miércoles, 11 de mayo de 2011

El Museo Soumaya: de dulce, de chile y de manteca





Una réplica de "El pensador", de Auguste Rodin, le da la bienvenida al público que asiste gratuitamente al nuevo Museo Soumaya.

Extraña elección. Es una réplica. Aunque debo admitir que en su casa de París, "El pensador" carece de algo que esta gemela suya sí tiene: espacio. El enorme vacío que la rodea en el Soumaya le da un aire de sobriedad e importancia. Uno puede subir la rampa lateral y ver desde ahí un ángulo imposible para la original en París.

Pero es una copia.

No se trata de menospreciarla. No es necesario. De hecho, una réplica tiene precio. Se puede comprar y vender. La original es un bien nacional.

Pero la copia se ve bonita. Un muy buen ángulo es desde las escaleras, al lado de otra réplica, de "La Piedad" de Miguel Ángel. La leyenda al pie dice que está "autorizada por el Vaticano". Uy. Pero sigue siendo una copia; esencialmente, una pieza de colección privada para una casa, no necesariamente para un museo.

En términos simples, cualquier original, por pequeño que sea, vale más que una réplica.

No seamos muy rudos ni muy puristas: el Museo Soumaya es un inmueble que rompe con el panorama urbano de maneras creativas e interesantes. Y aunque es el estandarte cultural y de contenido social de una corporación, sí mejora la vida social alrededor de las vías del Ferrocarril de Cuernavaca, al norte de Polanco, en la Ciudad de México.

Ahora sólo falta preguntarse si sobrevive a la expectativa creada en su presentación, donde sus directivos lo quisieron poner al nivel de los Museos Guggenheim o de Arte Moderno de Nueva York.

La respuesta es no.

Apreciación del arte, a la mexicana...

El Museo Soumaya refleja muy bien la idiosincracia de la mayoría de los mexicanos respecto al arte: lo vemos de manera caótica... nos gusta tener a la mano un champurrado de estilos que conviven riesgosamente lado a lado, incapaces de mostrarse uniformes al ojo de cualquier curador académico.

Muchos mexicanos estarán felices en el Soumaya: es como comprar un disco de Andrea Bocelli y pensar que es lo más sublime de la ópera. La gente va a ver Dalís, Renoirs, artes aplicadas del Virreinato, obras de los muralistas mexicanos, Boteros, retratos, paisajes, arte mesoamericano... Todo junto y todo en bola. El espectador brinca de una época a otra sin ton ni son, sin explicaciones largas (que a la gente le cansan mucho), viendo pieza tras pieza, autor tras autor, género tras género, en un esfuerzo de curaduría muy difícil. Por lo visto, las piezas eran "las que había". Y había muchas. E hicieron lo mejor que pudieron para lograr que convivieran en un orden mínimo.

Porque los que visitan el Soumaya, visitan la mente de un coleccionista.

Este museo sería el Xanadú de Charles Foster Kane en la película de Orson Welles, si el señor Slim no hubiera tenido la inteligencia de poner esta colección al alcance del publico. Lo que une esta mezcla de rarezas, réplicas y originales valiosísimos es, precisamente, que son (o parecen) las adquisiciones de la vida de un magnate. Uno que ha viajado, que ha invertido y que -esa es la gran noticia- tiene buen gusto.

El señor Slim coleccionó arte, eso es muy evidente. Y lo hizo de la mano de su mujer, la señora Soumaya. Pero como todo buen coleccionista multimillonario, a veces mordió más de lo que podía masticar.

Hay demasiada colección permanente en el Museo Soumaya. Demasiada como para que realmente pueda competir con el Guggenheim o con el MAM de Nueva York. ¿Dónde está el espacio para instalar una muestra como la de Gabriel Orozco? ¿O una de las colecciones del Museo Tate de Londres? ¿Van a vaciar el sexto piso para albergar las muestras itinerantes que le dan vida a todo gran museo en el mundo?

