredo”, una mujer que coordinaba redes sociales para denunciar crímenes en la frontera. (El Times, por cierto, es leído por personas poderosas que deciden dónde poner sus inversiones. Su diario les muestra la temperatura de esos posibles sitios de inversión.)

La única nota. Y no creo que sea un complot, o que sólo se fijen en la violencia de este país. Es simple y llanamente, que lo que hacemos acá no tiene la menor importancia.

Fuera de las fronteras de México, Andrés Manuel López Obrador, Ernesto Peña Nieto, Marcelo Ebrard, o la Vázquez Mota no existen. Felipe Calderón, apenas. No son nada. No son ni los políticos ni los candidatos de un país que vaya a equilibrar o desequilibrar nada. Pero aquí todos, a su manera, refrendan la presidencia imperial de la que habló Enrique Krauze: se sienten la última Coca-Cola fría del desierto antes de darse cuenta que están en el desierto.

Se nota muchísimo al salir y regresar: el mundo de México es ficticio. Es una invención hiperbólica que existe principalmente en los diarios, la radio, y la televisión. De ahí se instala en la mente de las personas. En ese momento, y no antes, cobra gravedad, importancia. Pero no es una importancia real. Yo los invito, una vez más, a ver a estas personas como lo que son: subproductos de un ego nacional muy mal entendido. Nosotros los estamos inventando y reinventando; pero si quisiéramos, no tendrían la menor importancia simple y sencillamente porque en la realidad no la tienen.

En más o menos nueve meses vamos a votar. Pero por unos señores (o señora) que simple y sencillamente deben administrar nuestra riqueza común. De aquí a entonces, lamentablemente, ellos(a) van a abusar de esa misma riqueza queriendo ganar el puesto. Yo los invito de nuevo: réstenles poder. No vean tantas noticias, no crean que uno de ellos es Supermán; no se afilien a ninguna facción. Sólo voten por aquel(la) que piensen que va a hacer mejor su trabajo y nos va a dejar trabajar en paz. No por ídolos para tirarlos seis años después cuando no estuvieron a la altura de expectativas tan irreales como la postura de cuasicaudillos que nos están vendiendo. Tiene que pasar, y va a pasar tarde o temprano. Sólo les digo: cuánto antes, mejor.

¿Qué les digo de Capulina?

Pues nada. Realmente nada. Tal vez “Joy joroy joy joy joy joy”. El hombre cuidó tanto su imagen, que jamás supimos nada de él, o sus luchas, sus fracasos, sus pleitos. Él vivió y murió como El Rey del Humorismo Blanco. No tengo nada más que decir que descanse en paz. Y tal vez ver una de sus movies con Viruta (porque su serie de televisión era horrible). O, no... Esperen; también les pido que vuelvan a publicar “el Capulinita”. Era perfecto para ciertas situaciones de la vida, como esperar en una terminal de autobuses. Por la atención a la presente, gracias.

Colofón para el mundo que empieza.
A Los Caifanes les urge un cambio de look. Es una gran oportunidad para tener nuestra primera gran banda de rockeros clásicos, que se vean increíbles. Vean a los Rolling Stones: tienen una imagen tan cuidada, tan profesional, que parece completamente casual. Mis Caifanes tienen una imagen tan casual, que no parece profesional. ¡Venga, mi Saúl y compañía! ¡Aprovechen el regreso a rock stars para traer look matador! Nunca hay que dejar de hacerle homenaje a los Rolling.

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martes, 20 de septiembre de 2011

La Voz contra La Academia: el casting es todo






Me presento, soy René Franco. Mi experiencia para hablar de este tipo de shows es la siguiente:

1) Conductor y co-creador del programa El Recreo, para las Academias 1 a la 3, de TV Azteca.
2) Conductor suplente del programa Camino a la fama, para La Academia 1 y 2, de TV Azteca.
3) Integrante de Big Brother VIP, para Televisa.
4) Ganador de Buscando a Timbiriche VIP, con el equipo Exa, para el programa Buscando a la nueva banda, de Televisa.
5) Juez del programa Me quiero enamorar, para Televisa.
6) Finalista del "Karaoke de las estrellas" en el show Pequeños Gigantes, de Televisa.

Les doy estos datos porque en este país todo mundo friega con cosas como: "¿Y tu quién eres para opinar?"

Pues bien, es posible que nadie haya jugado tantas diferentes posiciones en los reality shows de México. Con esa experiencia les digo: 100% está en el casting, los reality shows funcionan o fracasan por la calidad de sus concursantes.

Los Big Brothers que fracasaron estaban llenos de niños fresas sin hambre de triunfo. Las Academias que funcionaron tenían buenos cantantes. "Me quiero enamorar" palideció porque sus integrantes jamás tuvieron empatía con la audiencia.

El casting es todo. Y si no lo creen, les apuesto que el rating minuto a minuto reventó ayer, cuando apareció Óscar, un conserje de Zacatlán de las Manzanas, que canta igualito a Pedro Infante en La Voz México. El programa está bien hecho, pero sobre todo, tiene un talento tras otro desfilando frente a la pantalla.

No se necesita tener a la gente en medio de una tragedia, ni inventar sorpresas en vivo, ni poner a todo mundo a votar en mensajes de celulares para cobrar por cada llamada. Más aún, ni siquiera se necesita que el show esté en vivo para que la audiencia se siente los domingos a ver la tele: lo que hace grandes shows como American Idol, Britain's Got Talent o The X Factor, son las personas. Las Susan Boyle, pues. El ama de casa o el señor de la papelería que cantan como los ángeles. En ese sentido, La Voz trajo luz a la televisión dominical de este país.

La Academia: TV Azteca en un hoyo miserable

Si no hay talentos, entonces hay mentiras. Hay que empujar un cadáver sin apoyo.

En La Academia casi nadie canta. Hay un "alumno" llamado Gil y una "alumna" llamada Lizbeth que son prácticamente los únicos que pueden aspirar a una carrera como cantantes. El resto son un relleno. Están en el show por look, o por razones estrictamente televisivas. Hay hasta una mujer llamada Tadeo, que jamás habría ganado ni un concurso de karaoke.

En La Academia mienten todos; hasta en las estaciones de radio afiliadas. Es terrible oír y ver a tantas personas vendiendo algo que no existe, como si realmente estuvieran trabajando para crear estrellas. Eso no es cierto (no lo sería ni siquiera si hubiera talento, porque los contratos que firman los "alumnos" les impiden desarrollar el menor intento de carrera).

