martes, 28 de diciembre de 2010

"Tron, el legado": el futuro dentro del futuro, dentro del futuro...




Largas filas afuera de los cines. Familias enteras arrastradas por sus hijos para ver la segunda parte de una película que nunca fue tan buena para ser un clásico, ni tan mala para ser de culto.

Tron es un misterio. Surgió cuando la gente acababa de descubrir las infinitas posibilidades de la realidad virtual. Estamos hablando de apenas unos años después de la comercialización de las primeras consolas de videojuegos para las casas, que en México se llamaron NesaPong.

Sí, era una novedad. Uno podía ir a la casa con este circuito impreso en una carcaza de plástico ABS (acrilo nitrilo butadieno estireno para los cuates), que tenía dos perillas, bloquear la señal de la televisión en el canal 3 o 4, para sustituir la antena por un juego con dos raquetas y una pelotita virtuales.

Ingenuos de nosotros, pensamos que todo terminaría ahí. Pero ellos (esa especie de gobierno secreto casi extraterrestre que siempre va un paso más allá) apenas estaban comenzando. Hoy, unos treinta años después, escribo esto en una pantalla portátil, mientras a un lado mi ahijado de 13 años juega Call of Duty Black Ops en una consola XBOX, amarrado a una diadema y un control. Él platica con sus amigos. Yo platico con ustedes. Además, he decidido voluntariamente no publicar esta columna en papel, sino entregarla exclusivamente por internet. El futuro es real.

Esa es precisamente la teoría de Kevin Flynn, el personaje de Jeff Bridges en Tron; que la "Matrix" existe, que hay un portal entre los mundos real y virtual. Y que puede ser cruzado. Él lo llamaba "destino".

Todo iba bien, hasta que los programas cobraron vida. Ustedes saben, esa vieja teoría de la ciencia ficción que cristalizó en el Yo, Robot, de Isaac Asimov: la inteligencia artificial. Ese instante en el que la materia cobra conciencia. Ese brinco que nos sucedió a los seres humanos y que -¿por qué no?- podría sucederle al metal o al silicón. Ahí comienza, casi siempre, la suposición de que nuestras creaciones se rebelarán. La máquina contra su dios, el ser humano. De Terminator a Blade Runner, ustedes conocen las hipótesis.

Lo chistoso es que este pensamiento es mil veces más elaborado que el guión de Tron y, sin embargo, la película conserva una fascinación muy especial alrededor de esta teoría. En los años ochenta, Kevin Flynn logra, en efecto, cruzar el portal. En el 2010, sigue extraviado adentro, escondiéndose de sus propias creaciones, atrapado para siempre en el mundo que él creó.

Todo fue culpa de unos carritos...

Les digo, todo estaba bien con las raquetas y la pelotita virtual. Pero, ¡ah no! Tenían que llevarlo más lejos. Crearon un videojuego en el que cada persona manejaba un carrito, que iba dejando tras de sí una estela luminosa. Esa cauda era sólida para el contrincante, de modo que si no se ponía vivo al dar vuelta, se estrellaba contra la pared virtual que había construido el otro.

Ese fue un gran salto en los juegos de video. Había, por fin, una posible trama. No era difícil imaginar a dos conductores jugándose la vida en una arena virtual, y había que admitir que a nadie le gustaría ir manejando. Ese es el portal que imaginaron los creadores de Tron: ¿Qué sucedería si alguien pudiera realmente jugársela de esa manera? ¿Qué clase de guerrero loco se arriesgaría? ¿Y cuánta idolatría lograría alguien que pudiera sobrevivir a tan brutal competencia? No olvidemos que pertenecemos a la misma raza que en tiempos del Imperio Romano pagaba por ver a personas matarse. No olvidemos que el subtítulo de la Tron original, de 1982, era "El Gladiador Electrónico".

El portal, de hecho, existe. Y es precisamente ese, la imaginación. Tal vez por eso Tron es fascinante, a pesar de su ingenuidad, de lo básico de su anécdota, o del indiscutible hecho de que su popularidad está basada en sus efectos visuales y de sonido. De hecho, así está anunciada en formato IMAX 3D en Estados Unidos, como "la experiencia", porque es lo más cercano a una atracción al estilo de los Estudios Universal, pero de dos horas de duración y en un cine.

