miércoles, 1 de diciembre de 2010

The Wall Live: el rock está vivo y coleando

Las Vegas.- "Hace 30 años estaba decepcionado del rock & roll, pero hoy puedo decirles que es un verdadero placer compartir esta habitación con ustedes", dijo Roger Waters el viernes al terminar otro concierto de la gira The Wall Live.

El desmontaje comenzó de inmediato en la MGM Grand Garden Arena. La gente no había terminado de desalojar el inmueble, y ya estaban removiendo la pared que Roger Waters construye y derriba en cada función. No era aleatorio; al día siguiente Waters tenía concierto en el Staples Center de Los Angeles y en la Arena MGM pelearían Juan Manuel Márquez y un tal Katsidis para unificar no sé qué títulos de boxeo.

Pero la gente seguía aplaudiendo. No hay encores. Es The Wall y ya. Y no hace falta más, mucho menos ahora que Roger Waters decidió darle un salto tecnológico impresionante a este concepto que estrenó hace ya 36 años, cuando aún existía Pink Floyd.







De hecho, la única manera de ver hoy en día la grandeza de Pink Floyd es a través de Roger Waters. David Gilmour sigue amargándose, engordando y tocando cada vez peor; Nick Mason es un ancianito y Rick Wright está muerto. Sólo Waters entiende todavía la enorme responsabilidad de poner esta música de regreso en los escenarios.

Dice Waters que decidió volver a hacer The Wall porque la pregunta de si sobreviviremos o no a nuestra propia tecnología sigue vigente. Que hace 36 años él era un hombre asustado, que ahora ha superado esos miedos, y que para él es precisamente el miedo lo que lleva al ser humano a las guerras. Así que decidió poner al día a su propio espectáculo y sintonizarlo al compás de los acontecimientos. Ya no es sólo la situación de Europa, sino los conflictos en Iraq o el atentado a las Torres Gemelas los que ponen a The Wall perfectamente vigente.

Y, de cierta contradictoria manera, la tecnología: este The Wall es un portento en el que sobre la pared se proyectan de manera monumental tanto las animaciones de la película homónima de Alan Parker, como nuevas proyecciones que crean uno de los conciertos más alucinantes que han existido. Es un clásico en esteroides.

¿HAY ALGUIEN AHÍ AFUERA?

La base es la misma. Un día Roger Waters deseó poner una pared entre él y el público. Dice que entonces le molestaba que la gente no los estuviera oyendo y gritara demasiado para disfrutar la música. Y algo lo iluminó. Se dió cuenta entonces que los seres humanos construimos una pared entre nosotros y el exterior por el miedo a ser descubiertos en nuestros sentimientos.

Esa pared debe ser sostenida de todo lo que sea posible, porque no es una pared real. Se alimenta de nuestro miedo y está hecha de lo que consideramos nuestra personalidad: la ropa, los automóviles, la educación, el estatus, el trabajo, el sexo... Y cualquiera que amenace derribarla debe ser expulsado o destruido. Es una barrera que evita, a final de cuentas, el flujo del amor. Por eso hay guerras, porque somos niños adoloridos muertos de miedo de los "otros".







La obra es tan cierta y tan poderosa que sigue viva y coleando como una de las más grandes manifestaciones de la cultura del siglo 20. Es un disco doble, una película y un performance en forma de concierto que explica por qué nos matamos unos a otros, y por qué queremos el dinero y el estatus. Nos disecta.

Ahora, siempre me he preguntado qué tantos entienden este concepto. Cuántos están ahí simplemente aplaudiendo "porque está bien chida la mota" y a cuántos le pega realmente esta propuesta de liberación personal. No importa, por supuesto; a final de cuentas el arte existe para que cada quien lo disfrute a su manera. Pero el discurso está ahí.

¿Qué tal suena? Brillante, vivo, espectacular. ¿Es el mismo show original de Pink Floyd, el que Roger Waters montó en Berlín para celebrar la caída del muro? Exactamente, pero además con un diseño tecnológico que lo lleva a alturas nunca antes soñadas. ¿Cuál es mejor, éste, o el 360 de U2? Éste. Es The Wall. Punto. Tal vez nunca ha llegado a México en su forma original un clásico del rock de esta magnitud.

Tal vez sólo aquel show de Kiss de los años setenta que llegó al Palacio de los Deportes con sus maquillados integrantes originales. Y me refiero sólo al "trademark"; al sueño adolescente de ver algo así en casa. Algo con tanta leyenda detrás.

The Wall llega a México en diciembre. Hay tres fechas, los días 18, 19 y 21 en el Palacio de los Deportes. Los boletos están agotados, pero insistan: alguna manera debe haber para no perdérselo. No lo hagan. Esta sí es la oportunidad de toda una vida.

COLOFÓN PARA EL MUNDO QUE EMPIEZA. Este fin de semana es el Teletón. Ya sé, ya sé: es cursi, chantajista, lacrimógeno; Lucero da cosita, y además hay una campaña que dice que se vuelan la lana y que Televisa la usa para no pagar impuestos. Cualquiera que diga esas idioteces no ha ido jamás a un CRIT. No lo resistiría. Ódienlo, critíquenlo, crean lo que quieran, pero pónganle un varo. En serio, esos chamacos lo necesitan y lo aprovechan. Muchas gracias.

Columna publicada originalmente en http://www.callemexico.com
Twitter: @KermitFranco
Email: rfranco@callemexico.com

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