Peor aún: la decadencia de La Academia se hizo evidente con el estreno de La Voz. La Academia, en su versión actual, está muerta.

Pero no cuesta nada...

Es mucho más caro hacerlo mal. Sigo rogando para que Azteca deje de hacer cochinadas y se convierta, por fin, en competencia para Televisa. Por el bien de la televisión, los artistas y el público, urge. Pueden y deberían. A casi 20 años de haber empezado transmisiones, no debería haber un solo pretexto. Nada justifica que siga pareciendo que están "aprendiendo" a hacer televisión.

Colofón para el mundo que empieza. Muchos me han preguntado por qué no he hecho comentarios del asunto del espionaje contra Carlos Loret de Mola. Algunos insisten en que me tiraron "línea". Por ello les recuerdo mi primera columna en callemexico.com, del 15 de agosto del 2010. La pueden leer aquí: http://callemexico.com/node/61. No tengo que romper mi propia política por el tamaño del personaje involucrado. La única pausa que he hecho en esa decisión fue con una nota del cantante Kalimba. La explicación está en esta columna del 22 de mayo del 2011: http://callemexico.com/node/3964. Que quede claro: lo que muchos están publicando apenas hoy, lo publicamos en este diario hace más de un año. No más explicaciones.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

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martes, 6 de septiembre de 2011

Peter Pan, Incendios, Rojo, Si nos dejan: hay de dónde...

Obras variadas, interesantes. Se dice que hay crisis en el teatro, pero en la Ciudad de México hay resurgimiento. Algunas obras padecen por falta de público y otras dejan gente en las calles. Revisemos cuatro:

Rojo: la tragedia del vacío



“Horror Vacui”. Conocí ese término en una lectura filosófica. Después me lo imaginé nuevamente al ver Rojo en el Teatro Helénico. Ahora me entero que es un término usado en pintura. “Miedo al vacío”. Llenar hasta el último resquicio de ausencia. Como en el barroco: la hiperconstrucción de una obra que admite sólo el mínimo espacio para definirse.

En pocas palabras: “¿lo que vemos vale más por lo que tiene o por lo que carece?” Sin el espacio vacío, ¿cómo podríamos definir nada? Si todo está “lleno”, entonces está nuevamente vacío... Vacío de vacío.

Explica esto es una cosa... ¿Pero llevarlo al teatro a través de la historia del pintor expresionista Mark Rothko y su discípulo? Eso ya es arte. Tal es el logro de los productores Guillermo Vijers y Juan Torres, al elegir a Víctor Trujillo y Alfonso Dosal y ponerlos en manos de Lorena Maza. El resultado es aterrador. Se ve el abismo y al fondo del abismo, la nada. Rothko lo sabe, y en lugar de huir de ella la persigue, hasta quedar, en sí mismo, pletórico. Qué ironía... Lleno de vacío. Pero ese es Rothko. Y como no puede definir la nada, la llama negro. La confronta contra su espejo, el joven discípulo Ken. “¿Qué ves ahí?”, le pregunta. Y lo atormenta. Hasta que él ve rojo. “¡Negro!”, le responde.

Aquí hay que aplaudirle al escenógrafo e iluminador Jorge Ballina, quien entiende que el verdadero viaje de Rothko es hacia la luz. Porque una vez ahí ya no hay ni siquiera vacío. Ni “todo”. La mente ha sido aniquilada y sólo queda la luz. O como decía Marcial Alejandro: Luz... “que nunca sobre, para que apreciemos a la noche/ Que al llegar profunda, monte a pelo/ ¿Pa’ qué más profundidad?”

Y todo esto, por el precio de un boleto.

Rojo: Jueves a domingo: Teatro Helénico. Avenida Revolución 1500. Ticketmaster.

Peter Pan: el sueño y la pesadilla de Morris Gilbert


No sé si esa era su idea, y estoy seguro que a él no le gustará comparar sus propias producciones, pero Peter Pan es la mejor. Morris Gilbert demuestra en este montaje que puede hacer teatro de este nivel. Para él y su ego -que es mucho- todas son grandes creaciones, pero no es cierto. No como Pan. Esta vez el casting es perfecto, la adaptación es ideal, el diseño de iluminación, la producción, el trazo escénico... Todo está en su lugar y el espectador con experiencia y buen gusto se va a sorprender y emocionar. La pesadilla de Morris Gilbert es que el público mexicano no tiene ese buen gusto, y él, en buena medida, ha contribuido a ello.

No es una sorpresa para los espectadores de las obras de Ocesa ver a los personajes hablando como si estuvieran subidos en un pesero de la ruta Apatlaco-Toreo. En lo personal, abandoné el teatro cuando vi a Velma Kelly (el personaje antítesis de Roxie Hart en la obra Chicago) abrir el segundo acto con un estruendoso “¿Qué onda, gueyes?” Las obras están abaratadas, y por lo tanto, cuando se hacen bien, el público no está preparado.

Pero eso no pasa en Peter Pan. Sorprendentemente, es un montaje exquisito, con sabor británico; original, alejado de la versión de Disney, en el que queda claro que el villano es Peter, no Garfio. Debo aplaudir hasta a Jaime Matarredona, a quien siempre consideré un director de tráfico y no de escena. Esta vez, ahora sí, este equipo creativo-industrial se estiró hasta llegar al cielo.

Mención aparte para Lolita Cortés y Adrián Uribe. Y para Marcela Guirado, quien hace a Wendy. Ahí hay un talento enorme. Sabremos mucho, pero mucho más de ella.

Peter Pan. Teatro Telmex 1, Cuauhtémoc 19, esq. Chapultepec, Ticketmaster.

Incendios: todos de pie Karina, todos de pie...


 La gente se queda afuera; muchos ya lo saben y compran sus boletos con anticipación. Incendios se había montado bajo el auspicio del Gobierno del Distrito Federal en una corrida modesta a la que asistió Diego Luna. De ahí a la sociedad con el actor, al Foro Shakespeare, y a la publicidad que los convierte en uno de los grandes fenómenos del teatro en México.

Un “tour de force”, además, para Karina Gidi, depositaria indiscutible de buena parte de los aplausos de pie que la gente brinda cada función.