Además, de nuevo, haciéndole honor a su origen, la película "conecta" con la audiencia. Es adorable la secuencia en la que el padre que lleva casi 30 años encerrado le pregunta a su hijo cómo está el mundo. Y él le dice que todos están conectados por Wi-Fi. Kevin Flynn pregunta: "¿Wi-Fi?", y cuando su hijo le explica, sonríe con un atmósfera íntima de triunfo y derrota a la vez.

Tal vez eso hace entrañable a Tron desde hace casi tres décadas: su personaje central es un perdedor, siempre. Es alguien que, como todos nosotros, se hace un esquema de "la meta final" y desde ahí explica el mundo entero, pero -como nosotros- fracasa ante las preguntas definitivas. Alguien que, como todos, tiene que encontrar refugio en las cosas más sencillas para no enloquecer o perder la esperanza.

Un personaje que vive media vida real y media vida virtual. Como nosotros. En eso, los creadores de la película original triunfaron: la premisa era correcta y hoy en día el tema está más vivo que nunca. La profecía se cumplió. El portal ha sido cruzado. Estamos viendo a Tron desde adentro de su mundo aterrador.

Y sí: los efectos están fregones. Pueden ustedes ir a ver la película taquillera de la Navidad muy a gusto y no los va a defraudar.

Hugh Heffner: ¿en serio a los 84 hay sexo?

Crystal Harris, de 24 años, es la nueva prometida de Hugh Heffner, de 84. El magnate, dueño de Playboy, lo anunció por Twitter.

Yo me pregunto lo mismo que ustedes, no se hagan: ¿A Hugh todavía se le para?

Perdón, pero es que decir "¿tendrá erecciones?" no suena tan sabroso. Además es la pregunta de preguntas. ¿Tendrá lo que se requiere para atender a este bombonazo, o a final de cuentas será al mismo tiempo la leyenda más grande del machismo y el más grande cornudo?

Hago mi apuesta: sí se le para. Y bien. No tanto como para atender a la chamaca todo lo que ella necesita, pero suficiente como para competirle a dos que tres hombres mucho más jóvenes. Y ella le es fiel, no sólo por el dinero, sino porque le cae bien y hasta lo quiere. Y si no es así... ¡No olvidemos que Hugh tiene unos abogadazos! Ah, cómo me cae bien el muchacho. Hugh Heffner da enormes esperanzas para el futuro...

Colofón para el mundo que empieza. Esta es la última columna del 2010. Nos leemos el año entrante y les recuerdo que en el 2012 es el Fin del Mundo. Vayan poniendo sus barbas a remojar. Muy feliz 2011.


2 comentarios:

  1. Coincido plenamente con la protoreseña de Tron, sólo hace falta agregar el por qué se volvió una película de culto: Tron fue la primera película hecha casi enteramente por computadora, y el trabajo de animación tradicional es bestial. Nada más para que se den una idea, la súper máquina que tuvo que comprar Disney para realizar las animaciones era casi tan potente como cualquier celular de estos tiempos.
    Me parece que el espíritu visionario se plasma tanto en lo visual como en lo sonoro (enorme Daft Punk), y es ese feeling ochobitero el que se logra bastante bien.

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  2. Esta chido tu blog, no sabia que tenias uno, pense que ya no era "in" tener blog, con eso del twitter y facebook, pero bueno, con respecto al anciano ese de hugh heffner ( ¿ En el apellido llevara la respuesta a tu pregunta ?, "Huge" )obvio que ya no se le para, y si lo hace, es con una ayuda externa ( Viagra, bombas de vacio, brujeria, hipnosis etc )y todo se reduce a un asunto de interes, el viejito se revuelca con la joven, y la joven va probar las mieles ( Aparte de las de Hugh ) de la fama y el dinero, en fin, si tienes tiempo checa mi blog, es de musica, ¡ Feliz 2011 !.

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