martes, 8 de noviembre de 2011

Ovo: los virtuosos 360 grados del Cirque du Soleil

Ovo: hagan un desfile; ha llegado el circo.
El huevo, toda vez representado en dos dimensiones, es elíptico. No se define en 360 grados. Pero su cintura sí. Una sección en corte sagital revela un círculo. Eso se aplica, a través de Ovo, su nuevo show, al Cirque du Soleil.

Con Ovo, la compañía circense que comanda el québécois Guy Laliberté regresa a sus orígenes: una aspiradora que absorbe los mejores actos de circo de todo el mundo y los integra en un solo concepto artístico,con un peculiar sentido de la estética.

La clave, al principio, era la elegancia. Pero el circo de Laliberté enloqueció y comenzó a ser cada vez más elaborado, especialmente generoso en escenarios de alta tecnología, que no pocas veces opacan al elemento humano. En Ka, O y Love, es casi imposible saber si le estamos aplaudiendo a la máquina, la robótica, o a los artistas. Una conjunción de éxito económico, gran demanda, y la competencia de cada hotel de Las Vegas por tener su propio show de Cirque, saturó el concepto.

Ese exceso invadió también a los shows itinerantes; Dralión y Quidam no son tan emocionantes como Alegria, el primer show. No tienen sentido de peligro, de posible falla humana. Su precisión es tal, que nadie espera asombrarse. Y el circo no es un asunto de estética; es de proeza, de acto sobrehumano; de voltear hacia el cielo y elevar una plegaria para que el trapecista llegue al otro columpio. Todo ello, por fin, es Ovo.

De noche, todos los agentes...

El corazón del Cirque du Soleil estaba vivo. Su creador lo tenía bien resguardado dentro del corazón y en Ovo se nota. Es como si Laliberté hubiese reunido a su mejor equipo creativo y les hubiera dicho: "senores, el Cirque du Soleil debe vivir y ya no tenemos nada nuevo para soprender a la audiencia". Alguien, en esa reunión -tal vez el propio Laliberté- debe haber dicho: "¿Y si volvemos a nuestros orígenes?"

Dejar de correr; de asegurar los derechos de las canciones de Los Beatles, de preparar el show con la obra completa de Michael Jackson. Confiar en el concepto original; el circo. Ir a China, a Ucrania, a los grandes espectáculos de sus compañías; poner a trabajar una vez más a los diseñadores, iluminadores y músicos en un concepto sencillo, íntimo, elegante.

No más escenarios estériles y antisépticos; ni plataformas móviles gigantes. Una idea simple: un mundo de insectos que encuentran un huevo y se lo pelean. Payasos y actos de proeza. Nada más.

El resultado es el mejor show del Cirque du Soleil hasta la fecha. mejor que Ka, O, Zumanity, Quidam, Dralión, Love y Mystére, y eso sólo por mencionar algunos. Desde que el Cirque me maravilló con Alegria, no había vuelto a encontrarme con la boca abierta, convertido en un niño de cinco años, sentado al lado de mis papás y mis hermanos, con la emoción hecha nudo en la garganta. Una emoción que crece hasta revelarse como pura y absoluta alegría.

La fascinación de ir al circo, otra vez.

Ovo está en temporada en la Ciudad de México. No se lo pierdan. Lleven a sus papás, a los niños, a sus amantes; tomen los aviones, manejen las carreteras, paguen los hoteles, pero vengan. Esta vez, otra vez, la ciudad merece un desfile: ya llegó el circo.

Colofón para el mundo que empieza. El domingo fui al Plaza Condesa a ver a los Babasónicos. Por favor, ya no graben los conciertos con sus celulares; ¿no se han dado cuenta que les quedan horribles y se pierden el concierto por estar grabando? Y no dejan ver. No sean mensos.

Recontracolofón: este viernes se estrena "Pastorela" en los cines de todo el país. ¿Apuestan a que va a ser un trancazo?

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com

Twitter: @KermitFranco

Email: rfranco@callemexico.com

1 comentario:

  1. Gracias por la recomendación. Y tienes razon, mucha gente se pierde y deja de disfrutar un concierto por estar grabandolo con su celular. A menos de que tengan un camara HD es mejor grabarlo en la memoria de nuestros cerebros, que en un celular. Saludos!

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