Incendios, de Wajdi Mouawad, es la historia de una mujer que, al morir, le deja dos cartas a sus hijos. Una para su padre y una para un hermano perdido. Ambos viven y los muchachos no lo sabían. Eso no es lo peor: la mujer dejó de hablarle a sus hijos durante siete años y se fue llena de secretos, habiendo sembrado oleadas terribles de rencor en su descendencia. El director, Hugo Arrevillaga, eligió contar esta historia en un escenario rectangular que transcurre a bordo, abajo, encima y alrededor de una mesa transformable  que a veces es prisión, oficina de abogado, campo abierto, salón de clases o zona de guerra. Y funciona. Auda Caraza y Atenea Chávez, las diseñadoras de este gran escenario, también están entre las que reciben los aplausos de pie.

Lo más interesante, sin embargo (al menos para mi) es el público que acude: chamacos universitarios, actores, señoras de Polanco, familias, niñas fresas, niñas jipis... Y a todos, Incendios les dice algo. No sé si por el tema de la violencia que nos tiene en estado de psicosis, si por la presencia de un elenco para tantas edades (destaca Jorge León quien, se le nota, será famoso tarde o temprano) o porque realmente es una historia universal.

Demasiado ficticia para mi, y evidentemente  dispareja en el nivel de sus actores, pero un éxito, que ni qué. Y un momento crucial en la vida de la actriz Karina Gidi. Para ella, el silencio con la boca abierta. Mejor lleven ramos de flores, porque van a querer dárselas cuando termine la función.

Ya alguien debe habérselas recomendado. Súmenme a esa lista.

Incendios. Foro Shakespeare, Zamora 7, Col. Condesa, Ticketmaster.

Si nos dejan: pues no, no nos dejan


Si nos dejan no es una comedia musical; es una brillante instalación visual de Jorge Ballina, aderezada con música ranchera de todas las épocas, a veces bien orquestada y a veces no.

Pero como sólo es un espectáculo visual, se comete una de las grandes traiciones al espectador: confundir los géneros. En una instalación así, el espectador tiene que tener la capacidad de elegir cuánto tiempo le dedica a cada una de las propuestas visuales. La relación con la obra requiere una mayor vía de doble sentido que en el teatro.

En el teatro, el espectador no decide sus tiempos de interacción: está ahí para que le cuenten una historia. Si no hay historia, entonces hay secuestro. Durante dos horas, lo tendrán esperando que ocurra algo, sin una verdadera retribución.

Ese es el caso de Si nos dejan, un espectáculo de Jorge Ballina, mal escrito por Manuel López Velarde. Han pasado más de 100 años de cine y más de 50 de telenovelas como para que a este señor se le ocurra revelar que los personajes son hermanos después que tuvieron sexo, no antes. Por esa estupidez, todo lo demás no cuadra; no tiene sentido que la protagonista no se suicide; o que no le de una culpa masiva al estilo Edipo y que intente por lo menos sacarse los ojos. Por lo tanto, la “historia” se deforma al grado de que hay que resucitar muertos e inventar estupideces para medio acabar de cumplir las dos horas y meter un ejército de canciones, como le gusta al autor.

Un concierto como del Restaurante Arroyo, que sólo es buena en las calmadas. Y a cada paso, una solución visual más brillante de Jorge Ballina. Pero nada más. Es como cuando uno mentía en la escuela y el castillo de mentiras crecía y crecía hasta que se caía estrepitosamente. A esto me refiero cuando digo que Morris Gilbert se come su propia cola: en un teatro, lo más brillante que le he visto. En el otro, sus mismas necedades. Así las cosas.

Si nos dejan. Teatro Telmex 2, Cuauhtémoc 19, esq. Chapultepec, Ticketmaster.

Colofón para el mundo que empieza. Ayer empezó Iniciativa México. De una vez les digo que creo en el proyecto. Me da el mismo mal semblante que a muchos cuando veo cómo muchos políticos se cuelgan de él, pero después de hablar con el director del Colectivo Marabunta, uno de los ganadores del año pasado, me queda claro que es más fácil criticar que hacer. Y estas personas hacen. No estaría nada mal que viéramos estos proyectos con mejores ojos, siempre.

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domingo, 28 de agosto de 2011

Terror en el estadio: la patética trama del poder






Soltar plomazos afuera de un estadio lleno es un acto de terrorismo. Los que saben de armas, saben también que mientras más fuerte "truene el cuete", mayores oportunidades de éxito.

El volumen de los balazos es directamente proporcional al tamaño de la psicosis, que en este caso es el verdadero enemigo. A ver quién es el valiente que después de haber estado el sábado en el Estadio Corona de Torreón, vuelve al próximo partido.

Listo. Misión cumplida, mensaje entregado: te baleamos el estadio y por ahí no se vuelven a parar ni las moscas. Y la gente, que valora más su "seguridad" que su libertad, va a hacer caso de la exigencia de los que dispararon y va a dejar vacío uno de los tres estadios más bonitos de México. Porque para pasar de la comodidad chelera al pánico, la "masa" no requiere más que el susto.

Ahora, los efectos devastadores. Toda vez aterrorizada, la masa busca autoridad. Y encuentra, o bien esa autoridad o su ausencia. Ahí es donde arranca la verdadera cosecha del acto, la ganancia de pescadores. Quien haya revuelto el río es lo de menos, lo básico son estos resultados.

1) Puertas abiertas al estado de emergencia. El terror es una de las herramientas preferidas de los dictadores. Abre la puerta para el control de todas las personas que circulan por las calles; le da poderes absolutos a los gobernantes para "recuperar el control". Es como en los operativos en los que cayó "El Compayito": cateos indiscriminados, puertas rotas, allanamientos, y apenas una mala disculpa o la promesa de que alguien pagará los daños. Pero hay una justificación "moral", un objetivo "superior": reestablecer el orden.

Por ejemplo, con el 11-S los gringos ganaron carta blanca para invadir países, hacer negocios y guerras y, sobre todo, para hacer pasar la "Ley USA PATRIOT", con la cual pueden interceptar teléfonos, cuentas de banco, correos personales... Lo que sea, bajo el pretexto de "luchar contra el terrorismo".

En España, el 11-M fue la puntilla para el PP y la puerta abierta para el regreso del PSOE: su momento no pudo ser mejor para influir directamente en la balanza del poder en la Península. ¡Tres días antes de las elecciones! Entonces, ¿para quién trabajaban los terroristas?

En México, todo acto como el del sábado en Torreón, ha sido una justificación para "intensificar la guerra". No importa quiénes o cómo lo hagan, es la muestra de que lo que hace el gobierno está bien, y punto. O por lo menos eso es lo que dice el gobierno.

