lunes, 18 de julio de 2011

Campeones del mundo... ¡Y sin borrachera!





Ahora lo entiendo. Agradezco profundamente al Universo, al mundo, al destino, a la Entelequia, no habernos dejado ganar antes un Mundial en el Azteca. No estábamos preparados.

A los argentinos les costó medio país ganar en el 78. Siguieron las Malvinas y una crisis económica que sacó a la junta militar del poder. Y es que hace daño cuando una Nación entera depende emocionalmente del futbol. Ya sé, ya sé... Me dirán que la estúpida Guerra de las Malvinas y la crisis posterior a 1978 no tuvieron nada que ver con ese Mundial, pero esa es mi teoría desde entonces y la sostengo. Las Malvinas fue un intento desesperado por inflamar al país de populismo y nacionalidad ante la inminente debacle de la junta. Su penúltimo respiro había sido ese gol de Kempes contra Holanda en Buenos Aires.

A nosotros nos habría matado ganar en el 70 o el 86. Incluso nos hizo bien que Alemania y Polonia le taparan la boca a José Antonio Roca en el 78. Y nos hace bien que este Mundial haya agarrado por sorpresa a la gente; que la bolita de nieve esté comenzando a crecer casi a toro pasado. Es mejor así. Natural, tranquilito. Poco a poco. Que entendamos que el deporte depende de la fortaleza del país y no a la inversa. Hoy, no descansamos sobre los hombros de estos chamacos campeones. Más bien, lo que acaban de hacer se parece a aquel equipo de niños de Monterrey que ganó el Campeonato Mundial de Beisbol Infantil en los años 50. Es inspirador. Es un golpe al ego para los futbolistas millonarios de las selecciones grandes. Es la muestra de que sí se puede, y que la diferencia es mental. Pero hasta ahí. Nada más.

¿Quién más podía?

Nadie me quita de la cabeza que las selecciones de México de 1986, 1994, 1998 y hasta la del 2002 podían haber sido campeonas del mundo. Lo hemos dicho hasta el cansancio: los errores, la mentalidad perdedora, los cambios que no se hicieron en EU; las burradas de la alineación en Francia contra los alemanes; las equivocaciones contra Estados Unidos en el Corea-Japón...

Y me queda más claro después de ver a esta selección Sub-17. Para mi no es haber ganado solamente, es haberle metido una puya brutal e incontestable a las selecciones mayores. Se puede. Punto. Y ahora se debe. Con circunstancias a favor o en contra, frente a los mejores o a los peores equipos, con lesionados o sin lesionados. Sin pretextos. Esa es la verdadera lección de esta generación (la del 2005 y la del 2011 son la misma, no han pasado 10 años entre una otra): ya estuvo bueno de explicaciones idiotas acerca de por qué no pudimos; en todas las áreas, en todas nuestras actitudes.

Pero hay que dar gracias...

No haber ganado cuando éramos ese país del PRI más horrendo; eso es lo que hay que agradecer. No me quiero ni imaginar lo que habría sido de nosotros si nos hubiera tocado vivir una alegría como éstas cuando le creíamos a López Portillo aquello de ser el país que tenía que aprender a "administrar la abundancia". Lo digo después de haber estado en Morelia, Pachuca, Torreón y el Azteca viendo ganar a estos muchachos, viviendo por fin lo que se siente ganar un Mundial en casa: es enorme, hermoso, brillante. En serio, no hay una sensación mejor en el mundo del entretenimiento. Ese jueves por la tarde en Torreón me es inolvidable y me lo llevo en los huesos, en el alma, en el corazón. Lo viví en una ciudad patrullada por los federales y el ejército; en la que saliendo de comer una buena carne a la norteña, me saludó un señor desde una pickup sin marca oficial alguna, armado con una ametralladora gigantesca. Una ciudad de un país en guerra, que sabe muy bien que el futbol no le va a salvar la vida; en donde no hay una sensación de seguridad, en el que la esquizofrenia es la única manera de vivir.

Entonces, estamos claros: no hemos mejorado nada, pero sí hay un mensaje para los jóvenes: dedicarse al deporte es una oportunidad. Mejor futbolista que matón. Pero requiere esfuerzo, decisión, sueños y mentalidad ganadora. Y se puede, por supuesto que se puede. Y es hermosísimo. Nunca había sentido algo así y ahora comprendo por qué lo deseábamos tanto. Me quedo con la declaración de Jorge Espericueta al diario Reforma: "Esto no se acaba aquí y vamos a buscar ser campeones de la Mayor en el Mundial del 2014". Ahí ponen el reto estos chamacos al Chicharito y compañía. Yo estoy seguro de que se puede. ¿Alguien lo quiere discutir?

Colofón para el mundo que empieza. Qué bárbaros los Mascabrothers. Qué locura de ir a meterse en camisa de once varas y montar un musical de Broadway. Vi la función de Spamalot en el primer ensayo general con público y les puedo decir que ésta es la manera de arriesgarse: si ya lo van a hacer, mejor con algo tan brillante. Una vez más, están ustedes avisados. No se la pierdan.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

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