El Soumaya compite a veces con el Franz Mayer y un poco con el Munal. Pero no con el Guggenheim. Y no es queja: representa una gran oportunidad para mucha gente, de apreciar piezas que de otra manera les habrían sido imposibles.

En ese sentido, hay que apreciar, insisto, la inteligencia de Carlos Slim, quien prefirió poner la colección a la vista de la gente y no terminó embodegándola o adornando los pasillos de alguna mansión cada vez más fría y enorme.

Después de todo, casi nadie sabe que bronces de Dalí como el "Gabinete Antropomórfico" se hacen en series numeradas, y que muchas de las piezas en el Soumaya le valieron al autor el mote de "Ávida Dollars" (paráfrasis de Salvador Dalí), que Pablo Picasso le puso cuando el catalán comenzó a vender arte al por mayor a gente muy adinerada.

Las obras, más allá de todo eso, son apreciables. El buen ojo no se le puede discutir a Carlos Slim: así se compra arte, para disfrutarlo. Y así lo compró él. Ese disfrute, de rebote, está ahora al alcance de la gente. Y como a la gente le gusta.

Lady Gaga: oro por espejitos.




Pero qué horrible era la gira "Monster's Ball" de Lady Gaga. No me esperaba alguien que hablara tanto, que pegara tantos gritos, que repitiera unas 100 veces "Mexico City", que parara el concierto de maneras anticlimáticas, y que a veces hiciera más ruido que música.

Pero así fue. No le pregunten a los fans. Ellos (como los muertos en la película "El sexto sentido") sólo ven lo que quieren ver. Pregúntenle a la gente que no está hipnotizada con esta señora que se peina como perro chihuahua de esos que tienen flequito: pocas veces he visto alguien con un manejo escénico tan miserable, con tanto éxito. A ver si a la otra aprende algo de sus errores. No creo.

Colofón para el mundo que empieza. ¿A qué hora se abrieron los casinos en México? Ruleta con fichas y todo; blackjack y poker digital. Y calculan que en septiembre habrá "craps", y juegos con cartas reales. El dinero corre y la nacada ya no vuela hasta Las Vegas vía Hermosillo. Nada más va a Insurgentes. Hay incluso shows en vivo (el fin de semana fui a uno, para ver a Tropikal Forever). Abren 24 horas al día, son negocios de españoles, mexicanos y chilenos, y todos tienen ese ambiente de "gangsta's paradise". ¿Pues no que estábamos en guerra contra las drogas? ¿O qué? ¿A poco no sabían los diputados y senadores que el juego causa la misma adicción? Pero no crean que es queja. Soy un liberal y opino que cada adulto tiene que hacerse responsable de lo que consume, sea lo que sea. Subrayo: lo que sea. Por lo pronto, ya estuve echando ficha, ganando, perdiendo y oyendo ese "tilín tilín" que tanto me recuerda historias de vidas al límite. Y este es sólo el principio.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com
Twitter: @KermitFranco
Email: rfranco@callemexico.com



3 comentarios:

  1. hombre, en el museo de Pergamon en Berlin tienen COPIAS de muchas piezas claves de distintas culturas y aún así es invaluable conocer esas "copias" dentro de un contexto apropiado. Hay también en un pueblecito frances llamado Eze una copia de muy buen tamaño del pensador y tampoco me parece que desmerezca mínimamente. Muy por el contrario, e igual que la del Soumaya, es mucho más facil apreciarla a detalle... no te leo muy "open-minded" que digamos!

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  2. quizá no sea muy "open-mind" pero es libertad de expresión.. que se contradiga es otro rollo, pero ese saborcito ácido que le inyecta a sus comentarios (ya sean escritos o hablados) son sublimes...

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  3. Fue André Breton el que apodó así a Dalí, y no es una paráfrasis sino un anagrama. Dudosa confiabilidad la que se puede depositar en tus "críticas de arte".

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