2) La violencia extermina sus propios objetivos. La idea es ganar poder y dinero, pero al final nadie gana nada. La economía se derrumba, los negocios cierran y dejan de producir las ganancias necesarias hasta para ser extorsionados y los políticos no saben si sus leales son leales. El sistema de la corrupción se autoconsume en una explosión de rabia y muere el objetivo principal: ganar.

Pero nadie piensa en eso cuando carga las armas, le echa gasolina a las camionetas y se lanza a balear un estadio. La idea es otra; hay una línea de comando, una instrucción y dinero de por medio. Y ya. No hay ideología que sobreviva al terror, ni ley que justifique estar a su favor o en su contra.

Esta misma semana, de hecho, van dos: la cancelación del concierto de Alejandra Guzmán y Moderatto en Acapulco, y el ataque contra el estadio de los Santos en Torreón. Nos están baleando el entretenimiento.

Bonito estadio, por cierto. Y bonita gente. Aún recuerdo la semifinal de la Sub 17 contra Alemania y los camiones de soldados afuera. O al señor que me saludó cuando salí de comer del restaurante La Majada al día siguiente. Llevaba una camioneta blanca y un arma gigantesca, pero no traía placa policial ni uniforme. Quién sabe para quien trabajaba. Y me acuerdo de la frase de uno de los locales que me dió la bienvenida a La Comarca: "esto se va a acabar cuando se vayan esos que llegaron". Pero eso no se ve cerca.

Antes, habría insistido en que los habitantes de La Comarca no cayeran en el miedo y siguieran llenando "la casa del dolor ajeno", pero hoy no sé qué decirles. No puedo decir que confiemos en la autoridad, ni mucho menos recomendar que nos armemos. De hecho, lo único que espero es que aún no sea demasiado tarde para Torreón. Porque si lo es, entonces es tarde para todos.

Colofón para el mundo que empieza. Les recomiendo Peter Pan, el musical en los Teatros Telmex. Por fin, un montaje en el que Garfio es el niño y Pan el villano egoísta, como en el original. Por otro lado les recomiendo Incendios, en el Foro Shakespeare. Los boletos vuelan y hay muy pocos lugares para verla; así que antes que se arrepientan ante los comentarios de sus amigos que ya la vieron, aseguren sus lugares. Los boletos de ambas (lo lamento) se venden en el horrible sistema TicketMaster.

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martes, 16 de agosto de 2011

Soldadera: ¿era humano Zapata?


Odio a Emiliano Zapata. Mejor dicho, odiaba. Porque Miguel Sabido acaba de hacerme creer que detrás de ese pretexto eterno de la pseudoizquierda mexicana hubo una persona.

Si fuera el portero del equipo enemigo, ése al que la turba le grita “eeeeeee... ¡Puto!”, me ofendería mucho más que me gritaran “eeeeeee... ¡Zapatista!” Por diversas razones, asocio a los “zapatistas” con lo más retrógrada de México. Gente que se pone el título no porque siga un ideal, sino porque no tiene ninguno. Gente que tiene nostalgia centenaria por un universo en el que todos trabajan, incluyendo los campesinos, menos ellos. “Zapatista” me suena a “oportunista”.

Zapata me era transparente. Jamás lo había notado claramente. Pero el sábado fui al Museo Universitario del Chopo (Enrique Martínez 10, Santa María la Ribera), a ver Soldadera, monólogo con el que Martha Zavaleta celebra sus 25 años de actriz, dirigida por Miguel Sabido, en éste, el texto final de un mural de siete obras históricas acerca de las Leyes de Indias. Con este monólogo -dice Sabido- se retira del tema y lo entrega para estas obras sigan siendo montadas en las escuelas.

Recientemente he visto dos: El Juicio de Hidalgo y Soldadera. En ambas, Sabido ha logrado mostrarme los lados desconocidos de los personajes y sus actores. En “Hidalgo” mostró a un Jorge Ortiz de Pinedo completamente diferente al de la televisión. Está por demás decir que en “Soldadera” hace lo propio con Martha Zavaleta.

Pero sobre todo lo logra con los héroes de la Patria. Muestra lados que en ninguna escuela, o ninguna teoría histórica, quedan tan claros. Tal vez sean licencias del autor, tal vez no. Lo cierto es que siempre parecería que Sabido estuvo ahí, metido en sus alcobas, sus oficinas. En el caso de Hidalgo, aún me sorprende su teoría acerca de la negativa del héroe de avanzar desde el Cerro de las Campanas hacia la Ciudad de México. Pero me parece muy lógica: no tuvo el permiso de los jerarcas indígenas. Ahora, en Soldadera, Emiliano Zapata se vuelve “Milo”, definido por la soldadera de esta manera: “qué ojos tenía ese hijo de la chingada”.

Surge una cierta simpatía. Por Zapata, sí. Una sensación de que no tenía mayores opciones que tratar de terminar la labor emprendida por Miguel Hidalgo contra las Leyes de Indias del siglo XVII, que -de acuerdo a Sabido- crearon dos países dentro de uno, el de los indígenas y el de la “gente de razón”. Los resabios de esa legislación siguen vigentes en usos y costumbres hasta hoy, y unen históricamente a los personajes de la Independencia y la Revolución.

¿Será posible que Sabido le haya pegado al común denominador que engloba, con 100 años de distancia, nuestras dos guerras internas más importantes? ¿Todo lo que aprendí en la escuela hasta hoy lo necesitaba para explicarme que el problema completo radica en la fundación misma de México?

Puede ser. Tan es así, que saliendo del teatro me fui a echarle un ojo a las Leyes de Indias. Son horrendas, pero explican mucho, incluso la necesidad de que hayan surgido para poner orden en una República infundada. Tal vez, sin estas leyes, tampoco habría país. Así que sí: la soldadera, Hidalgo, Zapata, deben ser vistos “a lo Sabido”: como resultantes de un sistema, no tanto como motores totémicos de una historia que se mueve sola y que como gran marea, arrastra consigo cada gota de agua. Una de ellas es la soldadera, que al contarnos su vida, lleva nuestras mentes por las calles, los trenes, los campos de batalla, las haciendas incendiadas... Nos explica la barbarie sobre la que está sustentada nuestra “hermosa” Nación.

Sabido no complace ni se autocomplace. No hace diferencias reales entre Díaz, Madero, Huerta, Obregón o Calles. No pone las cosas en contextos moralistas que nublan hasta la visión más empecinada en encontrar la verdad. Mejor convierte a Hidalgo en un subordinado de la ley de los indígenas y a Zapata en un hijo de la chingada de bonitos ojos. Pero con un corazón que le late. Con razones fundadas. Y en medio de esa visión, parece que por fin alguien explica qué tienen que ver esas personas con nosotros, con el hecho de leer el periódico, pagar impuestos, o salir a trabajar, en este 2011.

De Martha Zavaleta, sólo puedo agradecerle que sea ese tamaño de actriz, y que me haya llevado a viajar por tantos estados de ánimo sin que me diera cuenta. Cuando recobré conciencia, eso sí, algo había cambiado en mi. Había viajado a bordo de un tren. Uno que, por fin, hace sentido.

Por cierto, sólo va a haber ocho funciones. Quedan seis. Las celebro. Hubiera sido mucho peor que nunca hubiesen ocurrido. No se la pierdan.

Soldadera, Monólogo de Martha Zavaleta.
Autor y Dirección : Miguel Sabido.
Foro del dinosaurio Juan José Gurrola.

Viernes 19 y 26 de agosto, 20:00 hrs.

Sábados 20 y 27 de agosto, 19:00 hrs.

Domingos 21 y 28 de agosto, 18:00 hrs.

Localidad general $100.00
Estudiantes con credencial vigente, maestros, UNAM e INAPAM, $80.00.
http://www.chopo.unam.mx/teatro.html

Colofón para el mundo que empieza. Vayan preparando el puente aéreo. Como miles de mexicanos, estoy pensando ir a la final del Mundial Sub-20 en Bogotá. Y ahora que me entero que esa ciudad está a cuatro horas y media de esta ciudad, menos que ir a Nueva York, pienso: ¿y si aprovechamos que el dólar está a punto de irse a la basura, le ponemos impuesto a todas las drogas naturales igual que los holandeses y abrimos un mercado común con América Latina? Podríamos comenzar con América Central hasta Colombia, a ver qué pasa. Eso sí, Venezuela no entra hasta que no se largue el cerdo canceroso que los gobierna. ¿Sería imposible? Hombre, lo mismo decían de dos equipos mexicanos entre los cuatro mejores de dos mundiales en el mismo verano... Cosa de permitir.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

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martes, 9 de agosto de 2011

TicketMaster: pésimo servicio, siempre





¿Soy yo solamente o ustedes comparten mi sentimiento de desesperación y enojo con TicketMaster?

Soy un usuario regular. Les compro porque no tengo opción; no hay competencia. Si la hubiera no dudaría ni por un instante en mandarlos por donde vinieron y jamás volvería a usar sus servicios.

Me recuerdan al Telmex de antes de la privatización. O a los cines de Operadora Cotsa. Somos usuarios cautivos de un monstruo torpe, amorfo y decadente. La imagen de TicketMaster ante nosotros, sus usuarios, es la de un animal gordo, inútil y lleno de gases.

No puedes obtener información, tardan años en contestar, a veces no hay ni mapas de los inmuebles en los puntos remotos, el personal de atención al usuario está mal capacitado. La lista de quejas es interminable.

Usen ustedes el espacio de comentarios y cuéntenos sus experiencias. Por lo menos podemos quejarnos juntos, porque en TicketMaster nadie nos va a escuchar. Lo digo con conocimiento de causa y debo contarles una historia para explicar por qué. Si ustedes tuvieran acceso a la directora general de TicketMaster, ¿qué le dirían? Y mejor aún, ¿creen que se resolvería algo? Les aseguro, sin temor a equivocarme, que no.

La historia que jamás debió ser publicada

El viernes pasé 40 minutos esperando una respuesta del centro de atención a clientes de TicketMaster, en el 5325-9000. Quería saber cuándo podía recoger unos boletos que no pudieron ser entregados por mensajería. Las dos llamadas de mi celular son comprobables. El precio va por mi cuenta. No sólo pagué por los boletos y el "servicio". Pagué las llamadas que nunca fueron contestadas.

¿Por qué? De acuerdo a Lorenza Baz, directora de TicketMaster, porque "el anuncio de Justin Bieber les saturó las lineas". Este es mi límite. Es hora de comentar que hace más de 10 años, Alejandro Soberón Kuri, presidente del consejo de CIE (que engloba TicketMaster), me hizo una propuesta.

Trabajaba para El Economista y llevaba varias publicaciones criticando el servicio de TicketMaster. Soberón me pidió que no lo hiciera más, a cambio de reunir al consejo de la empresa y su directora, Lorenza Baz, para comentarles directamente mis quejas. El objetivo: mejorar el servicio.

Soberón me propuso que en lugar de reventarlos a periodicazos, les ayudara a resolver el problema. Acepté. A final de cuentas, los dos buscábamos lo mismo: el beneficio de los usuarios (y mis lectores).

En aquel entonces, Soberón llegó puntual, a las 9 AM, y el consejo de TicketMaster me escuchó. Haya sido o no por esa reunión (no puedo adjudicarme ningún crédito) el servicio mejoró: al final, se usó la misma interfase de internet que en el resto del mundo, se acabaron las colas en los pasillos de los MixUp, y mejoró la estandarización en la capacitación de los operadores en distintos puntos de venta.

Pero surgieron nuevos problemas. Es lógico: si expandes una operación de ese tamaño, las necesidades de soluciones van a crecer exponencialmente. Es como tener una cola de un millón de personas esperando su lugar en la fila. Lo que no cambió fue la capacidad de la directora para prever esas necesidades. ¿Vas a tener un gran evento? ¿Vas a anunciar a Justin Bieber? Por lo menos debes tener un sistema de atención para el resto de los clientes a los que ese evento no les interesa. Nada justifica cargar la cuenta sobre los usuarios finales, mucho menos si cobras por el servicio.

La gente a la que no le importa Pearl Jam o Justin Bieber... ¿Debe pagar porque TicketMaster está ocupado con ellos? La política parece ser: cuando ocurre algo que nos importa a nosotros, todos los demás se amuelan. Teatros pequeños, eventos deportivos... Todo se va al caño porque TicketMaster no está para ustedes.

Hay muchas prácticas desleales en TicketMaster. Entre las que me han afectado como usuario recientemente se incluyen: abrir la venta de los boletos de U2 a todo el público en la preventa para fans, la evidente especulación de lo boletos de la final Pumas-Morelia en CU, y la asquerosa práctica de tender una trampa electrónica que hace que a muchos consumidores nos atoren con la Guía TicketMaster (un mamotreto inútil que nadie compraría de otra manera) y un "seguro" de boleto. Me incluyo entre los que han caído en esa trampa. Si ustedes no se fijan, y no "des-seleccionan" esa opción de compra, les venden esas porquerías que ustedes no quieren.

Por otro lado, continúa la flagrante e ilegal práctica de seguir haciendo "preventas", que violan varias leyes de la Profeco y hasta la Constitución.

Pero más allá de eso: olvídense de llamar al centro de atención a clientes para pedir un reembolso, o siquiera una explicación: nadie contesta.

¿Quién es responsable?

Lamento personalizar esta columna. Es un escalón de muchísimo fondo, pero no tengo opción: muchos de los problemas de TicketMaster se deben a la pobre visión y falta de asertividad de su directora, Lorenza Baz.

TicketMaster es un buen sistema, pero requiere una operación que esté por encima de su operación. El nivel de mantenimiento y actualización que necesita requiere una dirección precisa, visionaria, no reactiva. Lo peor que puede sucederle a un sistema que maneja tal tráfico de operaciones, es que su directivo principal "reaccione" a los desastres, o "pretexte" las explicaciones por las cuales el servicio es deficiente. Se necesita alguien con una mirada precisa, enfocada, que no permita laxitud.

No hay espacio para tantos errores en un sistema que cobra cargos por servicio en casi todas las operaciones de boletaje que se efectúan en este país. Lorenza Baz es responsable de esas operaciones desde hace más de una década, lo que implica que ha tenido todas las oportunidades de resolverlas. O de que esta columna jamás hubiera sido escrita. Eso implicaría el éxito de la "operación Soberón", para mejorar TicketMaster en beneficio de los usuarios. Hoy declaro que hemos fallado. El servicio de TicketMaster en México es patético.

Por cierto, el viernes se lo dije a su directora con esas palabras. Pero ya no espero que mejore nada.

El viernes decidí cerrar la línea abierta con Lorenza Baz. Hasta aquí llego. No puedo seguir llamándola para comentarle el suplicio de usar TicketMaster, porque no sirve de nada. Ella no puede con el paquete. Punto. Y las condiciones de uso del sistema empeoran geométricamente ante su complacencia.

Me duele llegar a este punto y estoy seguro (ella lo sabe) que he hecho todo lo que está en mis manos para evitarlo. Pero no hay más: Lorenza Baz no ha hecho su trabajo. TicketMaster es deplorable en su servicio, su operación y su atención a clientes. Es necesario nombrar una nueva directora, o director. Eso, o que TicketMaster siga siendo el dolor de cabeza cotidiano de sus millones de usuarios.

Colofón para el mundo que empieza. Es hermoso cuando la política y la farándula aceptan su verdadera vocación y se dan el "sí". Felices todos, la Gali, Fer, Manuelito e Ivonne, tan estelares como siempre. ¡Que vuele el arroz y se destape la champaña! Cómo me encantan estas pequeñas monarquías.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

Twitter: @KermitFranco

Email: rfranco@callemexico.com

martes, 26 de julio de 2011

Amy Winehouse: cuando la muerte es tu amiga...






Ahora hasta sienten feíto por Amy Winehouse.

La muerte tiene ese efecto. Puede haber sido una drogadicta, una cínica; haber hecho sufrir a sus familiares y amigos que la veían destrozar su vida todos los días. Hasta puede haberle escupido en la cara a los que le recomendaron una rehabilitación cantándoles que no tenía 70 días para eso, porque prefería "estar con el novio" y tener "su botella cerca". Pero ahora que está muerta, muchísima gente se lamenta "del ser humano", de "su talento" y de una vida "desperdiciada".

¿De qué hablan? La autopsia está en marcha y parece ser sólo cuestión de tiempo para que las autoridades declaren sobredosis o alguna falla cardiaca. No parece haber sido asesinada, por supuesto. Tampoco es de esperarse algún accidente (que en todo caso también podría estar relacionado con el abuso de sustancias).

Mientras tanto, el público deja flores, los artistas de todo el mundo la aman y lo publican en la red, y la Winehouse pasa de ser "la cantante drogada esa" a una casi santa. La muerte le hizo un gran favor de amigas. Amigas muy cercanas.

Por cierto, apuesto que fue suicidio. Porque en casos como este, sobredosis es suicidio.




El deseo de no estar aquí...

Sea como sea, en todo caso, a Amy Winehouse habría que felicitarla. Logró su objetivo: escapar de este mundo. Eso es lo que hacen los drogadictos; consumen sustancias que los hacen no estar presentes. Sus personalidades están ligadas íntimamente a las de los suicidas y eso es exactamente lo que son. "Matarse lentamente" no es una metáfora en estos casos. Así que ni flores ni condolencias. Porque si una persona consume, por ejemplo, crack, y sus rodillas y piernas comienzan a mostrar las llagas de esa adicción; sus dientes comienzan a caerse, se le infectan las encías, y sobrevienen colapsos continuos, con advertencias de todo tipo, de parientes, amigos, familiares y doctores; si aún así decide volver a prender la pipa, visitar al dealer o encerrarse a fumar otra piedrita, entonces tiene ganas de matarse.

Algunos lo logran y otros no. Algunos tocan fondo antes. Pero todos tienen la oportunidad de buscar ayuda y salir de ahí. Ese punto es crucial: hay soluciones para las adicciones. Tal vez no para la personalidad adictiva. Esa permanece. Pero se puede detener el consumo. Y la señora Winehouse no quiso. Punto. La historia es conocida y no hay sorpresas: se iba a morir, la única pregunta era cuándo.

Esa isla mítica...

Lo malo es que la fecha fatídica se cumplió con Amy Winehouse a los 27 años de edad. Caray. Ahora la van a poner en el mismo cajón que Cobain, Morrison, Janis y Jimmy, sin haber tenido ni el talento ni la grandeza. Sólo la edad, la profesión y, de confirmarse lo que se sospecha, la causa: suicidio. Todos ellos se suicidaron, Cobain con una escopeta cuata, Janis por inyectarse heroína hasta por las venitas de la frente, Hendrix y Morrison bien drogados, uno hasta ahogado en su propio vómito. Yo como que le voy a hacer caso a Dumbledore, el de Harry Potter: no sientas compasión por los muertos. Sólo por los vivos. Y mucho más para los que viven sin amor. En este caso amor propio. La Winehouse no lo tenía, o no se habría hecho eso.

Ya nada más esperar la autopsia y, como decía Juan José Arreola en "La Parábola de Pablo", enterrar otra fórmula fallida y esperar que esté de vuelta entre nosotros, buscándose, una vez más. A ver si esta vez sí se encuentra.

Las cosas que me hace pensar Harry Potter...



Después de ver la última última de las últimas partes de Harry Potter, me quedé pensando en algo muy raro: es una obra -de principio a fin- donde destaca la ausencia de Dios. No hay un Dios judeo-cristiano. Las tradiciones druídicas y célticas británicas que rescata la autora (brillantemente, por cierto) eran así. Lo del Dios único es de los judíos, cuya teología está cercenada de la realidad -en tiempo presente- de Harry Potter. Caray. ¿Qué clase de espectador seré que pienso en eso cuando veo que Potter tiene en sus manos "La Piedra de la Resurrección" y que quien la tiene "conquista la muerte"? En ese caso, Potter viene siendo competencia de... Oh. No, dejémoslo ahí; hay mucha gente a la que no le gustan estos temas. Pero sí les gusta Harry Potter. Interesante.

Colofón para el mundo que empieza.



El viernes vi la del Capitán América. Igualito que en sus primeras apariciones en los cómics, el personaje invita a la guerra como si estuviera bien padre. Luego llegué a casa y vi un documental con James Gandolfini acerca del Síndrome de Stress Post-Traumático que le da a los soldados que regresan de la guerra. Mugres gringos. Oír hablar de la muerte de un soldado sin nada de la cintura para abajo, colgado de un árbol en Vietnam y pensar que el Capitán América invita a los chamacos de ese país a morir así hace que resurja el pacifista setentero que llevo dentro. Y no creo estar tan equivocado. La guerra no está padre, aunque diga lo contrario este "Capitán" de mallitas, escudo y pistola. ¿Lo peor? La película está buena. Respiren profundo...

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lunes, 25 de julio de 2011

Shakira en Mérida: ¿qué diablos fue eso?





No hay ninguna justificación para haber llevado a Shakira a Mérida. Ninguna. Por más que los involucrados insistan en que se va a construir "un parque", o que si el turismo, o la promoción del Estado. La realidad es que es una decisión arbitraria y oscura, que se presta a todo tipo de sospechas.

Tampoco creo que los seleccionados de la Sub 17 hayan pagado su boleto de avión para asistir. O que la Femexfut los haya mandado. Y no me parece lógico por ninguna parte que para recuperar un predio irrecuperable (le pertenece a Ferronales) se necesitara pagar el salario de la cantante y su equipo de trabajo.

¿Qué es un desvío de fondos? Pues supongo que eso, pasarlos de un lado en el que les corresponde, a otro donde no hay ninguna justificación. Si eso conlleva o no responsabilidades civiles o penales, es otra cosa. Pero, analizando por todas partes el asunto, el Ayuntamiento de Mérida jamás debió haber pagado 21 millones de pesos por semejante atrevimiento.

Shakira y Mérida: romance sospechoso

Shakira me da pereza. No como reportero, aclaro. Pero como público consumidor jamás pagaría un boleto por verla. Cuestión de gustos. ¿Cuánta gente en Mérida habria pagado por verla? Estoy seguro que jamás los 170 mil que la alcaldesa de Mérida dice que la vieron.

Pero pagaron todos los habitantes de Mérida, y si lo que dice el diputado federal Daniel Avila Ruiz es cierto, entonces pagamos todos. Ávila denunció ante la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación el presunto desvío de recursos de la hacienda pública municipal por este concierto.

El diputado presentó el viernes el contrato, copias de cheques y de documentos del portal del Ayuntamiento, diciendo que el dinero para pagarle a Shakira salió del Fondo de Fortalecimiento Municipal. Ese fondo es federal, del ramo 33, para desarrollo social. Pero según Avila Ruiz, 1.5 millones de dólares más IVA fueron a dar a la empresa Entretenimiento, Promoción y Eventos de México, S.A. de C.V., representada por Adrián Esteban de León Sosa.

En ese caso, la alcaldesa, Angélica Araujo y los siete regidores del cabildo de Mérida del PRI que aprobaron el pago, habrían usado dinero social -y federal- para que Shakira les meneara las caderas.

Ya con eso debería ser suficiente para haber llamado la atención de todo el país, pero no. Eso, o la presencia de los seleccionados Sub 17 y la extrañeza de 140 mil pesos en boletos de avión, que nadie sabe quién pagó.

Por otro lado... ¿Promoción turística? 47% de los visitantes a Mérida por el concierto vinieron de Campeche. Así es: Campeche. Y lo hicieron porque les quedaba cerca, y porque el concierto en Cancún había sido privado. ¿Qué clase de inútil promoción turística es esa?

Por otra parte, los rumores. Hay una cuenta de Twitter a nombre de @angiespadas que, ruego a Dios, parece ser apócrifa. Porque si realmente la hija de la alcaldesa twitteó lo que dice ahí, el escándalo de imagen sería mayúsculo.

Como no hay ninguna justificación real para llevar a Shakira a Mérida con fondos públicos, la mente de las personas comenzó a volar. Los rumores crecieron hasta este nivel: que el concierto y la presencia de los seleccionados Sub 17 eran un regalo de cumpleaños para la hija de la alcaldesa. Esto, inflamado por el hecho de que el año pasado, en su celebración número 15, mientras su mamá era candidata a la alcaldía, la adolescente Angélica Espadas tuvo una fiesta con actos de circo incluídos y lujo brutal en una hacienda. Las fotos de esa fiesta aún circulan en la red. Además, el diario de Yucatán ha hecho un recuento de las muchas propiedades que la alcaldesa y su marido tienen en la ciudad.

¿De a cómo nos toca la cooperacha?

Si el Ayuntamiento pagó 21 millones de pesos por el concierto... Entonces, ¿cuánto pagó por la remodelación del sitio del concierto?

¿Cómo van a hacer un parque ahí para la gente de Mérida si los terrenos son federales? ¿Ya se hizo la expropiación en favor del ayuntamiento?

¿Quién demonios pagó los boletos de los seleccionados Sub 17?

¿Qué empresa constructora hizo el acondicionamiento de La Plancha? Porque ciertamente no fue la empresa promotora.

¿Dónde están los patrocinadores que supuestamente representaron la recuperación de lo invertido?

¿Realmente coincidió todo este asunto con el cumpleaños de la hija de la alcaldesa?

Por último: Shakira no es un evento cultural, no se justifica que ningún estado pague por ella o por Ricky Martin o Justin Bieber, mucho menos para remodelar un terreno urbano. Alcanzaba para remodelarlo y sobraba con los 21 millones.

En proporción, Shakira es para el gusto de muy pocos. ¿Por qué habrían de pagar todos, cuando no es de ningún interés público?

Y reitero: ojalá que la cuenta de Twitter @angiespadas sea falsa. Ahora, aunque lo sea, lo publicado ahí este fin de semana revela que todavía existe un lío de clases sociales enconado y ancestral. Ricos contra pobres. Muy muy ricos contra muy muy pobres. Aquello de la "Casta Divina" que existía (¿o existe?) en Yucatán. Y no está por de más recordar como lo hizo John Kenneth Turner en "México Bárbaro" que en esos campos henequeneros se implantó el germen de nuestra Revolución.

Porque hay límites. Y se alcanzan, tarde o temprano. Hoy, más que nunca, frente a las elecciones del 2012, es indispensable que el dinero público sea completamente transparente. Cualquier otra cosa es un error.

Colofón para el mundo que empieza. Aquí, en la Ciudad de México, nació este fin de semana el show en vivo de Laura Bozzo. Unos quinientos boletos vendidos en el Teatro Blanquita y casi acaban todos a golpes. A golpes. Unas personas que habían pagado su boleto comenzaron a insultarla diciéndole que era un fraude. Ella les dijo que seguramente los había mandado TV Azteca. Pero no. Eran público que pagó su boleto. Laura de bajó del escenario -craso error- y casi se arma una batalla campal de horribles resultados. Pero eso sí, el show, contra todos los pronósticos, está vivo. Habrá que ir al otro, a ver si vemos muertos.

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lunes, 18 de julio de 2011

Campeones del mundo... ¡Y sin borrachera!





Ahora lo entiendo. Agradezco profundamente al Universo, al mundo, al destino, a la Entelequia, no habernos dejado ganar antes un Mundial en el Azteca. No estábamos preparados.

A los argentinos les costó medio país ganar en el 78. Siguieron las Malvinas y una crisis económica que sacó a la junta militar del poder. Y es que hace daño cuando una Nación entera depende emocionalmente del futbol. Ya sé, ya sé... Me dirán que la estúpida Guerra de las Malvinas y la crisis posterior a 1978 no tuvieron nada que ver con ese Mundial, pero esa es mi teoría desde entonces y la sostengo. Las Malvinas fue un intento desesperado por inflamar al país de populismo y nacionalidad ante la inminente debacle de la junta. Su penúltimo respiro había sido ese gol de Kempes contra Holanda en Buenos Aires.

A nosotros nos habría matado ganar en el 70 o el 86. Incluso nos hizo bien que Alemania y Polonia le taparan la boca a José Antonio Roca en el 78. Y nos hace bien que este Mundial haya agarrado por sorpresa a la gente; que la bolita de nieve esté comenzando a crecer casi a toro pasado. Es mejor así. Natural, tranquilito. Poco a poco. Que entendamos que el deporte depende de la fortaleza del país y no a la inversa. Hoy, no descansamos sobre los hombros de estos chamacos campeones. Más bien, lo que acaban de hacer se parece a aquel equipo de niños de Monterrey que ganó el Campeonato Mundial de Beisbol Infantil en los años 50. Es inspirador. Es un golpe al ego para los futbolistas millonarios de las selecciones grandes. Es la muestra de que sí se puede, y que la diferencia es mental. Pero hasta ahí. Nada más.

¿Quién más podía?

Nadie me quita de la cabeza que las selecciones de México de 1986, 1994, 1998 y hasta la del 2002 podían haber sido campeonas del mundo. Lo hemos dicho hasta el cansancio: los errores, la mentalidad perdedora, los cambios que no se hicieron en EU; las burradas de la alineación en Francia contra los alemanes; las equivocaciones contra Estados Unidos en el Corea-Japón...

Y me queda más claro después de ver a esta selección Sub-17. Para mi no es haber ganado solamente, es haberle metido una puya brutal e incontestable a las selecciones mayores. Se puede. Punto. Y ahora se debe. Con circunstancias a favor o en contra, frente a los mejores o a los peores equipos, con lesionados o sin lesionados. Sin pretextos. Esa es la verdadera lección de esta generación (la del 2005 y la del 2011 son la misma, no han pasado 10 años entre una otra): ya estuvo bueno de explicaciones idiotas acerca de por qué no pudimos; en todas las áreas, en todas nuestras actitudes.

Pero hay que dar gracias...

No haber ganado cuando éramos ese país del PRI más horrendo; eso es lo que hay que agradecer. No me quiero ni imaginar lo que habría sido de nosotros si nos hubiera tocado vivir una alegría como éstas cuando le creíamos a López Portillo aquello de ser el país que tenía que aprender a "administrar la abundancia". Lo digo después de haber estado en Morelia, Pachuca, Torreón y el Azteca viendo ganar a estos muchachos, viviendo por fin lo que se siente ganar un Mundial en casa: es enorme, hermoso, brillante. En serio, no hay una sensación mejor en el mundo del entretenimiento. Ese jueves por la tarde en Torreón me es inolvidable y me lo llevo en los huesos, en el alma, en el corazón. Lo viví en una ciudad patrullada por los federales y el ejército; en la que saliendo de comer una buena carne a la norteña, me saludó un señor desde una pickup sin marca oficial alguna, armado con una ametralladora gigantesca. Una ciudad de un país en guerra, que sabe muy bien que el futbol no le va a salvar la vida; en donde no hay una sensación de seguridad, en el que la esquizofrenia es la única manera de vivir.

Entonces, estamos claros: no hemos mejorado nada, pero sí hay un mensaje para los jóvenes: dedicarse al deporte es una oportunidad. Mejor futbolista que matón. Pero requiere esfuerzo, decisión, sueños y mentalidad ganadora. Y se puede, por supuesto que se puede. Y es hermosísimo. Nunca había sentido algo así y ahora comprendo por qué lo deseábamos tanto. Me quedo con la declaración de Jorge Espericueta al diario Reforma: "Esto no se acaba aquí y vamos a buscar ser campeones de la Mayor en el Mundial del 2014". Ahí ponen el reto estos chamacos al Chicharito y compañía. Yo estoy seguro de que se puede. ¿Alguien lo quiere discutir?

Colofón para el mundo que empieza. Qué bárbaros los Mascabrothers. Qué locura de ir a meterse en camisa de once varas y montar un musical de Broadway. Vi la función de Spamalot en el primer ensayo general con público y les puedo decir que ésta es la manera de arriesgarse: si ya lo van a hacer, mejor con algo tan brillante. Una vez más, están ustedes avisados. No se la pierdan.

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